Por: Roberto Ramírez Rodríguez, enviado especial
Barranquilla.- LAS NUBES que desde temprano robaban protagonismo al implacable sol barranquillero terminan por dejar lluvia sobre la villa, pero en la casa grande de los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe la actividad no se detiene.
En medio de los movimientos hacia y desde los escenarios donde se disputan las medallas su gimnasio acoge a atletas y entrenadores de diversas disciplinas, incluidos campeones de la lid y quienes aún alimentan el sueño de escalar al podio.
Entre los primeros, la pertiguista cubana Yarisley Silva suma elementos propios del trabajo concebido para esta etapa luego de brillar aquí con récord de 4,70 metros, porque la temporada aún le impondrá otros compromisos.
Al tiempo que su preparador Alexander Navas le imparte orientaciones, se escuchan los sonidos de guantes que impactan los “sacos” colocados en el área donde los púgiles de la Isla utilizan el asueto competitivo para pulir su quehacer hacia las finales de mañana y pasado.
«El compromiso está claro desde que salimos», dice el tetracampeón mundial semipesado Julio César La Cruz, llamado a retener el cetro como victimario del conocido mexicano Rogelio Romero en la segunda de esas fechas.
«El equipo vino centrado en ese propósito y ahora solo depende de que cada uno de nosotros gane una pelea más», añade por su parte el rey universal ligero welter Andy Cruz, quien escalará al encerado este miércoles como oponente del dominicano Elvis Rodríguez.
Al tanto de cada detalle, el estratega Rolando Acebal da voces de mando, corrige en relación con la calidad de determinados movimientos y estimula la entrega de sus alumnos.
«Vamos a asumirla como si se tratara de unos Juegos Olímpicos» asevera con su habitual convicción cuando habla de las dos veladas restantes al calendario cubierto en el Salón Jumbo del Country Club de esta ciudad.
Aprovechando el “tiempo” decretado por Raúl Fernández luego de consultar el cronómetro, el jefe del colectivo técnico destaca los índices de motivación y disciplina imperantes.
«Se ha aprovechado al máximo la preparación, la relación trabajo descanso ha sido excelente y ya hemos enfrentado a rivales difíciles a partir de que no hubo “sembrados”, enfatiza.
«La meta es regresar con los siete oros posibles», insiste casi en el instante en que vuelve a sonar el silbato que llama a otra andanada de golpes con que sus discípulos forjan los lauros que desean regalar a la patria.
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