La Habana.- «EL EMBARGO estadounidense (contra Cuba) es absurdamente cruel. Y al igual que otras políticas estadounidenses, en particular las políticas dirigidas a los países latinoamericanos y a los latinos, la crueldad es el punto», ha dicho la congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez.

Ello no es un secreto para los cubanos que, unos más y otros menos, conocemos los efectos de esa política de desgaste aplicada por los gobiernos de Estados Unidos contra la Isla.

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El ámbito deportivo, como cualquier otro de la vida social y cultural, sufre cada vez con más saña el efecto de esta nefasta política de la Casa Blanca.

Solamente en el fútbol, la Mayor de las Antillas sufre pérdidas que sobrepasan el millón de dólares por los conceptos menos imaginados y lógicamente burdos.

Este martes, el presidente de la Asociación de Fútbol de Cuba, Oliet Rodríguez Méndez, se refirió en conferencia de prensa al sabotaje que representa este fenómeno para el normal desarrollo de su deporte.

No por conocido deja de resultar indignante que miles de dólares por concepto de pago de partidos internacionales, en las categorías sub-17 y sub-20 años, celebrados en esta capital, no se han cobrado como está establecido para cualesquiera de las más de 200 federaciones asociadas a la Fifa.

Tampoco se han recibido, para poner en función del desarrollo del fútbol, 50 mil dólares que ganó la selección cubana por derechos de televisión en la eliminatoria mundialista de 2016.

En circunstancias como las actuales, en que los emolumentos que emanan del espectáculo colaboran como inversión para la mejoría, pudiéramos preguntarnos qué harían selecciones del primer mundo si fueran privadas de ello. Piense usted, incluso, en las más exitosas.

«Ese dinero debió emplearse en el crecimiento de nuestro deporte, es un derecho del que arbitrariamente nos privan paradójicamente los mismos que luego utilizan las carencias que sufrimos para argumentar una supuesta incapacidad de hacer que el deporte se desarrolle», denunció Rodríguez Méndez.

Estas cifras lucen pequeñas -pero no lo son- frente a los más de 200 mil dólares que jamás se han cobrado en premios de atletas por las copas de oro de la Concacaf de 2015 y 2019.

Si usted piensa que el objetivo del Bloqueo es el estado y el gobierno cubanos, debiera saber que también pesa sobre atletas que debieron recibir lo que ganaron sobre la cancha. No son políticos, ni militares, ni pertenecen a las categorías que los bloqueadores toman como pretexto.  

No contabiliza en dinero el costo emocional y profesional de privarlos de las visas para asistir a la Copa de Oro de la Concacaf de 2021, en Estados Unidos, lo que viola las responsabilidades del país sede y echa por tierra los sueños de un grupo de jóvenes.

«Entrenamos durante un mes entero preparándonos para la @GoldCup en #America. El juego es hoy a las 7 en punto en #Miami. Todos seguimos sentados aquí en el hotel en #Nicaragua para la visa de algunos jugadores. ¿Cómo es posible que todos nuestros oponentes estén ahí y nosotros no estamos @Concacaf?», escribió en su cuenta de Twitter Onel Hernández, estrella de la selección cubana.

«Un día triste para el fútbol cubano. Nunca vi a mis compañeros de equipo llorar así. Se sacrificaron tanto», insistió en esa misma red social en que reclamó el juego limpio.

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¿Cómo contabilizar la resignación y la angustia? ¿Cómo se expresan esas lágrimas que cuenta Onel en números? En este punto solo gana quien, al decir de la congresista Ocasio-Cortez, intenta ser cruel y lo consigue.

Oliet Rodríguez reveló datos estrepitosos de cuánto adeudan a nuestros oficiales. La cifra casi alcanza el medio millón de dólares. Nuestros árbitros y comisarios, a diferencia de sus homólogos en el resto del planeta, no pueden recibir las contraprestaciones por su trabajo, sencillamente porque son cubanos y cuentan con toda la animadversión del país más poderoso del mundo.

El pretexto manido y pueril de que no pueden permitir la entrada de divisas para fortalecer al régimen cubano se desmorona ante estas arbitrariedades. Son árbitros, por favor.

Y aún más cuando se revisa el quehacer, no exento de limitaciones, en aras de mejorar las condiciones. Ahí está el estadio Antonio Maceo de Santiago de Cuba, que no solo acoge los partidos de nuestras selecciones nacionales, sino los de otros países del área que, sin sufrir el bloqueo brutal del que hablamos, no tienen condiciones para hacerlo. 

También pueden mencionarse otras empresas en que se avanza, como el remozamiento del estadio Amador Fernández en Camagüey y el Pedro Marrero en La Habana, proyectos a los cuales se refirió Raúl Méndez, coordinador de la Oficina Regional de Desarrollo de la Fifa para el área de Concacaf.

«A quien tenga dudas de lo que son capaces en Cuba que vaya al Maceo y vea la calidad con la que han trabajado y las excelentes condiciones de ese estadio. Están plenamente capacitados para llevar los proyectos adelante», ha dicho a JIT.

Eso descarta de plano la pretendida incapacidad y hace mirar a la falta de recursos. No se necesita demasiada perspicacia para comprender que se trata de poner límites a lo que no lo tiene.

A los malintencionados que intentan justificar con el destino final de los recursos su ausencia, pueden tomar las declaraciones a este medio de Christoph Suppiger, responsable de gobernanza financiera de la Fifa, cuando se le preguntó sobre la inspección a la infraestructura para la que se destinaron fondos.

«Nosotros inspeccionamos los proyectos que realizamos acá. La cancha de La Polar está ahí, por ejemplo. En el estadio Antonio Maceo se construyó una cancha totalmente nueva. Eso ha sido en beneficio del fútbol nacional y regional», expresó.

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Por si no quedó claro, insistimos en si podía asegurar entonces que los fondos se emplearon para lo acordado y su respuesta fue esclarecedora: «sí, ese dinero está en manos del fútbol porque ahí tenemos los datos. Miramos la infraestructura financiada y vemos a los jóvenes jugando al fútbol».

No obstante, Cuba es el único país que no recibe el apoyo acordado por la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol, One Concacaf, que se cuenta en cientos de miles en moneda fuerte. 

¿Cuánto pudiera hacerse con todo eso que sí recibe el resto de los países del área? No puede cuestionarse ninguna de las carencias que sufren nuestros futbolistas sin hacer esa pregunta.

La lista de acciones y afectaciones del Bloqueo es inmensa. Ha demostrado ser eficaz generando dificultades, pero no para acabar con la voluntad de atletas, técnicos y directivos.

Aspectos como la superación de nuestra fuerza técnica, el desarrollo tecnológico que avanza a un ritmo vertiginoso en el mundo, y hasta la imposibilidad de recibir ayuda ante catástrofes (leyó usted bien) engrosan el interminable prontuario de calamidades.

Pero no solo a los nacidos aquí les afecta el bloqueo estadounidense contra Cuba. Sirva decir que a algunos de los oficiales y técnicos extranjeros que han visitado Cuba en funciones de trabajo les han negado luego las visas para acceder a territorio estadounidense. Nada puede ser más arbitrario.

Tomo otra vez las palabras de Suppiger en que reconoce que las sanciones afectan también a la Fifa. Hacer el recuento de las peripecias para realizar transacciones, las excepciones con respecto al resto de asociados, la morosidad en los pagos, las sanciones a bancos y oficiales narradas en un mismo texto pueden parecer el guion de una novela distópica o una exageración de este redactor.

Desafortunadamente no es una cosa ni la otra, sino la más absoluta y cruda de las verdades. Lo saben quienes intentan asfixiarnos con juego sucio, como también poseen la más absoluta certeza de que sin el bloqueo, el balón rodaría alegre por los pastos de Cuba.