La Habana.- EL AVANCE de nuestra cultura física, cimentada en la masividad y el tratamiento científico, ha sido determinante en el alza de los periodistas dedicados a ella, lo esencial ha sido parte del gran salto del ramo al que cantan.
Antes de 1959 casi todo era pelota y boxeo, este último cual crimen legalizado. También leíamos el rico tratamiento a las carreras de caballos y perros. El olimpismo, la educación física y la recreación estaban en baja, sin relegar algunas voces honestas de aquel momento indecoroso.
Con la Revolución nació un sistema democrático y científico-técnico para el deporte, hijo del proceso que vivíamos, sobre todo después del surgimiento del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) el 23 de febrero de 1961.
Todas las transformaciones tuvieron en primera fila a la mayor parte de los que reportaban e interpretaban la actividad, quienes educaban en los nuevos principios y se formaban en el fragor de la lid.
El progreso permitió y obligó a perfeccionarse. Incrementado el número de disciplinas, eliminado el pugilismo por dinero y las lidias de animales, los experimentados debieron ganar en saberes y andares; los nuevos, crecieron en un período floreciente, digno, batallador y trajeron sus formas de atraparlo.
Nunca abrazaron la negación absoluta de lo anterior, y de lo positivo partieron a crear lo propio respetando a los periodistas maduros.
Lo realmente valioso de la generación anterior les entregó sus mejores armas y el pecho entero. Así será eternamente la continuidad o fracasaremos. La mayor isla de las Antillas puede estar contenta con sus periodistas deportivos actuales: los más veteranos, noveles en su momento, y los continuadores.
La nueva hornada ha tomado el batón con potencia y sin que su carrera sea perfecta es hermoso el andar en este trayecto maratónico frente a tantas vallas. Es actualidad vigorosa, aunque tenga mucho por aprender todavía. Lo hará.
Se interioriza la principal misión de la cultura física: la de forjar a mujeres y hombres mejores, por encima de medallas y récords, como Fidel nos ha enseñado.
El arte y la ciencia no quedan fuera de este camino. Por ella han trabajado y trabajan las diversas promociones de periodistas deportivos. No ignoro la influencia de la ruta y las sendas agigantadas en el sector y el planeta, no siempre justas, decentes y agradables.
POR AMOR
Si en otros lares el matrimonio entre las instituciones deportivas y la prensa suele ser por conveniencia, aquí la boda fue por amor desde el inicio de los cambios, posibles porque el pueblo ejerce el poder.
Al aplastar el muro de la pseudorepública entraron los más preteridos: obreros, guajiros, mujeres, especialmente los de piel negra y mestiza, tan poderosos en cuerpo y voluntad debido a los derroteros de su historia.
Del brazo de todos ellos emergieron los periodistas del pueblo, quienes deseaban exaltar la brega y gloria de los atletas, integrando la gran familia.
Lo dicho no significa la inexistencia de desavenencias y polémicas, ni el uso de la crítica. Tapiar los desaciertos es injusto y lesiona. Si ocultamos la mala iluminación en este o aquel sitio, el apagón puede imponerse.
Sin embargo, la crítica superficial, de pobres argumentos y lacerante, ofende. Y la prensa se convierte en pistola sin parque manejada por un tirador de mala puntería.
Defiendo el señalamiento constructivo, opuesto al irresponsable y destrozador. Sustancial significa robustecer la comprensión para desterrar cualquier síntoma de desamor. Intercambiar los criterios, afirmar lo que nos une es el camino seguro a la unidad, al éxito.
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