La Habana.- EL DEPORTE internacional se desarrolla a través de organizaciones que poseen un carácter independiente, pero que se relacionan entre sí de diversas maneras.
Esas circunstancias demandan de entrenadores y atletas el desarrollo de habilidades para la interacción con diferentes culturas, a las que corresponden hábitos, creencias y valores distintos a los propios.
En el ámbito de la colaboración internacional, por ejemplo, algunos profesores han tenido la oportunidad de brindar sus servicios científicos y técnicos en plena selva latinoamericana u otros lugares donde predomina una lengua diferente, costumbres y tradiciones novedosas.
Es motivo de orgullo conocer las opiniones favorables de sus encuentros con habitantes disímiles, pues se trata de una experiencia enriquecedora que denota el dominio de una inteligencia cultural que dignifica a la colaboración cubana.
Pero lo más llamativo es que en muchos casos el proceso de adaptación ocurrió de manera intuitiva y por las cualidades volitivas integradas a la disciplina y responsabilidad de nuestro personal.
La inteligencia cultural está constituida por la habilidad de adaptarnos con rapidez a cualquier nuevo ámbito y ser eficaces en el mismo. Se trata de desarrollar un repertorio de destrezas conductuales y ser capaces de seleccionar la actitud adecuada en función del escenario con el que interactuaremos.
Ahí se incluyen la de comunicación, la toma de decisiones, el conocimiento de las tradiciones y costumbres, así como la organización y motivación de personas desconocidas.
La cultura ejerce una influencia sumamente poderosa sobre todo ser humano, cumpliendo un papel mediador en la regulación de la personalidad. Por ejemplo, palabras con un sentido en nuestro medio pueden ser interpretadas como poco nobles en otro. Todos hemos sufrido de estos imprevistos.
Emplear un vocablo inadecuado en determinados casos puede llevar a un malentendido, a resistencias en las relaciones personales y a bloquear la cooperación entre los miembros de un colectivo.
La inteligencia cultural se relaciona con la capacidad para descifrar los códigos, reconocer las normas de un grupo, compararlas con las propias y con las más universales, y a partir de ese conocimiento tomar las decisiones apropiadas para no ocasionar malestar en aquellos con una postura divergente. Cada cultura posee sus propias reglas y entre las que más rápido descubrimos están las nociones de puntualidad, protocolo y hábitos alimentarios, más cercanas o lejanas de las nuestras. Los especialistas en inteligencia cultural nos alertan acerca de que no es suficiente conocer las costumbres, hábitos, preceptos y formas de actuar de los miembros de una cultura, sino que además debemos integrar nuestro proceder a esas normas si queremos obtener aceptación y éxito en la labor.
Esto abarca desde el modo en que se realiza un saludo hasta otros patrones de comportamiento, que al ser aceptados e imitados demuestran interés y respeto hacia los interlocutores. Adaptarse a una nueva cultura durante un período de trabajo requiere audacia, capacidad de observación y sentido de responsabilidad. El sentimiento de la propia eficacia y la disposición a aprender y conducirse convenientemente resultan de una importancia vital.
El acortamiento de las distancias entre las naciones y la frecuencia con que se realizan intercambios deportivos exige llamar la atención sobre este asunto.
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