Cary, Carolina del Norte.- OPTIMISTA, a pesar de los pesares, se encuentra Roger Machado, mentor del equipo Cuba de béisbol que juega el sexto tope amistoso contra una escuadra nacional universitaria de los Estados Unidos, tradición reanudada en el año 2012.
Tras haber cedido en 16 de los 21 desafíos sostenidos en la Liga Can-Am, y luego de caer el domingo ante los colegiales estadounidenses, el timonel avileño mantiene un espíritu digno del "gladiador" que como pelotero triunfó en juegos olímpicos y campeonatos mundiales, y como mánager es tricampeón nacional al frente de los Tigres.
Una charla en el hotel Embassy Suites, cuartel general de los antillanos hasta el 8 de julio venidero, habría permitido valorar las satisfacciones y sinsabores que genera guiar a un colectivo en desarrollo, cuando lo que se exige es ganar y ganar.
Pero el estratega, molesto por el primer resultado ante los universitarios, prefirió aplazar el diálogo y solo atinó a expresar: «Nosotros ganamos esta».
Tal aseveración es muy llamativa, frente a los argumentos de un conjunto que ha perdido por una carrera varios partidos y que no tiene un serpentinero con 90 o más millas en sus lanzamientos.
Por otra parte, solo tres hits pegaron los bateadores cubanos ante el pitcheo de los estudiantes en su primer compromiso, uno de ellos el jonrón de Raúl González que fue anotado como el sexto del equipo en toda la gira.
Los demás vuelacercas salieron de los maderos del propio González, Guillermo Avilés, Yordanis Samón, Denis Laza y Víctor Víctor Mesa durante los cotejos en la Liga Can-Am.
Nótese que hombres de fuerza como Yosvani Alarcón no hicieron la cruz en ese casillero, aun cuando el máscara tunero dejó muy buena impresión, pues lideró a los bateadores con promedio ofensivo de 433.
Punto distintivo es el pitcheo. Reitero que ninguno de los serpentineros sostiene 90 millas en sus lanzamientos, algo vital en el béisbol moderno y razón por la cual no hay un cerrador que sobresalga.
Seis novatos en certámenes internacionales en esa área confirman la premisa de desarrollar talentos primero, para ganar juegos y torneos después.
Dicho esto, la pregunta sería: ¿Por qué no los tenemos?
Y buena parte de la respuesta está en el “desangre” que ha vivido este deporte durante los últimos lustros, con más de 250 peloteros “chupados” por vías distintas de nuestras series nacionales y de las categorías inferiores.
El tráfico de talentos consumados y de prometedoras figuras sigue haciendo estragos con pleno conocimiento de las Grandes Ligas y del gobierno estadounidense. Los jóvenes van tras el sueño de la Gran Carpa, que solo unos pocos logran acariciar en verdad.
República Dominicana, una de las naciones que más jugadores aporta a la MLB, viviría otra historia en los certámenes organizados o avalados por la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol si enfrentara el escenario que Cuba tiene delante desde hace mucho tiempo. Más que un ejemplo, es una certeza.
De vuelta al pitcheo, las estadísticas de la Can-Am indican que el elenco caribeño trabajó de conjunto para más de seis carreras limpias por juegos de nueve innings. La ecuación es sencilla. Si se permiten muchas carreras y se fabrican pocas, no hay modo de disfrutar del éxito.
Tampoco la relación lograda entre bases por bolas (104) y ponches (138) puede conducir a las victorias. El primer indicador está muy “alterado”.
Los análisis exigen mayor profundidad, pues talento, calidad y posibilidades de crecer existen. De lo contrario, cómo explicar que en la Liga Profesional de Japón el slugger Alfredo Despaigne enamora con 20 jonrones y presencia en el Juego de las Estrellas, mientras el serpentinero Liván Moinelo exhibe consistencia y madera de ganador.
Aún quedan, incluido el de hoy, tres desafíos frente a los universitarios norteños. Todos acá esperamos buenos dividendos.
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