Guantánamo.- LOS DÍAS son más apacibles desde que el deporte se empeñó en darles a los pobladores de la comunidad Ho Chi Minh una opción más para dejar atrás rencillas y problemas sociales,  acumulados allí en la medida que creció un asentamiento del tipo “llega y pon”.

Rosalinda Sánchez Briñas, fundadora en 1992 de la microbrigada social en ese barrio de la capital provincial, recuerda que con la llegada de los damnificados por las inundaciones —desplazados de otras comunidades— y de otras familias el ambiente entre vecinos se caldeó tanto al punto de tildar al lugar como “La Candela”.

Sin embargo, «la comunicación, la educación, han eliminado en un gran por ciento todas esas dificultades, y en eso el deporte ha tenido mucho que ver», opinó esta residente de 52 años, quien toma sus clases de bailoterapia y disfruta el ambiente que genera allí la práctica física masiva.

«El Partido y el Gobierno coordinan un grupo de actividades, pero los que más nos visitan son los compañeros del INDER, Cultura y Educación», afirmó esta testigo del paulatino cambio ocurrido desde inicios de siglo, pero acentuado en los últimos dos años.

Esa comunidad es una de las 13 circunscripciones del Consejo Popular Sur Isleta, con cerca de 3 mil habitantes, y donde los servicios para la práctica de actividad física llegan dos días a la semana, sin contar los festivales recreativos previstos sábado, domingo y en jornadas festivas y vacacionales.

«Ya los jóvenes y hasta los adultos se incorporan solos en las tardes, mientras que el Círculo de Abuelos lo hace en las mañanas. Tenemos tres instructores deportivos de forma permanente», explicó la presidenta del Consejo, María Lescaille Rivera, muy cerca del lugar en que acontecía un partido de voleibol, otro de fútbol y varios juegos de habilidades.

Lo realizado en la comunidad Ho Chi Minh ha sido tal que hace poco recibieron la evaluación de la Universidad de Guantánamo, para su acreditación como parte del proyecto socio-cultural Luz, y ello debido en gran parte a las actividades de la cultura física, el deporte y la recreación.

Con madres, abuelas y otros parientes situados en las afueras de las casas, en una calle cerrada al tránsito con la indicación “Deporte en activo”, Yanay Ribas Góngora, directora del Combinado Deportivo Sur Isleta, participaba vivamente en la conducción de la acciones, lo mismo orientando sobre la coordinación pase-remate en los elencos de voleibol, que colaborando en las modalidades para los más pequeños.

«Siempre hay mucho entusiasmo y todos lo agradecen. Ya no tenemos que convocarlos por las casas como antes», dijo en el breve instante en que dejó solos a profesores y participantes.

«En esta zona, como en otras, funciona un Consejo Voluntario Deportivo. Tienen un plan de recreación y donde hay instalaciones se potencia más la práctica masiva. Por ejemplo, los sábados organizamos el deporte en la calle de forma rotativa, con pitenes y otras especialidades promovidas por los estudiantes de Cultura Física», aseguró.

Ribas expresó que en el verano no se detienen, pues se distribuye la fuerza técnica para potenciar el voleibol, el fútbol y el baloncesto 3×3, además de cumplir con todos los programas habituales.

Esa realidad en la otrora La Candela ha hecho que muchos se alejen del consumo de alcohol y de otros vicios, y que varios hayan dejado atrás viejas rencillas. También, y por fortuna, que los de menor edad respiren un mejor ambiente, perfeccionado sin dudas por la impronta del deporte.