NO HAY mucho que podamos hacer sin nuestros músculos. Sin embargo todavía queda bastante por saber sobre ellos y cómo nos influyen.

A partir de ese convencimiento JIT aporta algunos datos que pueden resultar novedades para buena parte de sus lectores.

Comencemos por recordar que son una maravillosa “máquina” que junto al resto de los elementos corporales integran esa unidad de vida increíble llamada cuerpo humano.

Recapitulemos también sus cuatro propiedades: excitabilidad (irritabilidad), contractibilidad, extensibilidad y elasticidad.

Ahora añadamos que la fuerza muscular está presente desde que nacemos hasta la muerte. Empieza por el acto sexual, que implica acciones de ese tipo, y genera la vida.

Después toca su turno a los espermatozoides, que son alrededor de dos millones de los que solo el más fuerte llega al ovario para originar la fecundación.

Las contracciones musculares del útero (posee tres tipos de fibras musculares) son decisivas para parir, y al morir deja de latir el músculo cardiaco.

Concluido este breve repaso, aquí van otros apuntes.

El más largo: El sartorio, músculo superficial que puede llegar a medir hasta 40 centímetros. Nace en la espina anterosuperior, cruza por delante y medial al recto anterior y se inserta en la cara interna de la tuberosidad tibial. Lógico, a partir de que nuestro hueso más largo es el fémur.

El de mayor superficie: Casi siempre se dice que el glúteo. Pues no: la nalga es amplia, pero está formada por varios músculos (glúteo mayor, medio, menor y tensor de la fascia lata). Los de mayor superficie son el trapecio y el dorsal ancho, y se encuentran en la espalda.

El más fuerte en relación con su tamaño: Si pensó en la lengua se equivocó. La respuesta correcta es el masetero, situado en la cabeza y encargado de cerrar y retraer la mandíbula. Su potencia puede alcanzar los 4 kN (kiloNewton). Otro criterio generalizado es la pantorrilla, pero allí están los gemelos y el soleo.

El más flexible: El lingual superior, encima de la lengua.

Los que más trabajan: Los respiradores nunca dejan de laborar, y lo hacen de 8 a 10 millones de veces al año.

El del nombre más largo: El esternocleidomastoideo, ¡del que poseemos dos! Uno a cada lado del cuello. ¿La explicación del nombre? Sencilla, a partir de dónde se inserta: esterno (inserción en el esternón), cleido (inserción en la clavícula) y mastoideo (apófisis mastoides, detrás de la oreja).

El más pequeño: El estapedio o del estribo, en el oído medio. Mide poco más de un milímetro, es más fino que un hilo de algodón, estabiliza el hueso del estribo, que también es el más pequeño, y controla la entrada de ruido al oído.

El que más rápido se atrofia: El cuádriceps, que trabaja todo el tiempo al caminar.

El primer dinamómetro para la fuerza muscular: Fue fabricado por Reno en el siglo XIV a.n.e., midiendo la fuerza del tronco y las piernas en extensión. 

¿Más o menos que una oruga?: Sorprendentemente, y para ratificar que el tamaño no lo es todo, una pequeña oruga tiene alrededor de 2 000 músculos frente a los aproximadamente 600 (otros criterios son 640 y 650)  del humano.

Por qué bíceps (dos), tríceps (tres) y cuádriceps (cuatro)?:  Estos músculos reciben sus nombres por el número de cabezas o porciones de cada uno de ellos.

El pubocoxígeo: Es el elevador de ano y envuelve la vagina. Su ejercicio y entrenamiento permiten beneficios sexuales.

Si dejamos de entrenar: Algunos piensan que los músculos se convierten en grasa, pero eso no es posible ya que son de dos tejidos diferentes y no se pueden transformar.

¿Sonreír o fruncir el ceño?: Afortunadamente sonreír es mucho más fácil y demanda menos energía. Solo necesitamos 17 (otro criterio es de 20) músculos, mientras que poner cara de enfado requiere hasta 43. Y la cara tiene aproximadamente 60.

Las arrugas del ceño: El músculo más odiado por muchas y muchos, y responsable de esa temida arruguita que se forma entre las cejas, es el corrugador superciliar (o superciliar a secas). Está inervado por el nervio óptico y su función es la de elevar y bajar las cejas.

Para mover los ojos: Hasta seis músculos son necesarios para mover los globos oculares en todas las direcciones mientras el individuo no duerme.

Ganar y perder fuerza: Si dejamos el gimnasio de golpe es posible perdamos tan solo la mitad de lo ganado. Demuestra que es más fácil sumar nueva masa muscular que perderla. Un estudio publicado en la revista Fitness puntualiza que un grupo de atletas ganó un 47% de fuerza durante su entrenamiento de dos meses y perdió tan solo el 23% de esta en igual tiempo posterior carente de ejercicios. 

Corazones entrenados: Sabemos que entre los beneficios del ejercicio físico está el agrandar el tamaño de los músculos del corazón y hacerlos más eficientes. El de un adulto sano pero sedentario pesa alrededor de 300 gramos, pero el de un adulto deportista llega hasta 500 gramos. Late más de 3 000 millones de veces en una vida promedio y mide más o menos como el puño cerrado del dueño.

¿Músculo o grasa?: El músculo demanda más energía para mantenerse vivo y funcionando, por eso decimos que el mejor “quemagrasas” es una buena base muscular. Músculos 40%, piel 15% y huesos 14%. Un cuerpo de 75 kg tiene 30 kg de músculos.

Mientras dormimos: Todo el trabajo realizado en el gimnasio vale la pena, después de acabar el día. En las etapas de sueño profundo los músculos se relajan y el flujo sanguíneo aumenta a través de ellos. Las hormonas que sirven como “combustible” para el desarrollo muscular son liberadas y los tejidos crecen y se reparan. La National Sleep Foundation así lo ha afirmado. Sin suficiente sueño profundo, no esperemos los resultados de nuestras visitas al gimnasio.

Calor corporal: Cuando los músculos se contraen emiten calor. Trabajan y se calientan cuando temblamos. Cuando los receptores de la piel envían señales (vibración) el cerebro desencadena contracciones involuntarias, provocando temblores y calentando el cuerpo. La cantidad de músculos del cuerpo provoca que su trabajo genere la mayoría del calor corporal (hasta 85%) que podemos crear de la nada.

Queman más calorías que la grasa: Como hemos dicho antes, los músculos generan hasta el 85% del calor corporal. La tasa metabólica en reposo (el número de calorías que quemamos sin hacer nada) está estrechamente relacionada con nuestra composición corporal. El músculo quema más calorías de forma natural que la grasa. Sin embargo, no es suficiente para perder el peso que queremos de la noche a la mañana. Medio kilo de músculos quema alrededor de seis calorías al día y son dos las que quema la misma cantidad de grasa.

Peso y músculo: Nuestro cuerpo está formado por tres tipos de tejido muscular: esquelético o estriado (encargado del movimiento de los esqueletos axial y apendicular, y de mantener la postura de forma natural), liso (no contienen estrías y sus contracciones no son voluntarias) y cardiaco (únicamente presente en el corazón, de ahí su nombre). El peso muscular es mayor que el de los huesos en todo su conjunto, normalmente.