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Publicación del Instituto Nacional de
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VIERNES 3
MAYO, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
CHE DEPORTISTA
El Guerrillero vuelve a convocar

El Che sostuvo a lo largo de su vida una amplia e intensa relación con los deportes, una faceta de su personalidad que no ha sido lo suficientemente estudiada ni divulgada.



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martes, 11 de abril de 2017 07:14 AM



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La Habana.- EL GUERRILLERO Heroico Ernesto Che Guevara (Argentina, 1928/ Bolivia, 1967) sostuvo a lo largo de su vida una amplia e intensa relación con los deportes, una faceta de su personalidad que no ha sido lo suficientemente estudiada y divulgada. 

Algunas fuentes bibliográficas confirman que su acercamiento al mundo atlético comenzó desde niño, pese a padecer severamente de asma, y que llegó a interesarse por disciplinas tan diversas como ajedrez, boxeo, alpinismo, atletismo, béisbol, ciclismo, fútbol, golf, natación, rugby, clavados, tenis de mesa, pesca deportiva, tiro, softbol y motociclismo.

De ello sabemos hoy gracias a algunos artículos de prensa, decenas de fotografías, testimonios de amigos y compañeros, y a textos como Che deportista, de la autoría de William Gálvez, publicado en 1995 por la Editora Política. 

Desde pequeño el Che fue un apasionado de la natación, el primer deporte al que le vincularon en busca de cura para sus males respiratorios. Sin embargo, también gustaba de las carreras a campo traviesa y el ciclismo.

En la juventud amplió sus prácticas e incluso realizó viajes por Centro y Sudamérica montado incluso sobre una moto. En el segundo de ellos le acompañó su amigo Alberto Granado, una experiencia que marcó su visión social y política de la realidad continental, y que fue recreada muchos años después en la película Diarios de Motocicleta (2004).

En 1947, con apenas 19 años, ingresó en la Facultad de Medicina y muy pronto se destacó como integrante del club de fútbol. Además intervino en la I Olimpiada Universitaria en atletismo y ajedrez, de lo cual solo ha trascendido que superó los 2,80 metros en el salto con garrocha.

Pero el deporte de los trebejos fue siempre el favorito del comandante Guevara, quien en 1939 participó como espectador en la VIII Olimpiada Mundial de Buenos Aires, cita en la que vivió el privilegio de conocer al legendario José Raúl Capablanca, fallecido tempranamente solo tres años después.

La historia de nuestra gesta revolucionaria da cuenta de que en México, preparándose para la expedición del Granma, Ernesto se medía al comandante Alberto Bayo y otros compañeros. Y que ya en la Sierra Maestra cargaba siempre con un pequeño juego hecho de piezas rústicas para entretenerse en los ratos libres.

Al triunfar la Revolución en 1959, el Che impulsó la práctica masiva del juego ciencia, especialmente entre niños y jóvenes, pues creía firmemente, como Capablanca, que el ajedrez debía formar parte del programa escolar. Su entusiasmo fue tal que pese a las tareas como hombre de Estado, solía inscribirse en torneos de clasificación del INDER y participaba desde la base hasta la primera categoría.

De esa manera tomó parte en lides por equipos contra el entonces Ministerio de Hacienda, el de Relaciones Exteriores, la embajada soviética, el Instituto Nacional de Reforma Agraria, el Cuerpo de Artillería y la Televisión Cubana, entre otros.

Su estilo sobre el tablero, afirman los especialistas, era intuitivo, sin rebuscamientos teóricos ni apegado a libros de apertura. Prefería un accionar táctico y basado en movimientos audaces y claros. Siempre luchó firmemente por la victoria, una cualidad general de su personalidad, y estaba convencido de que «el ajedrez es un educador del raciocinio».

Fue el precursor del torneo Capablanca In Memoriam y durante sus primeras ediciones estuvo presente como aficionado y activista. Tras su asesinato en 1967, esa justa se erigió como permanente homenaje a su impronta en el mundo de las 64 casillas.

Por todas sus contribuciones a este deporte, en el año 2009 le fue conferido el excelentísimo título de Caballero de la FIDE.

Pero como argentino al fin, el fútbol fue otra de sus grandes pasiones y solía disertar sobre los valores de esa disciplina como actividad aglutinadora y combativa.

Ser asmático le impidió practicarlo a plenitud, pero hizo todo lo posible para que el padecimiento no le dejara fuera de la cancha. Cuentan que se desempeñaba como portero la mayoría de las veces, un puesto que le exigía menos movilidad y le mantenía cerca del inhalador. Le gustaba revolcarse por el suelo y gritaba intensamente para dominar los oídos de sus defensores.

A ratos se lamentaba de que en Cuba el fútbol no despertara el mismo entusiasmo que el béisbol y otros deportes, por lo que trató de difundirlo y desarrollarlo. La mayor expresión de ese esfuerzo fue traer a la Isla, en 1962, al famoso equipo brasileño Botafogo, con el cual compartió y se fotografió.

En cuanto a la vinculación de Guevara con la pelota debe apuntarse que surgió apenas se enroló en la lucha liderada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Según William Gálvez, el acercamiento se inició poco antes de la expedición del Granma y creció durante la guerra en la Sierra, estimulada posiblemente por la amistad con Camilo Cienfuegos, ferviente simpatizante y buen jugador de nuestro pasatiempo nacional.

El fotógrafo Manuel Camín captó la imagen que publicamos en la galería de este material, la cual corresponde a un pitén disputado en las lomas de Oriente. La anécdota confirma que se armaron dos equipos de seis “peloteros” cada uno para lidiar en un terreno de dos bases, y que el grupo de Camilo salió airoso sobre el del Che, en un pleito matizado por «buenas discusiones por los intentos de picardía de ambos bandos».

A partir de 1959, las múltiples tareas no permitieron al Che jugar sistemáticamente al béisbol, aunque algunas veces acompañó a Fidel, Raúl, Camilo y otros dirigentes a los estadios, donde vistió el uniforme de Occidentales y presenció partidos. Gráficas de aquellos duelos se atesoran en nuestros archivos, entre las cuales destacamos la que preside este texto: Che actúa como inicialista en un choque celebrado en el hoy parque Santiago Changa Mederos, de la Ciudad Deportiva, bajo un torrencial aguacero. Tampoco en el deporte era fácil detener su ímpetu y pasión. ¿Quién dijo que la lluvia…?

Son incontables las historias y pasajes del Che deportista, de aquel hombre inmenso, agudo e incansable que dejó a nuestro movimiento atlético lecciones imposibles de soslayar, y que iremos redescubriendo ahora que homenajeamos el aniversario 50 de su partida a la inmortalidad.

A esa tarea nos dedicaremos, además, con el reto de estar a la altura de quien ejerció el periodismo deportivo con inteligencia y suspicacia. Muestra de su labor fue la cobertura a los Juegos Panamericanos de México 1955, como fotorreportero de la Agencia Latina.

El Che —su trayectoria, legado y ejemplo— convoca otra vez. Su muerte no ha sido verdad.

*Con información de Ecured.

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