Tokio.- PARECE un mundo paralelo pero nada más lejos de la realidad, el simple hecho de vagar por los recovecos de Akihabara, la fantástica ciudad electrónica de Tokio, noquea al forastero curioso y lo convierte en un zombie inerte de la tecnología.
Entrar a una tienda de Akihabara puede dejar boquiabierto a cualquier persona del mundo. Allí pueden interactuar con la tecnología más futurista -un robot inteligente, por ejemplo- hasta encontrar las más modernas cámaras digitales, reproductores de música, piezas ultramodernas de computadoras o videojuegos.
Pero el sexapil del gran barrio electrónico tokiota está en el 'underworld', en las callejuelas alternativas y angostas que, comercio tras comercio, ocupan metros y metros hasta el infinito y más allá.
En las tiendas más recónditas y furtivas, el forastero puede chocar con precios realmente atractivos para tecnologías de punta, la más simple y la más compleja, la del cosmos y la del planeta nuestro de cada día, la del pobre (no tan pobre) y la del rico, hay de todo tipo y calidad, de primera o segunda mano, o tercera.
Calificado como el mercado electrónico más conocido de todo Japón, Akihabara es una invitación a lo novedoso, a lo moderno e innovador. Sus enormes edificios, 'tapiados' muchos con personajes de videojuegos, mangas o famosos animados de la cultura local, emiten color en todos sus espectros, e indican, nadie lo dude, el camino hacia el futuro.
La diversidad de productos electrónicos, mercancías, salas de videojuego, tiendas de juguetes y comercios con "de todo", son abrumadores.
Si por alguna casualidad resulta agobiante el paseo dada la gran cantidad de neuronas utilizadas para asimilar todo el contenido, existen bares, cafés o pequeños puestos de comida para todos los gustos, en los cuales se puede refrescar y coger energías sin problemas, eso sí, -casi siempre- con música de fondo de animados japoneses.
Confieso que, a estas alturas, solo fui a Akiba -como le conocen- en horario diurno, algo imperdonable porque de noche el espectáculo es bestial, las luces de neón, dicen, iluminan todo y convierten el lugar en un show fascinante, panorámico y original en extremo.
Luego de consumarse la clasificación de Cuba a la segunda ronda del IV Clásico Mundial, se extendió automáticamente nuestra estancia en Tokio, así que la deuda nocturna con Akihabara será saldada a su debido tiempo para ver como luce el futuro bajo las estrellas.
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