LA REHABILITACIÓN es de los aspectos más importantes en el tratamiento de una lesión. Permite que la zona afectada recupere su estado de salud normal con ejercicios que aumentan la fuerza, resistencia y flexibilidad de los músculos que la rodean.
Sin la rehabilitación estos permanecen débiles, se prolonga el período de recuperación y se incrementan las posibilidades de que recurra la molestia.
Si se tiene en cuenta que los músculos crecen y se desarrollan en respuesta a la tensión y la fuerza a que están sometidos es fácil comprender que un cambio en la intensidad de estas, como ocurre con la disminución de la actividad, hace que se atrofien y debiliten.
De ahí el significado de los ejercicios terapéuticos, que someten al músculo a tensiones y fuerzas para prevenir y/o superar la pérdida de fuerza, resistencia y flexibilidad que provoca la lesión.
FUERZA MUSCULAR
La fuerza muscular es la capacidad de un músculo o un grupo de músculos para producir tensión en respuesta a una demanda. Decimos que un músculo débil ha disminuido de tamaño o se ha atrofiado. Con el ejercicio el músculo se hipertrofia, es decir, aumenta de tamaño. El número de fibras musculares puede incrementarse como respuesta al ejercicio.
La fuerza aumenta merced a un fenómeno denominado reclutamiento, mediante el cual se pone en funcionamiento un número mayor de las unidades que posibilitan la contracción muscular durante las fases tempranas del ejercicio, antes de que los músculos se hipertrofien.
RESISTENCIA
La resistencia es la capacidad necesaria para realizar distintas tareas en un período de tiempo. La resistencia muscular es la capacidad de contraer un músculo repetidamente o para generar tensión y mantenerla durante un período de tiempo prolongado.
La resistencia (o la condición física general del cuerpo) se refiere a la capacidad de éste para mantener un ejercicio de baja intensidad en un período determinado de tiempo.
Los músculos y cuerpos que no están en forma no son fuertes, y por lo tanto se hallan expuestos a un alto riesgo de lesión.
FLEXIBILIDAD
Además de la fuerza y la resistencia, es necesaria la movilidad o flexibilidad para que un deportista consiga un rendimiento máximo. La rigidez se produce cuando un movimiento normal de una parte del cuerpo se restringe de algún modo.
Un traumatismo provoca dolor e inflamación que conduce a un estado de rigidez, y esta provoca más dolor e inflamación.
El movimiento de las articulaciones y los músculos afectados constituye una actividad tanto curativa como preventiva.
Un ejemplo clásico es la distensión del tobillo, en el que la restricción de la flexión dorsal (movimiento de los dedos de los pies hacia la tibia) retrasa el proceso de recuperación.
Los ejercicios de flexibilidad deben estar especialmente diseñados para las distintas partes del cuerpo. Todos los ejercicios deben comenzar en un nivel bajo de intensidad e incrementar gradualmente la cantidad de resistencia.
Se inician tan pronto como sea posible después de la lesión, pero no deben provocar dolor. Los destinados a la amplitud de movimiento deben comenzar el mismo día de la lesión para reducir la rigidez.
Los ejercicios de resistencia pueden ponerse en práctica, habitualmente, a los 2-3 días de haber sufrido la lesión.
Los primeros ejercicios de rehabilitación se realizan de 20-30 veces en 2 o 3 series diarias. A medida que se incrementa la resistencia el número de repeticiones disminuye y los ejercicios pueden realizarse una o dos veces al día.
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