La Habana.- PROBABLEMENTE pocas personas en el mundo tienen la posibilidad de saludar a un medallista mundial u olímpico. Practicar deportes junto a ellos, en consecuencia, deviene no menos que en utopía.

Cuba es excepción de esa regla elitista. Los niños que asistieron al gran evento recreativo ralizado este sábado en todo el Malecón habanero y en el resto de las ciudades del país pueden dar fe de ello.

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A lo largo de la avenida podían verse los vecinos correr junto a Yipsi Moreno y su escuadra de medallistas de los I Juegos Panamericanos Júnior, o ponerse los guantes y recibir consejos de Julio César La Cruz.

Quien se llegó al parque Antonio Maceo pudo ver sobre un colchón improvisado, aportando sus saberes con acopio de humildad, al verdugo del norteamericano Dennis Koslowski en la final de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, Héctor Milián.

En otra esquina del parque, Yumilka Ruiz disfrutaba entre decenas de niños tanto como en cualquiera de sus lidias olímpicas. «Esto tiene que hacerse con más frecuencia», decía al presidente del Inder, Osvaldo Vento Montiller.

Los transeúntes podían hacerse fotos con sus ídolos y también con los dirigentes que los representan. No había allí encumbrados protocolos. El viceprimer ministro del gobierno, Jorge Luis Perdomo Di-Lella, ataviado con franela deportiva y gorra, repartía abrazos y posaba ahora con los miembros de una escudería de autos antiguos, con un grupo de niños alborotados luego.

Junto a ellos también podías ver pasearse por todo el Malecón, bailar en una comparsa de niños alegres, cantada y orquestada por los vecinos del lugar y todo aquel que se acercó hasta allí, a Aylín Álvarez, primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas en Cuba.

A esa congregación juvenil estaba dedicada la jornada que pretendía saludar el aniversario 60 de su creación y a todos esos niños pioneros que también celebran el 61 de su organización, la de pioneros José Martí.

Ellos eran precisamente los protagonistas. Se les podía ver halar una soga aquí, correr o montar en patines por allá, jugar con una pelota o empinar una cometa en el litoral habanero.

Quizá a cada paso te encontrabas con la gente haciendo cualquier actividad, una distinta a la otra, con el lema alentador de Vamos con Todo, pero en todas observabas un elemento común: la alegría sin límites de un pueblo de fiesta, porque tiene un montón de razones para celebrar.