La Habana.- IVETT Santiago llegó al fútbol para encumbrar, entre hombres, a la figura de la mujer. También para prestigiar con su ejemplo la práctica de un deporte considerado durante mucho tiempo como exclusivo de varones.

En 2007 cursaba los estudios de Derecho en la Universidad de La Habana. Un día el equipo masculino de fútbol se adiestraba y ella observaba con tanta pasión que el entrenador le pidió situarse en la portería.

¡Disertó! Detuvo el vendaval de disparos a que fue sometida y ganó la titularidad de la posición… «Así llegué al fútbol de forma seria. Antes solo había tenido algunos acercamientos durante el preuniversitario», recuerda en amplio diálogo con JIT.

Pasarían aproximadamente seis años hasta quedar atrapada en el fascinante mundo del arbitraje. Relata que el equipo femenino de La Habana, en el cual militaba, fue invitado a un curso para apropiarse de las reglas de su deporte y comprender la dinámica arbitral.

«Las profesoras Irasema Aguilera y Elizabeth Cuff me convencieron de dedicarme al arbitraje. Dejaron claro que tendría más opciones de seguir vinculada al fútbol, tomando en cuenta que era la tercera portera de aquel equipo. No se equivocaron», confiesa.

Silbato en mano transitó entre hombres por este camino y supo imponerse, sosteniendo con delicadeza el estandarte de la mujer cubana. Primero se le vio en torneos de veteranos, luego en partidos de los campeonatos provinciales. Así llegó a aquel primer choque entre Isla de la Juventud y Sancti Spíritus en la liga nacional de 2015.

Dos años después exhibiría la condición de árbitro internacional… «Desde entonces he participado en torneos clasificatorios de varias categorías, lo que ha permitido relacionarme con grandes árbitras de la región. Ahora tengo la posibilidad de trabajar por segunda vez en el premundial femenino sub-20 en República Dominicana», relata.

«Además soy candidata a la Copa Mundial Femenina de Fútbol de Australia y Nueva Zelanda 2023, un reconocimiento al esfuerzo», expresa con más responsabilidad que orgullo.

«He estado superándome con varios cursos online. Tengo entrenamiento metodológico y físico controlado por la Concacaf y la Fifa. Me asignan instructores y preparadores físicos, y también recibo apoyo de la Asociación de Fútbol de Cuba. Ahora mismo trabajo en la 106 liga nacional, lo que me ofrece partidos y la posibilidad de mejorar mi condición», resalta.

Ivett va sobrada al hablar y descubres, cuando la escuchas, su capacidad para hacer todo lo que se proponga, ya que imprime mucha pasión y posee un enorme conocimiento del ámbito futbolístico. Incluso se atreve a opinar sobre el futuro de esa disciplina para féminas en nuestro país.

«Como el fútbol está organizado en dos géneros, masculino y femenino, nosotras debemos ser capaces y tener la posibilidad de dirigir y organizar nuestros procesos. Nos falta incorporar a la mujer a la organización de torneos, a la dirección de equipos y a cuestiones administrativas. Ese sería un paso necesario para más desarrollo», sostiene.

«Hemos tenido buenas árbitras, algunas incluso con experiencia mundialista como la profesora Elizabeth Cuff, quien pitó una copa del orbe sub-20. Insertar a esas personas en los procesos del fútbol es vital para su desarrollo acá», detalla.

Insisto en particularizar algo más en ese mundo femenino, pero prefiere observar el fenómeno como algo global y sin distinciones… «La mujer desempeña un papel fundamental en el fútbol, lo dota de sensibilidad. Cualquier persona sin distinción de sexo puede practicarlo y seguirá siendo atractivo», expresa.

Luego me detiene con autoridad… «Falso. La mujer futbolista no tiene que verse masculina. Y merece iguales oportunidades para poder desarrollarse».

Otra distinción que favorece a Ivett es su profesión fuera de las canchas. A la par que imparte justicia en los partidos lo hace en los tribunales como fiscal… «Son profesiones con muchas similitudes. Mis estudios facilitan una mejor comprensión de las leyes, lo que permite concentrarme más en la parte física del fútbol. Ser abogada entraña una gran responsabilidad y exige tiempo de superación».

Su vínculo con el fútbol le ofrece prestigio y autoridad para referirse a sus rumbos en esta Isla. Cree, por ejemplo, que la evolución de su práctica ayudada por la tecnología demanda esfuerzos mayores. Entiende que contamos con buenos jugadores insertados en ligas profesionales y también con reconocidos entrenadores y árbitros. También considera que el nivel alcanzado por el arbitraje supera el de la liga nacional, de modo que deben ayudar más desde ese frente.

«Nos queda socializar con los jugadores lo que aprendemos en las clínicas internacionales. Estoy convencida de que eso puede ayudar mucho al fútbol en Cuba, que va por buen camino», concluye.