La Habana.- «ESTOY profundamente decepcionado», declaró Novak Djokovic luego del fallo del tribunal australiano que sentenció su expulsión del país.

Tras largas horas de audiencia y deliberación los tres jueces del tribunal concedieron la razón al ministro de Inmigración de Australia, Alex Hawke, que consideraba pertinente deportar al tenista.

Finalmente, el número uno del mundo abandonó el país continente escoltado por agentes de la fuerza fronteriza hasta el aeropuerto Tullamarine de Melbourne y con ello culminó la novela que acaparó titulares allí.

Así también se escapa la posibilidad de que el serbio defienda su título en el Open de Australia, del cual es el máximo ganador con nueve, coronándose en las últimas tres ediciones (2019, 2020 y 2021).

Novak perseguía también ubicarse como el mayor ganador de Grand Slam con 21 si finalmente conseguía imponerse en el torneo y separarse así de los 20 que le igualan con Roger Federer y Rafael Nadal.

El mejor tenista de la actualidad generó polémica tras su claro posicionamiento a favor de los antivacunas participando incluso en actividades públicas contagiado de covid-19.

Ello le causó problemas para entrar en Australia, donde las normas son estrictas en aras de evitar el contagio de sus ciudadanos. A partir de su llegada con una exención emitida por el gobierno local de Victoria, enfrentó una querella por parte del Ministro de Inmigración con apoyo del primer ministro Scott Morrison.

Hawke encontró dos causas para intentar deportar a Djokovic: mintió al llenar el formulario de entrada al país ocultando un viaje reciente a España y que su reticencia a vacunarse podría suponer un riesgo para el público y el buen orden de Australia.

El ministro decidió por lo segundo y se mostró satisfecho con la decisión de la corte alegando que «las sólidas políticas de protección fronteriza de Australia nos han mantenido a salvo durante la pandemia», a la vez que reconocía los altos niveles de vacunación en el país continental.

El representante del gobierno en el juicio, Stephen Lloyd, trató al tenista como un “ejemplo” para el movimiento antivacunas, resaltó que en su país de origen, Serbia, menos de la mitad de la población se ha vacunado y subrayó evidencia de que su condición de estrella le permite influir en los demás.

El fallo no se puede recurrir y las consecuencias para el tenista se agravan más allá de la imposibilidad de reeditar su título, pues según el Criterio de Interés Público 4013 del Anexo 4 de las Regulaciones de Migración en Australia, de 1994, con la deportación enfrenta además una prohibición de tres años para entrar al país.

Eso priva al máximo ganador del torneo australiano de participar en al menos tres ediciones de esa competición, a menos que el Ministro de Inmigración opte por una exención en años próximos alegando "circunstancias imperiosas que afectan los intereses de Australia".

El serbio no mostró resistencia para acatar el veredicto que justificaba la legalidad de su deportación y cooperó con las autoridades migratorias, lamentando instantes antes de abandonar el gigante suroriental: «Me incomoda que el enfoque de las últimas semanas haya estado en mí y espero que ahora todos podamos concentrarnos en el juego y el torneo que amo».