Tokio.- MÁS ALLÁ de los alrededores del hotel en que descansamos cada noche, esta cosmopolita ciudad se nos sigue presentando a través de los cristales de los ómnibus de prensa.

Por 14 días, tras el arribo al país, tenemos prohibido tomar el transporte público y visitar lugares que no sean propios de los Juegos o para alimentarnos, estos últimos yendo a pie desde el alojamiento.

Por tanto, la mirada a esta urbe, a su arquitectura y dinámica está marcada todavía por el trayecto de unos 30 minutos entre la zona cercana al conocido Tokyo Dome, la casa de los Gigantes de Yomiuri, y el límite terrestre de la bahía en que se levanta el Centro de Exposición Internacional de Tokio, el más grande del país y donde radican los centros de prensa y transmisiones de los Juegos.

Ne es mucho, pero basta transitarlo para corroborar la excelencia constructiva nipona, la fusión entre santuarios y rascacielos y el aprovechamiento óptimo del espacio, con soluciones civiles y viales verdaderamente impresionantes.

A ojos vista, además, queda claro que la infraestructura deportiva a utilizar será de primer nivel, claramente funcional, espaciosa y hermosa, aun cuando de las 43 instalaciones previstas solo ocho serán totalmente nuevas.

Con sumo orgullo, y en apego a lo demandado por el COI, Tokio 2020 reutilizará nada menos que 25 recintos, cinco de los cuales se erigieron para los Juegos Olímpicos de 1964, hace ya 57 años. Nos referimos al Estadio Nacional Yoyogi, al Parque Ecuestre, al Nippon Budokan, al Puerto de Yates de Enoshima y al Gimnasio Metropolitano de Tokio.

Desde la ventanilla del bus hemos apreciado ya las líneas inconfundibles del Gimnasio Nacional Yoyogi y del Centro de Polo Acuático Tatsumi, íconos arquitectónicos por la mezcla entre tradición japonesa y estética modernista occidental.

También disfrutamos las inmensidades del Centro Acuático de Tokio, concluido a inicios de 2020, y del Parque de Tenis Ariake, un complejo de 48 canchas abierto en 1983 y que ha acogido importantes lides profesionales a lo largo de casi cuatro décadas.

Insisto, se trata apenas de un botón de muestra sobre lo que Japón pondrá a disposición de los atletas en los Juegos de la XXXII Olimpiada. Y nunca mejor dicho, pues la otra esencia de estos colosos, el público, no podrá ocupar sus asientos y pasillos debido a la covid-19.

Por tanto, la experiencia de luchar así por el Olimpo será bien diferente para esta generación, sin duda mucho más íntima. Las fotografías sin esa marea humana de fondo dejarán testimonio de una época en que debimos aislarnos y hasta prohibirnos. Y las imágenes en movimiento serán la tabla de salvación para quienes siguen alimentando el espíritu de una cita deportiva por la paz, la amistad y la solidaridad.