Tokio.- LOS JUEGOS olímpicos suelen funcionar como despedidas, como caídas de telón para las carreras deportivas de luminarias y no tanto.

Así como cierran ciclos de cuatro años, estas citas ponen fin a tramos de vida y los sueños cambian de rumbo, a veces hacia la adultez, a veces hacia la familia, a veces hacia nuevas facetas de lo profesional.

Decir adiós en una cita bajo los cinco aros es un privilegio, en toda la extensión de la palabra, ya bien sobre el podio o debajo, ya bien premiado o relegado. Son los juegos a los que todos quisiéramos asistir, al menos como espectadores.

Las autoridades del deporte cubano afirmaron hace algunas semanas que los resultados de la Isla en Tokio 2020 se sustentan en una veintena de atletas, varios de los cuales califican como veteranos o experimentados, como gusta decir a muchos y es correcto.

Eso no resulta precisamente malo, ni tampoco demasiado bueno. Lo ideal está en el balance entre maduros y novatos, conscientes de que los “aparecidos” no pululan en las lides olímpicas.

Disponer de figuras destacadas con más de 30 años, en algunos casos cercanas a los 40, demuestra constancia y rendimiento, y garantiza particulares capacidades para enfrentar las más tensas situaciones.

Ahora bien, el almanaque no perdona y cobra caro cualquier desliz, más cuando las estadísticas confirman que la edad de los campeones tiende a bajar y existe una franja muy dorada entre los 24 y 28 años.

Tokio 2020 marcará la despedida de hombres y mujeres que han hecho época para el deporte cubano e internacional. Algunos lo han confirmado ya y otros se mueven entre dudas y habrá que esperar todavía para saber.

Dicho claramente están los casos del luchador Mijaín López y la judoca Idalys Ortiz...

El pinareño pretende redondear acá hazañas que le reservarían aún más la posteridad. Primero, convertirse en el primer gladiador (hombre) del mundo con cuatro medallas de oro olímpicas; y segundo, igualar con el esgrimista Ramón Fonst a la cabeza de nuestros multicampeones.

La artemiseña no se baja del podio desde Beijing 2008 y si sube esta vez igualaría o superaría (depende el color de la medalla) lo hecho por esa extraclase que responde al nombre de Driulis González.

Él no volverá al escenario bajo los cinco aros, pero hace unos días dejó abierta una rendija a la posibilidad de lidiar en justas profesionales o de menor rango, como los juegos centrocaribeños y panamericanos del venidero cuatrienio, en los cuales ganaría con una mano “amarrada”. Es la verdad.

Ella, por el contrario, ha decidido un adiós que se antoja oportuno, ni antes ni después. Seguro no lo recuerda, pero tras imponerse en Londres 2012 dijo a este reportero que pensaba asistir a Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020. ¿Por qué no? Me preguntó incluso. Y lo ha cumplido.

Eglys de la Cruz, nuestra única tiradora premiada a este nivel, se tomará un tiempo tras la cita que casi comienza. Su regreso a la línea de disparos dependerá de que la necesiten y de sus posibilidades personales, ha dicho.

Hablamos de una estelarísima, campeona centrocaribeña y panamericana, tercera en el rifle tres posiciones 50 metros en Beijing 2008 y a las puertas de figurar como la cubana con más participaciones olímpicas (5), igualada con Driulis González.

El canoísta Serguey Torres siente desde hace tiempo la presión, el empuje de los jóvenes de su equipo. Llegará al Canal Sea Forest en rol de protagonista y en condiciones de subir al podio del C2-1000, junto a Fernando Dayán Jorge. Pero cuando se apague el pebetero tendrá que enfrentarse a la decisión de colgar o no su pala, cumplida una destacadísima carrera.

Otro tanto sucede con los luchadores del estilo libre Geandry Garzón y Reineris Salas, a quienes les falta el premio olímpico tras mandar en la región, brillar a nivel continental y subir varias veces al podio mundial. Es ahora o nunca, porque cuando suene el silbato de sus últimos combates acá será tiempo para la despedida, seguramente.

La escuadra de boxeo también podría ver en acción, por última vez a este nivel, a alguno de sus legendarios, sobre todo al pinareño Roniel Iglesias, nacido en 1988, medallista por vez primera en Beijing 2008 y campeón en Londres 2012. Luego habrá de observarse la evolución de Julio César La Cruz (1989), Lázaro Álvarez Estrada (1991) y Yosbani Veitía (1992), notables todavía pero sin opciones de pestañear.

Termino estas líneas con un nombre muy especial, el de la pertiguista Yarisley Silva. Su ejecutoria nos ha robado aplausos, lágrimas y palabrotas más de una vez en estos años. Ella posee el ángel de la resurrección y a cada rato viene de la nada y supera la varilla bien alto. Pero con 34 años de edad deben ser estos sus últimos juegos olímpicos.

¡Qué privilegio mencionar estos nombres! ¡Cuántos años dedicados a Cuba y su pueblo! Habrá que rendirles los honores correspondientes…