Tokio.- CUANDO todas las puertas de acceso a los Juegos de la XXXII Olimpiada parecían cerrarse definitivamente, la guantanamera Elisbet Gámez eligió nadar y nadar como si estuviera en una piscina sin fin.

Como premio y alivio, el primero de julio le llegó la buena noticia de que había sido invitada a las pruebas de 200 y 400 metros estilo libre, más de lo que esperaba.

Escuchó el mensaje de su entrenadora Luisa María Mojarrieta en medio de una sesión de entrenamiento, y el primer deseo fue salir de la alberca a abrazar a todos.

Gámez ya conoce la experiencia de unos juegos olímpicos, pues asistió a Río de Janeiro hace cinco años y obtuvo el lugar 33 en los 200 metros libre.

Ahora, en circunstancias muy diferentes, sobre todo debido a la covid-19, se prepara para un evento que marcará un antes y un después en su carrera deportiva.

JIT conversó con ella de camino a esta ciudad y su testimonio no deja espacio a dudas sobre sus propósitos en la alberca tokiota y la mirada al futuro…

Nuestro diálogo comenzó por la obtención del wild card, esa tabla de salvación tantas veces empleada por nuestros nadadores.

«Imagínese, me tuvieron días y días esperando. Cada mañana preguntaba si había llegado algo y nada. No fue hasta el primero de julio que me confirmaron para los 200 y también para los 400, gracias a la marca B. Me lo dijo mi entrenadora “Lulú”, yo estaba entrenándome», contó emocionada.  

«Quería salir a abrazar a todo el mundo. Me sentí súper feliz después de un año malísimo, sin competencia clasificatoria ni nada. Una invitación era mi única oportunidad y ha sido la mejor noticia en mucho tiempo», agregó con tono de agradecimiento.

«Me he preparado bastante bien, aunque he tenido malos momentos como todo atleta. Estoy lesionada desde enero y aún no me recupero del todo. Se trata de una sobrecarga en los hombros. No obstante, siento que puedo mejorar mis marcas. Ya veremos porque uno no sabe qué sucederá el día de la competencia», reconoció.

Le preguntamos por la posibilidad de nadar en la mañana, tomando en cuenta los horarios establecidos para la natación de Tokio 2020, y entre risas nos comentó…

«A mí no me afecta la hora de competencia. Nunca he tenido la oportunidad de pasar a semifinales, que son las pruebas que inician en la mañana de Asia. Suelo competir una vez, como en Río 2016. De todas maneras, si sucediera, estoy preparada para eso, claro».

Ante tamaña frase le pedí profundizar en lo relativo a los propósitos competitivos, ante lo cual expresó: «El objetivo está en mejorar mis marcas en ambas pruebas, sobre todo el 1:58.55 de los 200 metros libre. Sin embargo, también quisiera mejorar el lugar 33 alcanzado en 2016. Lo ideal sería entrar entre las 16 semifinalistas de los 200».

La marca a la que hace referencia, ese 1:58.55, le permitió alcanzar la medalla de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla, Colombia, en 2018.

En cuanto a los 400 metros libre, la baracoense reconoció que tirarlos y lograr la meta dependerá de «como me encuentre. Si estoy bien los nadaré, de lo contrario mi entrenadora los retirará de mi programa. Los 200 son lo más importante». En esa prueba su límite personal anda por los 4:13.05 minutos.    

Elisbet busca inspiración en los esfuerzos realizados y en su familia, a la cual no ve desde hace un año, pero que le brinda apoyo todo el tiempo.

De cara al futuro, la mejor ondina cubana del momento afirma que «seguiré activa si mis hombros lo permiten. Cuando acabe Tokio 2020 me darán un tiempo de descanso para ver si pueden arreglarme, hacerme nueva otra vez. (risas)

»Quieren que llegue a los Juegos Centrocaribes de San Salvador 2023 y a los Panamericanos de Santiago de Chile ese mismo año. Pero yo digo que si estoy ahí, entonces trataré de asistir a París 2024. No soy boba (risas)».