París.- SIN TEMOR a dudas podemos afirmar que los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 serán los más difíciles que haya enfrentado nuestro movimiento deportivo.

Ya sé… No se trata de una frase nueva, de hecho el calificativo lo hemos empleado otras veces en contextos muy diferentes. Pero asumamos que tiempo atrás no podíamos imaginar una pandemia, ni el retraso de la cita cuatrienal, ni que la misma se celebrará con peligro real para la salud de sus participantes.

La covid-19 no desaparece aún. Será protagonista de Tokio y no descartemos que se cobre los sueños de algún participante. Sí, seamos realistas, y ojalá no sea ninguno de los cubanos que con tanto sacrificio y privaciones se han preparado y clasificado.

Tendremos la tercera delegación más pequeña desde Roma 1960. Y las razones están en una mezcla de factores: la imposibilidad de cubrir plenamente los procesos clasificatorios, lo que exigió la asistencia a muchas justas internacionales y eso se traduce en dinero, recursos y vías que no siempre estuvieron disponibles.

Por otra parte está la covid, que lo complejizó y encareció todo desde marzo de 2020. Recuerden: hubo que ir a París para llegar a México. Y finalmente está lo estrictamente deportivo, pues varios cupos no se obtuvieron por cuestiones de rendimiento, por fallar a la hora de la verdad.

De cualquier manera, asistir a Tokio ya es un logro para Cuba… Por la covid, por el Bloqueo de Estados Unidos, por las medidas mortíferas de Trump y porque frente a un panorama económico y social durísimo, el gobierno ha vuelto a priorizar el deporte.

No entendamos esto último como un favor o dádiva, en realidad se interpreta la voluntad de la nación y se reconoce que cuando la “timba se pone dura” el deporte puede recordarnos lo grande de este país y las razones que nos asisten para defender la Revolución. También porque entretiene sana y agradablemente…

En medio de la adversidad hay que destacar como saldo la labor metodológica y científica realizada. ¿Cómo preparar a atletas en condiciones de aislamiento, con frecuentes interrupciones de las cargas y sin todas las competencias necesarias? Se ha hecho, veremos los resultados en breve y quedará la experiencia para el futuro, con la aspiración de que no haga falta rescatarla. Y una idea más… Cuando hablamos de resultados incluimos el más importante de todos: preservar la vida de quienes en busca de una medalla llevarán su organismo al límite. Y no es chiste…

AL GRANO…

Si en algún momento se habló de protagonizar una actuación digna en la capital nipona, desde inicios de junio las autoridades deportivas de la Isla “tradujeron” eso al español: mantener a Cuba entre las 20 primeras potencias olímpicas. ¿Atrevido? Sí. ¿Posible? También.

Al argumentar el propósito se explicó que las figuras decisivas, esas con claras potencialidades de llegar al podio, y sobre todo a lo más alto, están clasificadas y preparadas. También trascendió que los máximos responsables del vaticinio, dígase atletas, entrenadores y federativos, convinieron en la ratificación de la aspiración trazada a inicios del ciclo, en el lejano final de 2016.

Todo lo anterior es verdad como un templo, pero no es ciencia exacta y la realidad se encargará de validarlo o no. Los nombres están a nuestro favor, los números no tanto.

Recordemos que hemos inscrito a los púgiles Andy Cruz, Arlen López y Julio César La Cruz, más otros de indiscutible alcurnia; a luchadores del tipo Mijaín López, Ismael Borrero, Alejandro Valdés y Gabriel Rosillo, por solo mencionar algunos; a atletas como Yaimé Pérez, Denia Caballero, Liadagmis Povea y Juan Miguel Echevarría, y hay más; a judocas como Idalys Ortiz, Kaliema Antomarchi e Iván Silva; al taekwondoca Rafael Alba, a los canoístas Serguey Torres, Fernando Dayán Jorge y José Ramón Pelier; y a los tiradores Leuris Pupo y Jorge Félix Álvarez.

Se trata de una mirada rasante, a lo mejor injusta, pero pocos dudarán de que ahí se concentran las mayores opciones de títulos y medallas en general. De todos modos, si no le satisface ese juicio, busque la lista de clasificados y descubra allí otras posibilidades más o menos argumentadas.

El minimalismo de este redactor tiene que ver con certezas: en los juegos olímpicos las sorpresas son pocas, y mucho menos las pintadas de oro; además, el curso de nuestro cuatrienio y los triunfos recientes no apuntan a un pico de resultados.

No obstante, entre tres y cinco preseas doradas, más algo de plata y bronce, deben alcanzar para un escaño entre los 20 primeros. E insisto en que deben, partiendo de la historia reciente y la hipótesis de que en el actual contexto las potencias cosecharán más, pues han podido prepararse mejor.

Líneas atrás comenté que los números no ayudan, y me refería a la variable de la efectividad establecida entre la cantidad de finales disputadas y los títulos y medallas logradas, entre otras fórmulas posibles. No es un asunto lineal, pero como norma a más finales disputadas mayores opciones de títulos y preseas.

Siendo racional en los análisis podemos avizorar presencia cubana en una veintena de finales, contando las directas (pesas, ciclismo de ruta) y las que exigen clasificación, ya bien para dos, seis, ocho o más participantes. Son pocas si pensamos obtener cinco coronas y 10 o más preseas en general.

Tengamos como referencia lo hecho en Barcelona 1992, con 52 finales y 14 títulos (27 %), en Atlanta 1996 (42-9, 21,4 %), Sídney 2000 (63-11, 17,5 %), Atenas 2004 (40-9, 22,5 %), Beijing 2008 (40-3, 7,5 %) y Londres 2012 (34-5, 14,7 %).

Pero más allá de estos números, sin dudas reveladores, tengamos presente que al podio suben personas, no modelos matemáticos. Usain Bolt y sus colegas colocaron a Jamaica en lugares de privilegio, y todo lo sacaron de la velocidad en la pista. Cuba intervendrá en 15 deportes y puede disputar medallas, en verdad, en siete de esos. La música es una cosa y bailar otra.   

Cierro estas líneas con un recordatorio: nuestros premios han de llegar en la recta final del calendario (1-8/8), con toda la tensión y expectativas que ello generará. Será otro de los intangibles que marcarán la huella cubana en unos Juegos que parecían condenados, pero que a fuerza de trabajo y un poco de buen “capricho” se inaugurarán el 23 de julio. ¡Enhorabuena!