ITALIA campea otra vez en Europa e intenta reinar como en los tiempos del viejo imperio romano. El martes avanzó sobre la península ibérica como hace más de 2 mil años, pero de forma menos arrolladora.
Más bien fueron los españoles los que sitiaron a la azzurra en su propio campo, y si bien el dominio abrumador de la posesión no generaba dividendos, el tridente Chiesa-Insigne-Immobile no asomó con peligro al arco de Unai durante gran parte del primer tiempo.
Dani Olmo era santo y seña de la Furia Roja y de sus pies llegó el mayor peligro para Donnarumma. La muralla Chiellini-Bonucci pocas veces se tambaleó antes como frente al rubio del Leipzig, quien recibía a las espaldas de Jorginho y Verratti con meridiana facilidad.
Ya no son tiempos de centuriones como Gatusso y Camoranesi y eso se notó. Entre Busquets, Predi y Koke anularon la media italiana que parecía renunciar al balón por convicción, pero a la que tampoco salían las contras como planeó.
Luego del descanso Chiesa descubrió el espacio a la espalda de Busquets y metió en problemas a la pareja de centrales de Eric García y Laporte, quienes terminaron desacreditando la apuesta de Luis Enrique. Estos muchachos prometen, pero aún están tiernos para sostener la zaga roja.
El de la Juventus afiló la daga y esperó el error de los jóvenes. En una mala salida, Insigne tomó el balón y lo cedió al 14 para dejarlos en evidencia con un recorte en el área y el remate de derecha al fondo de la red a la hora de partido. Así llegó la ventaja de la Nazzionale.
Italia volvía al plan de aguantar y correr cuando pudiera y España renunció al falso nueve para buscar goles de verdad. Diez minutos después del gol ya jugaba con más de uno. Morata primero y luego Gerard Moreno acompañado de Rodri.
Olmo seguía siendo España toda, descansando y dependiendo de su talento. Morata lo sabía y por eso se asoció con él para quedar solo ante el portero transalpino y batirlo de zurda ajustado al palo.
El empate a uno dio confianza a los españoles, pero el dominio de la pelota volvió a ser estéril. Olmo lanzaba fallos de Busquets y el mismo Morata, mientras Belotti no encontraba manera de salir del fuera de juego.
A la prórroga y los penales llegaron con una diferencia del 70 por ciento al 30 en la tenencia, pero un solo disparo más de los ibéricos entre palos. En seis partidos España apenas ganó uno y así no puedes esperar grandes cosas en el fútbol.
La tanda de penales se tornó en ironía. Olmo, el mejor del partido, y Morata, el héroe que devolvió a España a la Eurocopa 10 minutos antes de que se bajara definitivamente, fallaron sus penales y Jorginho engañó a Unai para dejar a los españoles con la miel en los labios y meter a Italia, con 33 partidos sin conocer la derrota, a dos del récord, en otra final.
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