SOUTHGATE no termina de convencer aun cuando gana. Eso sí, al clamor de las críticas habrá que reconocerle que ha recuperado a Wembley para The Three Lions, plantando bandera ante una legión teutona venida a menos. 

El técnico inglés no parece notar lo dichoso de contar con una de las selecciones más talentosas que se puede. Si no… ¿Cómo explicar que salta al campo dejando en el banquillo a Foden, Sancho, Mount, Rashford y sobre todo a Grealish?

La declaración de inferioridad británica dio, por decantación, respiro al conjunto alemán, que aprovechó a un local pusilánime para intentar hacerle daño, aun cuando los tanques que derribaron puertas yacen engrasados al costado de la cancha. Timo Werner y Havertz no están para los trotes del barro y el cañón, pero sí para la diplomacia estéril que discursa y adjetiviza, pero no concreta. 

Sólo hubo una mitad más aburrida y rácana que la primera del Inglaterra versus Alemania en octavos de final de esta Eurocopa, y fue la segunda. El empate a cero amenazaba con durar 120 minutos. Aun cuando la promesa del Chelsea probó a Pickford sin éxito, el fútbol no apareció hasta que Gareth Southgate decidió dar minutos al talento y metió por fin a Grealish.

El jugador del Aston Villa y con el que el City pretende inflar (aún más) el mercado, cambió con pocos retoques la decoración a ceros del marcador. Un pase bordado para Shaw, quien a su vez le devolvió un balón a Sterling que sólo tuvo que empujar para el 1-0.

Raheem sigue dando la razón a la apuesta de su técnico con goles incluso frente a los argumentos más sólidos en su contra. El del City está dotado de muchas cosas, entre ellas, la suerte. Fue lo que le acompañó cuando después del gol perdió una pelota en la medular que falló Muller por muy poco frente al portero inglés. 

El antónimo de la suerte del delantero de origen jamaicano lo sufrió el del Bayern, quien a pesar de cosechar 10 goles en copas mundiales se despidió de su tercera eurocopa sin mojar. 

Grealish a lo que sabe, la magia. Cuando los alemanes intentaban, más por casta que por condiciones, con Gnabry y su pólvora mojada amagando sin concretar, en un centro pintado a la cabeza de Harry Kane, el 10 de los villanos le ahorró el silbatazo al principal Danny Makkelie y cinco minutos al partido. 

El 2-0 final bajó a la Mannschaft de la Euro y acabó con el ciclo de Low de la peor manera. El grupo de la muerte quedó sin representación en cuartos, a donde sí llegó Inglaterra con suerte y muchas dudas.

A segunda hora se vio un partido que prometió menos y terminó dando mucho más, sobre todo en los 90 minutos reglamentarios, o un poco menos, porque luego del ritmo frenético que llevaron suecos y ucranianos la prórroga terminó por ser un despropósito aunque con final épico.

Cuando ya todos daban por sentado una definición en la lotería de los penales, y hasta lo preferían al espectáculo engorroso de lesiones y poca continuidad, apareció la cabeza de Dovbyk que entró para cobrar un penal presumiblemente y terminó marcando un gol histórico con una obra de arte de Zinchenko en el pase dibujado hasta su frente. 

Era el minuto 121 y Suecia jugaba con uno menos por la expulsión de Danielsson, quien dejó en malas condiciones a Besedin en una entrada descontrolada. Desde el primer parcial persistía el empate a un gol por bando. 

El mismo Zinchenko abrió el marcador cercano a la media hora a pase extraordinario de Yarmolenko, y luego Fosberg empató antes del descanso. El del Leipzig tuvo todo para dar vuelta al encuentro hasta dos veces, pero los palos también juegan para infortunio propio y dicha de Shevchenko, quien ha logrado guiar a la nave amarilla por primera ocasión en la historia a unos cuartos de final de la eurocopa.