GALES se encontró con una Dinamarca que vino de menos a más en el torneo. La Dinamita Roja comenzó perdiendo con la debutante Finlandia, drama incluido por el susto de Eriksen, pero terminó clasificando a octavos con goleada a Rusia.

Los Dragones salieron impetuosos en la Johan Cruyff Arena. El rival no era precisamente un bocadillo fácil de ingerir, pero pudo tocar algo peor. Bale lo intentaba por activo y por pasivo, pero no encontró fortuna ni gol.

Quien sí encontró ambas fue Dolberg para poner al rival en ventaja inmejorable. Primero, a los 30 minutos, metió un disparo bajo, ajustado al palo y con rosca suficiente como para regar a Ward sin posibilidad alguna de llegar al balón. 

En el segundo llegó la suerte. Primero un balón salvado por Braithwaite en la línea de banda que prolongó por todo el carril derecho y metió al área sin mucho criterio. Sin embargo, el despeje de Williams fue un regalo para que Dolberg rematara al portero galés con el segundo de Dinamarca y de su cuenta personal. 

A esas alturas ya corría el segundo tiempo y lo que pudo ser el repunte de Gales terminó como el tiro de gracia a los nórdicos. Page reclamó falta en la jugada previa al gol, pero el VAR lo dejó sin razón y el rival sin opciones. 

De ahí en más se coció el pan danés sin que Ramsey y Bale asfixiaran el fuego lento, pero continuo, de Kjaer, Hojbjerg y Maehle. El del Atalanta se mandó un golazo: dentro del área británica tuvo tiempo de recortar a todos y acomodar para la zurda y definir como crack. Era el premio a un partido de 10. 

Braithwaite, otro que mereció y tuvo, encontró en el descuento su premio y puso el 0-4 definitivo cuando el rival jugaba con 10  por expulsión de Harry Wilson, quien entró pretendiendo ser revulsivo y terminó por no soportar la frustración. Dinamarca, especialmente inspirada, lanzó un mensaje muy serio. Ya están en cuartos. 

Allí también estará Italia, que anduvo lejos de pasear como los daneses y encontró en Austria un camino sinuoso y empedrado. Este sábado no fue la que arrasó en el grupo, pero sí la que gana partidos y ya van 12 en línea, incluso sin permitir gol en 90 minutos. 

Los de Mancini sintieron la presión y les fue difícil sortear las dificultades que imponían los de Foda, sobretodo los pocos espacios que dejaba un frontón armado con Hinteregger y Dragovic, ayudado además por la falta de tino de Immobile que comienza a desesperar a quienes ya dudaban de él.

Spinazzola jugaba en otra liga, una muy superior a la de Di Lorenzo, quien hizo cuestionar el esquema de Mancini. Berardi tampoco acopió sus mejores minutos en la selección, más cuando falló lo que pudo desterrar las angustias de la azzurra de un tirón en el ocaso del partido, apostando al tiempo extra. 

Antes, el díscolo Arnautovic silenció a los tifosi con un cabezazo a la red de Donnarumma, pero el VAR les devolvió la voz por posición incorrecta. Luego otro susto: Pessina agarró a Lainer en el área, pero el VAR le echó el cable otra vez delatando la posición adelantada que invalidó el posible penal. 

Tarde llegó Chiesa, pero trajo dicha. Al minuto cuatro del extra se asoció con el mejor, Spinazzola, quien llegó por enésima vez para servirle al de la Juventus en el 1-0. Pessina puso tranquilidad 10 minutos más tarde y hasta se vio relajamiento en la Nazzionale, que sin embargo vio el récord de imbatibilidad quebrado en mil 143 minutos. 

Probablemente eso importe menos después de sortear con éxito la presión. Eso será determinante para que esta escuadra aprenda a ganar también cuando sufre. Solo así se logran los campeones.