STANISLAV Cherchésov señaló al portero Shunin por el pésimo partido ante Bélgica, en la Eurocopa de Fútbol 2020, e hizo debutar al jovencito Safónov, cuidando el arco ruso ante la sorprendente Finlandia.

La otra novedad en el once fue la del centrocampista del Atalanta Alexéi Miranchuk. Ambas terminaron dando resultados: la puerta quedó incólume y este último derribó las esperanzas de los debutantes de conseguir su segunda victoria con un zurdazo en el ocaso de la primera mitad.

Los Búhos Reales no hicieron de su derrota un pasaje placentero. Pohjanpalo metió una pelota en el fondo de la red comenzando el partido, solo que el árbitro la anuló por un estrecho fuera de juego. 

Los fineses pelearon todo el tiempo, incluso pudieron empatar en par de ocasiones, pero el minuto 90 llegó con victoria para los eslavos y el triple empate en la cima del grupo B a falta del partido entre Bélgica y Dinamarca. 

Turquía, de lo que pudo ser vino siendo decepción. Los otomanos dejaron ir la oportunidad de reengancharse en la pelea ante los galeses, en un partido jugado en las áreas y con exceso de desacierto ante las porterías. 

Los británicos intercambiaron roles y esperaron a la tercera ocasión en que juntaron a Bale y Ramsey. El primero como lanzador y el otro como matador ocasional. Aaron, después de fallar dos clarísimas, controló de pecho ante Cakir y fusiló a quemarropa para el 1-0 justo antes del descanso. 

Los sultanes intentaron empatar encomendados al juego vertical, pero Yilmaz no tenía acierto, Under se disipaba ante la impotencia y Calhanoglu buscaba la solución más enrevesada e inoperante para subir el balón.

El partido era caótico en los últimos 25 minutos. Los galeses intentaban perder tiempo ante la ida y vuelta vertiginosa. Sin embargo, justo en el alargue, encontraron la mejor manera de acelerar el reloj: Bale recibió de un córner en corto y condujo por la línea de fondo hasta la puerta y disparó con el exterior, mientras Cakir mandaba al córner nuevamente. 

Otra vez fue el saque en corto para Gareth, quien esa vez sorprendió sirviendo para Connor Roberts en lo que sería su segunda asistencia. El lateral diestro puso el 2-0 definitivo, que ubica a Gales muy cerca de los play offs.

Italia aseguró su puesto con un partido todavía por jugar. Mancini ha hecho que este equipo juegue como engranaje de relojería y encante a medio mundo, aún lejos de los reflectores del favoritismo.

La azzurra juega de memoria, gusta y se gusta. La presión asfixiante desde el minuto uno fue insoportable para Suiza, que perdía balones cerca de su área y sufría amargamente los latigazos de Berardi, Insigne o Immobile. Habrían supuesto un desastre si este último hubiera contado con mayor puntería.

La falta de oxígeno en la media fue provocada por Jorginho, a quien no le hace falta la pelota para jugar bien y mandar en la medular; por Barella, quien no necesita intimidar como Gattuso o Camoranesi para quitar y lanzar el juego; y por Locatelli, “oro molido” en la marca y el ataque. 

La Nazionale marcó temprano con una pelota dormida luego de un córner que aprovechó Chiellini, mas una mano del defensor anuló la acción. Spinazzola era un tren sin frenos por el carril derecho de los transalpinos y a Embolo casi no lo vieron los helvéticos.

Entonces comenzó el show de Locatelli, quien abrió una pelota recuperada por él mismo con Berardi y su compañero del Sassuolo avanzó por la derecha y la devolvió después de un carrerón trepidante que Manuel mandó a la red con furia.

Luego del descanso, el cinco italiano soltó un zurdazo de fuera del área con un trayecto quirúrgico entre los centrales suizos para vencer a Sommer y poner el 2-0 en la pizarra.

Immobile se redimió en el minuto 88 con un disparo de fuera del área que supuso el 3-0 definitivo. Italia, con Mancini al mando, encadenó su partido 29 sin conocer la derrota, con 31 goles marcados en los últimos 10 y la puerta en cero. Si no les va bien lo de favoritos por lo menos les alcanza para atemorizar a los rivales en toda Europa.