La Habana.- CON APENAS 24 años de edad Margarita Teresa Correa Vidal vivió su primera experiencia en la búsqueda de sustancias estimulantes en atletas de alto rendimiento. Ocurrió durante el I Campeonato Mundial de Boxeo de La Habana 1974, en el Coliseo de la Ciudad Deportiva.

La joven era técnica analítica y laboraba en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC)...

«No trabajé en el equipo que procesó las pruebas, pero estuve cerca de algo que la vida, sin saberlo, me tenía reservado: la lucha contra el doping», confesó a JIT quien posteriormente se convertiría en referente del tema en nuestro país.

Para prepararse, en diciembre de 1980 viajó a España como parte de un grupo de analistas que se insertaron en varios laboratorios antidoping.

Dos años después, cuando el CNIC fungió como cuartel general para procesar las muestras de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana, Teresita ya estuvo en el “Todos Estrellas” de la Isla para pelear contra el flagelo internacional.

En esa ocasión contaron con la ayuda de expertos del centro antidoping soviético, quienes poseían la experiencia de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980.

Casi una década más tarde, los XI Juegos Panamericanos de La Habana confirmaron que Cuba apostaba por el juego limpio. Nuevamente el CNIC hospedó a los descubridores de tramposos, gracias a la instalación de equipos alquilados al laboratorio ABC de México.

«Viajamos allá para entrenarnos y actualizarnos. Hicimos equipo con los mexicanos y barceloneses, quienes montaron la técnica y nos asesoraron en el trabajo. Los españoles se preparaban para los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992», rememoró.

«El ala izquierda del cuarto piso se convirtió en el laboratorio antidoping. Trabajamos duro, en jornadas de hasta cien muestras. Allí nos visitó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y me hicieron una foto», expresó a JIT quien para entonces ya se había graduado como Licenciada en Bioquímica en la Universidad de La Habana.

«Todavía no existía el Laboratorio Antidoping de La Habana (LAH) cuando le empecé a trabajar. Como había participado en los Centrocaribes de 1982 y los Panamericanos de 1991 me localizaron en el CNIC para que ayudara en la base de lo que sería», rememoró la experta nacida el 15 de febrero de 1950.

«Empezaron las conversaciones con el doctor Mario Granda, director del Instituto de Medicina del Deporte (IMD); con el subdirector Roberto Socarrás y con un grupo de arquitectos encargados de la parte constructiva», señaló.

«Entre tres locaciones analizadas se escogió esta (100 y Aldabó), por la cercanía al IMD y al Aeropuerto Internacional José Martí, puerta de entrada de muchas muestras», detalló.

«Ayudé a los arquitectos a definir dónde estarían los departamentos de recepción de muestras, cromatografía gaseosa, líquida, etc. Así se fueron conformando los diferentes locales de la instalación», recordó.

«De ese modo diseñé la que sería mi segunda casa. En esa época todavía trabajaba en el CNIC y prestaba servicios en el IMD, pero al final me quedé aquí para dedicarme completamente a la batalla antidoping», afirmó quien por 12 años fungió como jefa del área analítica, considerada el cerebro de la entidad.

«El día de la inauguración Fidel me firmó la foto que nos hicieron en 1991, durante los Juegos Panamericanos de La Habana. Me le acerqué y aprovechó para conversar un rato con quienes le rodeamos. Todos éramos del grupo que había trabajado en los Panamericanos. Inolvidable…», aseguró con la modestia que siempre le ha caracterizado.

Teresita se jubiló en el año 2013, pero cumplió el mandato de su corazón y regresó ese mismo año…

«Se plantea que los laboratorios solo descubren el 10 por ciento del dopaje existente. Yo pienso que eso ha variado con el tiempo. Ahora las farmacéuticas, antes de sacar un nuevo medicamento, evalúan si puede tener acción dopante y alertan», señaló la asesora principal del actual director del centro, el doctor Rodny Montes de Oca Porto.

«La AMA ha dado un vuelco a todo eso, y aunque son muchos los arriesgados se acorta la brecha en la identificación de las sustancias dopantes», aseveró.

El LAH no solo posee 18 acreditaciones de la AMA, sino también las normas ISO actualizadas. Además trabaja mancomunadamente con la Brigada Nacional Antidopaje, encargada de monitorear a nuestros atletas durante su preparación.

«La Brigada está adscrita al Órgano Nacional Antidopaje, que se subordina al Comité Olímpico Cubano. No pertenece al LAH, es independiente. No puede ser de otra manera, pues se generarían conflictos de interés. Sus integrantes toman las muestras y nos llegan tras un número o código. Aquí les damos otro interno y realizamos el trabajo», explicó.

«Arribar a 20 años ha sido un proceso largo y duro, pese a todo el apoyo recibido. Muchas veces hemos trabajado a puro corazón para no perder la acreditación. El Bloqueo de Estados Unidos nos hace mucho daño», sostuvo.

«La inestabilidad laboral ha sido otro gran reto, pues mientras se incrementan las pruebas y sustancias a detectar, hay profesionales que han emigrado hacia instituciones del polo científico. No obstante, prima el deseo de seguir adelante», resaltó.

«Trabajamos con los pasaportes biológicos de los atletas cubanos, respecto a análisis de orina y sangre, y pretendemos hacerlo también desde el punto de vista endocrino. Hasta ahora la gran mayoría ha dado negativo en los eventos internacionales», enfatizó.

Teresita prestó servicios durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016; los Panamericanos de La Habana 1991, Río de Janeiro 2007 y Guadalajara 2011; y en los Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982 y Veracruz 2014.

«Estoy próxima a cumplir los 71 años de vida. Este Laboratorio es parte de mi felicidad», concluyó esta profesora de generaciones, voz autorizada si de dopaje hablamos.