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MAYO, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
DÍA DEL ÁRBITRO CUBANO
Amado Maestri, el mejor de todos

Si como pelotero su desenvolvimiento fue discreto, como juez alcanzó la fama y gozó de enorme prestigio en la Isla y la cuenca del Caribe.


Por Víctor Joaquín Ortega
viernes, 4 de diciembre de 2020 10:13 AM



Foto: Archivo

La Habana.- LOS ESTUDIANTES se lanzan al terreno del Gran Stadium del Cerro para protestar contra la tiranía. Es noviembre 26 de 1952. Portan una tela cual grito contra el batistato. Su rebeldía enciende las gradas. José Antonio Echevarría, Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó van al frente. Los esbirros atacan.

El umpire Amado Maestri entra a la historia mucho mejor que cuando expulsó al “millobandido” Jorge Pasquel del parque Delta, en México. Se sitúa al lado de los jóvenes, se opone a los polizontes. Desde entonces, el pueblo lo amaría todavía más.

La escena se repitió: «El domingo 4 de diciembre de 1955 un grupo de estudiantes al mando de Juan Nuiry, presidente de la FEU, en sustitución de José Antonio Echevarría, que estaba herido y arrestado, se lanzó al terreno del Coloso del Cerro durante un partido entre Habana y Almendares. La golpiza no se hizo esperar, pero el acto surtió el efecto deseado».

Así lo narró el propio Nuiry en el artículo Desafío sin precedentes, publicado en el periódico Granma el 6 de diciembre de 2005.

El luchador destacaría además: «Todos después fuimos detenidos. Recuerdo la posición digna y valiente asumida por el árbitro Amado Maestri…», resalta el profesor e historiador Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga en su destacado libro Pasiones y leyendas de la pelota cubana.

El gesto de Maestri era lógico en un hombre siempre opuesto a lo mal hecho. Su fuerte relación con el pasatiempo nacional tuvo su primer antecedente de 1928 a 1930, cuando fungió como receptor del Cubanaleco.

Dirigente sindical de los eléctricos, participó en la huelga de 1935 contra Batista. «Como resultado de esa huelga, el dictador decretó la cesantía en las industrias de todos los líderes obreros. Yo caí en esa orden. Incluso estuve preso muchos días. Esa orden equivalía a morirse de hambre», expresó Amado.

Un amigo le aconsejó: «Compadre… ¿Por qué no te metes a ampaya? Tienes condiciones y con eso te ayudas a resolver el problema económico». Debutó en el campeonato juvenil de 1935. De inmediato ganó un puesto en la Liga Nacional Amateur. El brillo lo conduciría a la profesional y a agigantarse, pues decir Maestri significaba pelota en Cuba tan solo dos años después de comenzar su labor tras el plato.

Confesaba que «cuando me decidí a ampayar no lo hice festinadamente, a pesar de mi situación. Sabía que la profesión  no era muy grata, pero esperaba triunfar».

Conocía las reglas del béisbol, estudiaba, oía los consejos de los experimentados, amaba profundamente la lid de los jits y los strikes. Claro, su base para vencer la integraron el coraje y la honradez.

Supo llamar la atención a tiempo y jamás fue débil ante la protesta airada. Respetaba y se daba a respetar, en una etapa en que no pocas veces debía intercambiar trompadas con los expulsados después del juego. Ni los más exaltados osaron tirarle un puñetazo en el terreno, a diferencia de otros que incluso acabaron noqueados. Hasta los más violentos sabían de los riesgos.

AQUELLA “PASQUELADA”

El millonario mexicano Jorge Pasquel le salió al paso a las Ligas Mayores con otro negocio: la Liga Mexicana. Había contratado a Maestri y a otro juez cubano, Raúl “El Chino” Atán.

En ese encuentro de 1947, el primero, estaba Maestri en el home plate, como siempre. Atán trabajaba en primera base… Colás toca la bola, el juez principal decreta foul, mas el cátcher Owen  toma la pelota y toca a Wright, quien viene desde tercera en pos de la goma. El receptor brinca, grita, protesta… Mejor que Amado lo siga contando…

«Owen me vino encima como una fiera. Pero con los brazos hacia atrás para demostrar que no tenía intención de pelear, sino de discutir, de echarle a la escena un poco de coraje escénico y un poco de pimienta. Mientras Mike Owen chillaba y hacía su show, no despegaba la cara de la mía. Pero nada decía que pudiera molestarme. Comprendiendo que la protesta se prolongaba demasiado, le dije: ¡Usted está expulsado del terreno! Y aquel hombre que parecía comerse al mundo, bajó la cabeza, se quitó los arreos y obedeció sin decir una palabra más».

El espectáculo continúa, ahora afeado: «Cuando Owen se iba hacia las duchas, bajó el magnate Pasquel, me dijo que si yo tuviera vergüenza abandonaría el campo en el acto. Yo le respondí que abandonaría el terreno y me iría de México al terminarse el juego, pero que quien tenía que largarse en ese momento, sin perder un segundo, era él… y lo boté».

El ricachón intenta regresar, conato de bronca. Atán separando. Luego, el Sordo, guardaespaldas de Pasquel, intenta apuñalar a Maestri. La intervención de El Chino lo evita. Ambos continúan actuando hasta el último out. Al otro día, renunciaron y se marcharon.

«Después del juego y del incidente, Owen vino a verme. Estaba muerto de risa. Me dijo: Perdóneme, umpire, comprendo que usted tiene la razón. Y me dio un abrazo…», rememoró el protagonista del suceso.

El pueblo azteca lo comprendió y abrazó también. Su foto invadió las publicaciones. Lo aplaudían, excepto el diario Novedades, propiedad de los hermanísimos Pasquel… «Me pedían autógrafos por dondequiera, me estrechaban la mano; la escena se repetía en todas las partes a que llegaba», recordó.

cuaLIDADES DE UN ÁRBITRO

El periodista José González Barros, gloria de nuestra profesión, le preguntó en 1947 sobre las cualidades de un árbitro.

«Rectitud tanto dentro y fuera del terreno, llevar una vida ordenada y, principalmente, un gran conocimiento del juego y de las reglas del béisbol, y la indispensable sicología de los jugadores», le respondió. En esa misma entrevista advirtió: «Es una injusticia contratar umpires americanos habiéndolos aquí muy competentes».

No se quedó en las frases, a pesar de tener segura su plaza. Batalló por los colegas, presentó su renuncia, llevó el problema al Ministerio del Trabajo. En la denuncia escribió: «Nos oponemos a la contratación de árbitros americanos para actuar en el baseball profesional de nuestro país, debido a que en Cuba los hay capaces como ellos, y a causa también de que en los Estados Unidos no utilizan los servicios de ampayas cubanos en los juegos de Grandes Ligas».

Ganó la mencionada pelea. Para la victoria plena hacía falta un gran cambio. No fue ajeno a esos combates. La más estruendosa ovación que el público cubano ha ofrendado a un árbitro correspondió a Maestri en 1958, cuando después de permanecer algún tiempo en el Castillo del Príncipe, por la posición asumida contra el desgobierno, ocupó su puesto tras el receptor. Ese golpear de manos demostraba también el repudio al régimen. 

AMADO... 

Nació en La Habana el 8 de diciembre de 1909. Jugó béisbol con varios equipos en las categorías juvenil y amateur. Vistió las franelas del club Cubanaleco en la Unión Atlética Amateur de Cuba.

Si como pelotero su desenvolvimiento fue discreto, alcanzó la fama y gozó de enorme prestigio en la Isla y en la cuenca del  Caribe, incluido México, por su capacidad, conocimiento, personalidad y sentido de la justicia y el pundonor, atribuible  a todo árbitro.

Sin proponérselo, creó una filosofía de arbitraje de béisbol según los expertos. Brilló en los torneos de la Unión Atlética, de la Liga de Béisbol Profesional y en las dos primeras series nacionales. Murió en La Habana en septiembre de 1963.

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