SE MURIÓ Maradona y Argentina se quedó sin Superman. No obstante, allí no hacen falta superhéroes porque nacen dioses descalzos que se raspan las rodillas y parten los tobillos. 

Por Villa Fiorito se encuentran estampillas que no caben en ningún paraíso. Tienen las piernas rotas las estatuillas, otras llevan fango en los zapatos porque los fieles se ensucian en el lodo de las siete canchitas, como bautizo.

Se fue “El Pibe”, peleando como llegó. No cabe su evangelio entre el oropel porque está sucio de la mano de los pobres. El órgano no suena las milongas porque apenas sale el griterío divino que evoca su omnipresencia.

Diego tenía su propia iglesia y aún en vida le veneraron. Una iglesia al aire libre en que no escondió siquiera los pecados, como tampoco escondió las adicciones que lo maltrataron más que las patadas en las encarnizadas batallas sobre el césped.

Al lado siempre de las causas nobles, no olvidó de donde venía, a pesar de salir campeón del mundo en 1986 y conquistar Europa a base de goles.

Se comprometió con los del Sur y los situó en el mapa mundo por derecho propio, o por aquella zurda que inmortalizó Víctor Hugo narrando el gol del siglo. Diego, para entonces, ya era inmortal porque decidió compartir esta vida terrenal con todos. 

Con esa misma zurda dignificó a la Argentina frente a los ingleses que ocupaban las Islas Malvinas. Con esa izquierda del Che y Fidel, a quien regaló un espacio en el gemelo de esa pierna mítica, se burlaba del disparate académico del fin de la historia.

A Fidel, incluso, le ha ido a acompañar en el cuarto aniversario de su muerte. Hasta para morir el Pelusa le guardó fidelidad.

Se fue el más grande de todos. Se fue porque no necesitaba estar más tiempo aquí. Los dioses no se conforman ni arrepienten. Ahora no está para las cámaras que le persiguieron siempre, pero seguirá corriendo para dejar tirado al adversario, o para empujar un gol con la mano, siempre vestido con el azul de Argentina o Boca Junior.

Cuando pase el diluvio de lágrimas que provoca su partida física, Diego seguirá pisando los pastos, inspirando lo bueno y partiéndose en millones. Diego es para siempre.