Foto: Tomado de Fidel: Soldado de las ideas

La Habana.- ACOMPÁÑAME en mi viaje al 19 de noviembre de 1961. Los pasos serán tan ardientes como lo vivido entonces. No me limitaré a decir que de aquello surgió el Día de la Cultura Física y el Deporte, establecido en 1985 mediante un decreto del Consejo de Ministros. De hacerlo así, nos heriría el frío.

Ven conmigo a lo sucedido esa jornada en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, al hecho y las palabras que fundaron una efeméride llamada a residir en nuestros corazones.

Disfruta de la I Plenaria Nacional de los Consejos Voluntarios Deportivos (CVD)… A los más jóvenes podrás enseñarles después el importante papel desempeñado por aquellas personas. A los veteranos podrás recordarles un suceso trascendental.

¡Que no se escape lo esencial de las palabras de Fidel! ¡Que no se escapen las experiencias acumuladas para construir la base del desarrollo posterior y actual! Hará bien sentir la atmósfera reinante esa vez, en el Coliseo de tantas victorias.

Nos rodean blancos y negros con unas ansias tremendas de forjar. No piden algo a cambio. Bueno, sí, los avances… Hay muchísimos más hombres que mujeres, me dices con la mirada… Pero no te preocupes, ellas se incorporarán y —con el paso delicioso del tiempo— aportarán su fuerza especial para robustecernos.

Con la victoria revolucionaria y la llegada del Capitán Felipe Guerra Matos a la Dirección General de Deportes empezó el derrumbe del muro que separaba al pueblo de este ámbito.

Se trata de la primera etapa de nuestro movimiento deportivo, la inicial o básica: se extiende desde enero de 1959 hasta el 23 de febrero de 1961, cuando surge el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder). Lo dirigiría el luchador revolucionario, integrante del 26 de julio, José Llanusa Gobel.

En la segunda fase, que denomino del esfuerzo decisivo (1961-1970), caería la barrera para siempre. El deporte sería derecho y deber del pueblo. Una transformación en el sector no podía quedar fuera de la impronta revolucionaria.

En la plenaria del 19 de noviembre de 1961 se escuchó un lenguaje distinto. Y estaba en boca de los forjadores, de los defensores del gran sueño y de la necesidad de pegar un gran salto en las lides del músculo. El clamor venía de abajo, pues como señalara Fidel el 29 de enero de 1959, en una reunión con personalidades del sector, «el deporte es fuente de voluntad, constancia, vigor físico y agilidad mental».

Para edificar una sociedad más justa era indispensable contar con ciudadanos de tales cualidades. Y aunque Fidel no negaría la necesidad del alza en las justas internacionales, para que los resultados no fueran de nuevo tan vergonzosos, colocaría a la masividad como lo primordial, por encima de medallas y récords.

En definitiva, para el avance cuali y cuantitativo del deporte y la educación física, las masas tendrían que realizarlo en escuelas, fábricas, comunidades… Y los CVD resultarían arma y alma fundamentales.

El músico de una orquesta reconocida era también cinta negra de judo: en los momentos libres enseñaba su arte marcial de forma gratuita a niños, adolescentes y jóvenes del barrio. Llegaba de una gira internacional y enseguida buscaba a sus muchachos.

Un lanzador, aunque sin números extraordinarios, confesaba su felicidad por enseñar los secretos de la lomita. Y Bebo estaba más batido y contento que nunca con los gimnastas del instituto; Otilia lo mismo, con las voleibolistas.

Paul, un mestizo instructor de boxeo en Cayo Hueso, comentaría: «Ahora sí vamos a tener academias, escuelas para instructores y profesores, un montón de cosas con las que antes no podíamos ni siquiera soñar».

En la reunión de 1959 se había pedido la ayuda de todos, de atletas, dirigentes, comentaristas deportivos. Ahora había respuestas positivas en miles de activistas voluntarios, quienes gratuitamente se entregaban a la enseñanza unidos en consejos. Faltaban entrenadores, implementos, instalaciones y escuelas, pero la nueva organización sustituía, apuntalaba, fundaba…

El Comandante en Jefe, al hacer las conclusiones de la I Plenaria, aseguraría que los CVD eran «los núcleos de ciudadanos que en cada fábrica, en cada granja del pueblo, en cada asociación campesina, en cada cooperativa, en cada centro de instrucción, en cada unidad militar, en cada municipio y en cada provincia, es decir, dondequiera que labora el pueblo, se dedica a promover las actividades deportivas».

También orientó sobre la educación física: «Una de las tareas de los consejos voluntarios del Inder consiste, precisamente, en despertar ese interés (…) La educación física del pueblo es la base del deporte (…) Nuestro pueblo será pronto el primer país de América Latina, el primer país de todo el continente, en la participación del pueblo en la educación física y en las actividades deportivas».

Y no se quedó ahí: «los deportes se practican, por lo general, en equipo, y así se aprende a trabajar colectivamente (…) Hay esfuerzos deportivos de tipo individual y que establecen la emulación fraternal entre los jóvenes (…) El deporte no solo ayuda a la salud, no solo ayuda a formar el carácter, no solo ayuda a formar hombres de espíritu y cuerpos fuertes, sino que también alienta al pueblo, entretiene al pueblo y hace feliz al pueblo».

Fidel diagnosticó la realidad antes de 1959, comentó lo realizado en los primeros meses de la Revolución y viajó al futuro para contarnos los días luminosos que vendrían…

«Imposible que un movimiento deportivo de masas, como el que está teniendo lugar en Cuba, no arroje un número extraordinario de verdaderos atletas (…) En ningún país del continente está teniendo lugar en este momento un movimiento masivo de deportes como el de nuestro país. Esto quiere decir que grandes valores, es decir, jóvenes con grandes condiciones naturales aparecerán en toda la Isla…». Sucedió.

Hoy, en medio del feroz bloqueo gringo, de una globalización poco bondadosa, y de la comercialización y espectacularidad extremas, nuestro movimiento deportivo debe conservar la pureza al tiempo que se perfeccione.

Debe escuchar el canto de esta época convulsa, pero no hacer concesiones de principios. Harán falta pies firmes para resistir y alas preparadas para volar más alto y lejos. No demos por viejas, ni vencidas, las ideas y experiencias que nos llevaron a la cima del deporte regional, continental y mundial.

Aquellos voluntarios de 1961 (y tantos otros), aquellos dirigentes, fueron determinantes para surgir, adelantar, crecer. Empujaron a esta Isla de la nada (o casi) al estrellato. Pudimos vencer, incluso, a Goliat. Y le enseñamos a respetarnos en estadios, rines, canchas, tableros… No fue fruto del azar. Fue el resultado de una ola revolucionaria, cuyos conceptos siguen vigentes. Recordemos además que perfeccionar no implica (necesariamente) desmontar, desconocer o negar.

Recuperemos el sentimiento de aquellos días, de aquella obra, de aquella gesta. La meta no ha cambiado: formar ciudadanos fuertes de cuerpo y alma, y brillar en los escenarios más distinguidos.