EN 1915 nada sugería que Lausana se convertiría en el epicentro del mundo deportivo. Hoy, los cinco anillos entrelazados dan la bienvenida a los viajeros en la estación de trenes, y esa no es la única expresión del espíritu olímpico en la ciudad.

Si bien a Lausana, ubicada a orillas del lago de Ginebra, se le conoce internacionalmente como la Capital Olímpica, debe el estatus a la determinación de cierto barón francés enamorado de la zona y al terrible contexto de la I Guerra Mundial.

Al resucitador de los juegos olímpicos, Pierre de Coubertin, le cautivó la capital de Vaudois y sus alrededores, y visitó la ciudad a inicios del siglo XX.

En 1906, a raíz de las dificultades para la organización de los Juegos de 1900 y 1904, escribió: «Si algún día se va a establecer una Nueva Olimpia en algún lugar de Europa, lo más probable es que sea a orillas de un lago suizo en que sus edificios se levantarán». Por tanto, empezó a buscar una solución a largo plazo.

¿Por qué no pensó crear un sitio permanente para albergar los juegos olímpicos? Inicialmente puso su mirada en Morges, ciudad ubicada cerca de Lausana, y comenzó a trabajar en el proyecto, diseñando planos para el estadio, la villa y el comedor.

Pero este nunca se materializó, entre otras razones por recibir la oposición de los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI), quienes querían seguir celebrando los Juegos cada cuatro años en una ciudad diferente alrededor del mundo.

Sin embargo, Coubertin se mantuvo apegado a la región de Lausana y al Cantón de Vaud. En la Revista Olímpica de 1906 elogió a Suiza como la reina del deporte y declaró que «se convertiría en el punto de convergencia para el deporte mundial».

En 1914, poco después del Congreso Olímpico de París, donde Coubertin presentó el emblema que había diseñado (cinco anillos entrelazados), estalló un conflicto mortal en Europa que pronto se extendería al planeta.

La I Guerra Mundial interrumpió el ciclo de los juegos y Coubertin decidió abandonar París y buscar un territorio neutral para establecer la sede. Optó, naturalmente, por Lausana. En abril de 1915 conoció al alcalde de la ciudad, Paul Maillefer, y se asignó un local a la relativamente joven institución internacional en el Casino de Montbenon, con vistas a la ciudad. El día 10 de ese mes se celebró una ceremonia en el ayuntamiento para formalizar el establecimiento del COI en Lausana.

En su discurso, Coubertin explicó: «Desde 1907 se preveía que este país se convertiría en el punto focal de nuestra actividad internacional (…) Esta hermosa ciudad, donde tanto Grecia como Francia tienen tantos amigos, conoce bien las diversas expresiones de la civilización contemporánea. Su hospitalidad es proverbial, su renombre universal.

»El trabajo de equilibrio y belleza que el Comité Olímpico Internacional ha comenzado y dirigido estos últimos 20 años continuará productivamente aquí. En la atmósfera orgullosa e independiente de Lausana, el olimpismo encontrará garantías de la libertad de la que debe disfrutar para seguir adelante».

SEDE, MUSEO Y BIBLIOTECA AL MISMO TIEMPO

Coubertin no solo estableció la sede del COI en Lausana. Paralelamente creó una biblioteca (se convertiría en el Centro de Estudios Olímpicos) y un museo, que con el tiempo acumularía una colección de tesoros desde la antigüedad a la actualidad.

Ansioso por educar a los jóvenes, presentándoles su filosofía humanista, Coubertin también fundó el Instituto Olímpico de Lausana (IOL), organizador de charlas y clases.

En abril de 1919, una vez terminada la guerra, se celebró en Lausana la 18va. Sesión del COI, que incluyó celebraciones por su 25 aniversario y vio a Amberes premiada con los Juegos de 1920. El VII Congreso Olímpico y la 20ma. Sesión del COI también tuvieron lugar en Lausana en junio de 1921. Al año siguiente, la sede, el museo y la biblioteca se trasladaron a la Villa Mon-Repos, que era y sigue siendo propiedad de la ciudad.

Las relaciones entre el COI y Suiza mejoraron aún más con la celebración de los II Juegos Olímpicos de Invierno en St. Moritz, en 1928. Poco a poco, las federaciones internacionales y otras instituciones deportivas decidieron establecer sus sedes en Lausana, y más de 55 se encuentran allí actualmente. Coubertin encontró otra razón para quedarse en su amada Lausana, incluso después de dejar el cargo de presidente del COI en 1925: administró el museo en Villa Mon-Repos hasta su muerte en 1937.

Aunque desde Coubertin ningún presidente del COI había vivido en Lausana, en 1968 las autoridades de la ciudad concedieron el uso de un nuevo sitio: el Castillo de Vidy, rodeado por la vegetación del parque Louis Bourget, a orillas del lago.

Hacia allí se trasladaron las oficinas centrales, donde permanecerían en definitiva. Las sesiones del COI continuaron celebrándose en la urbe durante el siglo XX, mientras que el museo se trasladó temporalmente de la Villa Mon-Repos a la Rue Ruchonnet, en 1982.

Las relaciones entre Lausana y el COI se fortalecieron cuando Juan Antonio Samaranch asumió la presidencia en 1980. Fue el primer titular en desempeñar el cargo a tiempo completo, y también el siguiente desde Coubertin en trasladarse a la urbe.

En septiembre de 1981, el Consejo Federal Suizo emitió un decreto que otorgaba al COI «un estatus especial que tiene en cuenta sus actividades mundiales y su naturaleza específica como institución internacional». En 1982 se organizó la primera Semana Olímpica en Lausana, bajo los auspicios de las autoridades locales y el COI, que entregó la bandera olímpica a la urbe durante una ceremonia en el ayuntamiento. Ese mismo año, esta se convirtió oficialmente en La ciudad olímpica.

SE CONVIERTE EN CAPITAL OLÍMPICA

Nuevos proyectos se lanzaron en rápida sucesión, como planes para construir un edificio nuevo y moderno en Vidy, justo al lado del Castillo, para que sirviera como sede administrativa del COI. Además se concibió el proyecto para un nuevo museo en Quai d’Ouchy; se organizaron numerosos eventos internacionales y el Tribunal de Arbitraje Deportivo se estableció allí en 1983.

El 11 de enero de ese propio año se firmó una carta entre la ciudad y el COI, en que se establecieron objetivos compartidos y el deseo de abordar y resolver cualquier problema potencial. En 1984 se emitió un sello con las palabras «Lausana, ciudad olímpica». La nueva Casa Olímpica de Vidy se inauguró en 1986.

Esta larga historia, la importancia global de los juegos olímpicos, el fortalecimiento de las relaciones entre la ciudad y la institución, y la posición internacional de Lausana culminaron el 5 de diciembre de 1993, cuando el COI declaró a la urbe como Capital Olímpica.

Con ese acto, Samaranch y el movimiento olímpico pretendían subrayar la permanencia y fuerza de los vínculos mutuos y el lugar elegido por Coubertin en medio de un conflicto global.

LOS JUEGOS VUELVEN A CASA

El siglo XXI comenzó con el Museo Olímpico de Quai d’Ouchy, que atrajo a gran número de visitantes, y con el cercano Centro de Estudios Olímpicos que ofrece su colección a investigadores de diversos orígenes. Luego, en 2015, comenzaron las obras de construcción de un nuevo edificio en Vidy.

Creado según estándares medioambientales y de sostenibilidad muy estrictos, y fusionándose a la perfección con la vegetación y la historia de sus alrededores, la sede reúne a todo el personal del COI bajo un mismo techo. En la inauguración oficial el 23 de junio de 2019, en el 125 aniversario del COI, el presidente Bach declaró que la nueva casa era una «demostración de nuestro profundo vínculo con Lausana, el Cantón de Vaud y toda Suiza. En 1915, Coubertin trasladó la sede de París a Lausana para escapar de los estragos de la I Guerra Mundial. De esa forma quiso enfatizar la neutralidad política del COI».

Y añadió: «Pero además de estas importantes consideraciones, Pierre de Coubertin también sentía un gran afecto por la ciudad, como revelaba en sus escritos: 'Extendiéndose deliciosamente a lo largo de las orillas del lago, coronado por bosques, provisto de todas las posibilidades deportivas concebibles… Lausana era el lugar más adecuado e imaginable para el establecimiento de la sede administrativa del olimpismo'».

Agregó luego: «Si se me permite, comparto los sentimientos de Coubertin. Tal como era entonces, hoy este entorno es el mejor lugar posible para mejorar el mundo a través del deporte».

Y la historia no terminó ahí: después de varias candidaturas fallidas para albergar los juegos de verano, en julio de 2015 Lausana fue seleccionada como sede de los III Juegos Olímpicos de la Juventud de Invierno. Así, en enero de 2020, en un ambiente extraordinario, los Juegos volvieron a casa.