La Habana.- EN UN mundo deseoso de retornar a la normalidad, cada evento deportivo se convierte en un acontecimiento y mucho más si es una de las tradicionales competiciones como la Maratón de Londres, celebrada con adecuaciones y no pocas sorpresas.

Tras 24 horas de una edición 40 retardada de abril a octubre por la pandemia de la COVID-19, en las noticias siguen apareciendo detalles de uno de los clásicos más seguidos cada año en el atletismo internacional.

Esta vez se realizó como si de una burbuja se tratara, y pudiera ser ejemplo de lo que traerá el futuro en cuanto a medidas de seguridad sanitaria.

Convocado solo para corredores de élite, aconteció en un circuito cerrado en St James Park, al que debieron darle 19 vueltas antes de entrar en la recta de la meta. Las estrictas medidas de seguridad comenzaron desde los días previos en el hotel que acogió a los competidores, incluido un dispositivo electrónico que se activaba si el acercamiento era de menos de dos metros entre los hospedados.

La mayor sorpresa la aportó el octavo puesto del keniano Eliud Kipchoge, quien no pudo conseguir su quinto reinado consecutivo en la lluviosa y fría ciudad del Big Ben y por primera vez en siete años no cruzó como primero la línea de meta de una maratón.

El campeón olímpico de Río de Janeiro 2016, recordista mundial y primero en bajar de las dos horas en una prueba no oficial, corrió con el modelo más avanzado de zapatillas Nike, aprobado por la World Athletics, pero ni eso impidió que se derrumbara y demostrara que también es un ser humano.

Un octavo puesto con 2:06.49 horas en los 42 kilómetros y 195 metros dejó claro lo inesperado de estas pruebas. El etíope Shura Kitata aprovechó el desconcierto para brillar en una ciudad sin sol y con 2:05.41 se adueñó de la corona.

Desde antes se presumía atípica la celebración. A 48 horas de la arrancada el etíope Kenenisa Bekele anunció su retiro por una lesión en la pantorrilla y el mundo sabía que no disfrutaría del duelo entre dos míticos de la distancia.

La derrota de Kipchoge desbarató el perfecto binomio con que soñaban los kenianos, pues su compatriota Brigid Kosgei sí cumplió pronósticos cuando repitió reinado, aunque esta vez con discreto crono de 2:18.50.

El bloque africano se vio inesperadamente interrumpido por la estadounidense Sara Hall, pasando la raya de sentencia con la mejor carrera de su vida a las 2 horas, 22 minutos y un segundo. Por cierto, ella no estará en Tokio 2020 porque abandonó en las clasificaciones de su país y como dato adicional es madre adoptiva de cuatro niñas etíopes.

Esta vez los londinenses no pudieron animar desde sus calles… El circuito cerrado estuvo prohibido al público, como también fue vetado para los corredores populares que tuvieron que conformarse con la muy de moda “modalidad virtual”.

Uno de esos protagonistas desde la distancia marcó récord y no de tiempo precisamente, pues el irlandés Ken Jones no faltó a su cita. Con 87 años es quizás el único con asistencia a todas las ediciones de este maratón. Ahora lo cumplió por las calles de su localidad natal, Strabane, en Irlanda del Norte.

Acompañado de su hija, Jones completó la más dura de las pruebas, con frío y lluvia constante que le obligó a cambiarse de abrigo en tres ocasiones para poder resistir.