HACE veinte años, Catherine Freeman, una orgullosa atleta indígena australiana, encendió el pebetero olímpico con motivo de la ceremonia de apertura de Sídney 2000, unos Juegos que celebraron no solo los logros deportivos, sino también la unidad, el perdón, la resiliencia y la innovación.

Dos décadas después, cuando la pandemia de la COVID-19 trastorna nuestras vidas, el legado olímpico de Sídney y sus sedes mantienen vivo ese espíritu, al ofrecer un espacio seguro para la comodidad y la esperanza.

El Parque Olímpico de 430 hectáreas está registrando un número récord de visitantes. Solo en abril pasado, 336 mil personas acudieron en masa a la vasta zona para caminar, andar en bicicleta o simplemente relajarse en el lugar que dio inicio a los primeros juegos olímpicos de este milenio, el 15 de septiembre del 2000.

Fue allí donde Catherine Freeman envió una señal clara al encender el pebetero: Sídney 2000 iba a usar su plataforma para unir, sanar y energizar al país. Y al resto del mundo.

Con un traje completo de verde y blanco, logró una sensacional victoria en una carrera de 400 metros frente a una multitud exultante de espectadores. El momento icónico fue visto por muchos como un punto de partida para la reconciliación nacional de su país, lo que finalmente llevó en 2008 a una disculpa simbólica del Primer Ministro de Australia, Kevin Rudd, a los pueblos indígenas.

John Coates, presidente del Comité Olímpico Nacional de Australia, vicepresidente del COI y presidente de la Comisión de Coordinación de Tokio 2020, dice que el aniversario de Sídney 2000 debería ser más que una celebración de la historia del deporte. Más bien, dice, es una oportunidad para reflexionar sobre el papel de los Juegos y otros eventos deportivos que podrían ayudar a unir al mundo.

«Celebramos el vigésimo aniversario de los Juegos Olímpicos de Sídney en un momento muy desafiante para la gente de todo el mundo y para la propia comunidad deportiva. Mi esperanza es que este aniversario nos recuerde a todos, dondequiera que vivamos, el poder de los juegos olímpicos para unirnos y energizarnos, superar divisiones e inspirar un cambio positivo para personas de todos los orígenes y nacionalidades. Ese era el sueño de Sídney y ese es el sueño para Tokio 2020 y los juegos futuros también. Para Tokio, como lo fue en Sídney, el atleta estará en el centro de todos nuestros esfuerzos».

Sídney 2000 fueron realmente los Juegos de los atletas. Toda nuestra planificación, la villa olímpica, el transporte, los arreglos en las sedes, se hizo pensando en los atletas y consultamos con la Comisión de Atletas para asegurarnos de que hicimos todo bien.

«Es importante destacar que en estos tiempos de incertidumbre, el enfoque de Tokio en el bienestar de los atletas ha sido magnífico».

LOS JUEGOS VERDES

Los lugares de Sídney ciertamente ayudan a mantener vivo ese sueño. El Parque Olímpico, el hito más destacado después de los Juegos, se creó mediante la remodelación de terrenos baldíos industriales.

A pesar de un período difícil después de los Juegos, el parque ahora es conocido por su próspero grupo de instalaciones deportivas, de entretenimiento y comerciales de clase mundial.

Con 230 empresas, el parque da la bienvenida a una comunidad diaria de unas 21 mil 600 personas y más de 14 millones de visitantes cada año. Su plan maestro para 2030, que tiene como objetivo rejuvenecer el legado del parque, se compromete con el carbono cero y se espera cree más de 30 mil puestos de trabajo.

Los Juegos también vieron la creación de nuevas instalaciones ambientalmente responsables en Sídney y esfuerzos de conservación generalizados. Estos son una parte reconocida internacionalmente del legado de Sídney.

Cada aspecto de las sedes y la villa olímpica se construyó con materiales ecológicos, mientras que los Juegos se utilizaron para transformar muchas áreas circundantes de la ciudad. Se limpiaron unas 160 hectáreas de vías fluviales y se recuperaron 180 hectáreas de terrenos baldíos industriales.

La energía renovable también se utilizó ampliamente en todo el parque y la villa olímpica. El Sydney SuperDome todavía presenta uno de los sistemas de energía fotovoltaica (PV) más grandes de Australia. La generación de energía solar en el sitio ha suministrado cerca de 1 millón de kilovatios hora a la red, incluso mientras se alimentan las luces de los caminos del parque y otra infraestructura.

UN CASO DE NEGOCIO

La construcción del parque también estableció el primer sistema de reciclaje de agua urbana a gran escala de Australia, que sigue ahorrando 850 millones de litros de agua potable al año.

Conocido como WRAMS, recicla el agua de las aguas residuales y pluviales para abastecer los inodoros, las fuentes y el riego en todo el parque y un suburbio vecino.

Además de su poder social e inclusivo, los Juegos ayudaron a catalizar la economía de Sídney, posicionando la ciudad y el país como un importante centro turístico y comercial.

Fue la primera vez que una ciudad anfitriona utilizó los juegos olímpicos para facilitar oportunidades comerciales a más largo plazo. Un programa recientemente creado financiado por el gobierno, Business Club Australia (BCA), fue una iniciativa de creación de redes para aprovechar la atención olímpica y lograr nuevos acuerdos comerciales y de inversión.

A pesar de los problemas iniciales, el programa generó 260 millones de dólares australianos (191 millones de USD) en inversiones comprometidas un mes después del cierre de Sídney 2000.

Para el momento de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, la BCA había generado un total de 1700 millones de dólares australianos (1300 en USD) en acuerdos comerciales y de inversión. Ha celebrado 270 eventos en todo el mundo, ha establecido nuevas relaciones comerciales entre Australia y países extranjeros, y ha aumentado la conciencia de la diversidad y la capacidad de la industria australiana.

Durante la siguiente década, Australia repitió la fórmula varias veces en otros eventos deportivos como la Copa Mundial de Rugby 2003 y los Juegos de la Commonwealth de 2006 en Melbourne. También promovió la experiencia australiana entre las empresas chinas en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

La conexión con la sociedad fue otro elemento vital de los Juegos Olímpicos de Sídney. Unos 40 mil voluntarios se convirtieron en  Fuerza de los Juegos y sus nombres se conservaron en postes de voluntarios en el Estadio Olímpico de Sídney. Muchos de estos voluntarios han pasado a trabajar en eventos deportivos posteriores, como los Juegos de la Commonwealth de Melbourne 2006 y el Gold Coast 2018.

Su participación garantiza que las celebraciones del aniversario de Sídney cuenten con una gran asistencia. En 2010, unos 18 millones de personas celebraron el décimo aniversario. Y para celebrar el vigésimo aniversario, el Comité Olímpico Nacional de Australia ha lanzado una campaña en las redes sociales #MySydney2000 pidiendo al público que comparta sus recuerdos del evento, así como imágenes y pensamientos sobre lo que representa para ellos. Las amistades, las conexiones y el espíritu social siguen vivos y bien.

Y mientras el mundo se prepara para Tokio 2020, unos Juegos que se celebrarán en circunstancias extraordinariamente complejas causadas por la pandemia del coronavirus, el legado de Sídney será un recordatorio de que el aspecto más importante de los Juegos es, de hecho, su espíritu.

«La pandemia puede requerir que Tokio 2020 sea más simple», dice Coates. «Pero cuando se trata de superar la adversidad y celebrar a la humanidad, Tokio será uno de los mejores Juegos de la historia», concluyó.

CUBA EN SÍDNEY 2000

La delegación cubana alcanzó el noveno lugar con una nómina de 238 atletas, 87 mujeres y 151 hombres. Se sumaron 11 medallas de oro, 11 de plata y 7 de bronce. El abanderado fue el boxeador Félix Savón, quien consiguió allí su tercer título olímpico para igualar la trilogía solo alcanzada antes por el húngaro Lazlo Papp y el gran Teófilo Stevenson.

Las medallas de la Isla se repartieron del siguiente modo:

Atletismo (2 de oro, 2 de plata y 2 de bronce).

Oro: Anier García, 110 metros con vallas (13,00 seg.) e Iván Pedroso, salto largo con 8,55 m. Plata: Javier Sotomayor, salto alto con 2,32  m y Joel García en triple salto con 17,47 m. Bronce: Olisdeilys Menéndez, jabalina, con 66,18 m; y el relevo 4x100 integrado por Iván García, Freddy Mayola, Luis A. Pérez y José A. César Delgado (38.04).

Boxeo (4-0-2)

Oro: Jorge Gutiérrez (75 kg), Mario Kindelán (60 kg), Guillermo Rigondeaux (54 kg) y Félix Savón (91 kg). Bronce: Maikro Romero (48 kg) y Diógenes Luna (63,5 kg).

Judo (2-2-1)

Oro: Sibelis Veranes (70 kg) y Legna Verdecia (62 kg). Plata: Driulis González (57 kg) y Daima Beltrán (78 kg). Bronce: Manolo Poulot (60 kg).

Lucha Grecorromana (1-2-0)

Oro: Filiberto Azcuy (69 kg). Plata: Juan Luis Marén (63 kg) y Lázaro Rivas (54 kg).

Lucha libre (0-1-1)

Plata: Yoel Romero (85 kg). Bronce: Alexis Rodríguez (130 kg).

Taekwondo (1-1-0)

Oro: Ángel Volodia Matos (80 kg). Plata: Úrbia Meléndez (49 kg).

Esgrima (0-0-1)

Bronce: Espada por equipos integrado por Nelson Loyola, Iván Trebejo y Alberto C. Pedroso.

Canotaje (0-2-0)

Plata: C1, 1000 metros con Ledys F. Balceiro y en C2-1000 metros con Leobaldo Pereira e Ibrahim Rojas.

Voleibol (f)

Oro: Mireya Luis, Regla Bell, Regla Torres, Idalmis Gato, Lily Izquierdo, Ana Ibis Fernández, Yamilka Ruíz, Marta Sánchez, Taimaris Agüero, Marlenis Costa, Raisa O’Farril y Mirka Francia.

Beisbol

Plata: en el desafío por la medalla de oro alinearon Luis Ulacia, Yasser Gómez, Omar Linares, Orestes Kindelán, Antonio Pacheco, Oscar Macías, Miguel Caldés, Ariel Pestano y Germán Mesa. Lanzador abridor: Pedro Luis Lazo.