La Habana.- EL CAMPEONATO mundial de 1978 (f), que tendría por escenario a varias ciudades de la Unión Soviética, constituía para el voleibol cubano una meta muy alta.
Luego de una exitosa temporada previa, en que habían obtenido el segundo lugar en la copa del mundo, nuestras muchachas comenzaron a eslabonar desde inicios de año una cadena de victorias consecutivas. Por ello partieron hacia la URSS confiadas en que lograrían una destacada actuación.
Con una nómina de jugadoras que exhibía en aquellos momentos un excelente rendimiento, encabezadas por Mercedes “Mamita” Pérez, Mercedes Pomares, Nelly Barnet, Lucila Urgellés, Imilsis Téllez y Ana María García, el equipo había demostrado un alto nivel frente a los principales elencos del mundo.
Esto generaba optimismo en sus filas y comentarios favorables por parte de los entendidos. Hasta el prestigioso director técnico de Japón, Shigeo Yamada, había vaticinado que las próximas reinas del orbe serían las cubanas. Tal premonición se hizo realidad.
Desde el inicio del certamen el desempeño de las caribeñas fue muy estable. En el grupo preliminar F, con sede en la ciudad de Volgogrado, consiguieron derrotar a los conjuntos de Holanda, Perú y Yugoslavia, cediendo apenas un set ante las balcánicas.
Luego, en la segunda fase, barrieron a los planteles de Estados Unidos, Checoslovaquia, República Democrática Alemana y a las campeonas defensoras de Japón, aun cuando una lesión de la experimentada Barnet obligó a que ocupara un puesto en el cuadro titular la debutante Erenia Díaz.
Las cubanas aseguraban así su avance a la discusión de las medallas, que sería en Leningrado (hoy San Petersburgo). El triunfo sobre las niponas intensificaba la confianza de que se podía soñar en grande.
Inolvidable fue entonces el partido semifinal frente al elenco soviético, otro de los principales favoritos. Un encuentro en el cual la maquinaria cubana se mostró imparable, a pesar de una evidente parcialidad arbitral en los inicios del choque, que provocó incluso una protesta por parte de nuestra delegación. El triunfo llegaría en cuatro sets, con tanteadores de 12-15, 16-14, 15-10 y 15-12.
Al día siguiente, en la final, las japonesas poco pudieron hacer ante un equipo que había demostrado con creces que era el mejor del mundo. El aplastante 3-0 (15-6, 15-9, 15-10) no dejó lugar a las dudas.
Por segunda vez en el torneo, las niponas cedían ante quienes las relevaban como líderes del mundo.
Nuestras chicas, dirigidas por Eugenio George y Antonio Perdomo, escribían así una brillante página en los anales del voleibol internacional. Lograban subir por primera vez en la historia a lo más alto del podio en un torneo mundial. Primera ocasión en que lo alcanzaba un equipo femenino de América.
INTEGRANTES DEL EQUIPO
Mercedes Pérez (jugadora más valiosa del torneo)
Lucila Urgellés (mejor atacadora del torneo)
Imilsis Téllez (mejor pasadora del torneo)
Mercedes Pomares
Ana María García
Nelly Barnet
Erenia Díaz
Mavis Guilarte
Ana Ibis Díaz
Sirenia Martínez
Libertad González
Maura Alfonso
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