La Habana.- UN DÍA antes de que los Juegos Olímpicos de Moscú vivieran su ceremonia de clausura el cubano Teófilo Stevenson alzó la corona que le encumbró entre los imprescindibles del boxeo universal.
El supercompleto de la Isla había reinado en Múnich 1972 y Montreal 1976, hace hoy 44 años, pero la faja celebrada el 2 de agosto de 1980 le permitió igualar una hazaña que hasta ese instante solo llevaba el nombre del húngaro Lazslo Papp.
El europeo debutó como campeón de esas lides en la versión de Londres 1948, en los 75 kilos, y reiteró dominios en las de Helsinki 1952 y Melbourne 1956, que le acogieron en los 71 kilogramos.
Stevenson había destrozado el predominio estadounidense en la categoría mayor, ejercido por última vez por George Foreman en México 1968, y estaba en el centro de todas las miradas en la entonces capital soviética.
Llegó allí con 28 años, se estrenó con nocaut en el primer acto sobre el ghanés Solomon Ataga, y en su siguiente salida repitió la dosis, en el tercero, a costa del polaco Grzegorz Skrzecz.
El gigante del central Delicias, que igualmente atesoraba los cetros mundiales de La Habana 1974 y Belgrado 1978, dispuso después 5-0 del húngaro István Lévai para asegurar presencia en la gran final, en la cual aventajó 4-1 al local Pyotr Zaev.
Fue el cierre ideal en materia de espectáculo, con los aficionados de casa ilusionados con la posibilidad de un “milagro” y la grandeza del titular sometida a examen rumbo a su tercer liderazgo bajo los cinco aros.
Sin sobresaltos, con buenos ganchos a los planos bajos y defensa bien planteada, el antillano puso las cosas en su lugar, mientras el público aceptaba que cubrir los tres asaltos sería suficiente para aplaudir al corajudo Zaev.
Para el “Teo” el veredicto dejó la satisfacción añadida de fijar en seis los oros de una escuadra que tributó además los de Bautista Hernández (54), Ángel Herrera (60), Andrés Aldama (67), Armando Martínez (71) y José Gómez (75).
Subtítulos de Hipólito Ramos (48) y Adolfo Horta (57), y bronces de José Aguilar (63,5) y Ricardo Rojas (81) completaron una cosecha clave para la colocación de su país en la cuarta plaza del ordenamiento por delegaciones (8-7-5).
Nadie dudaba que Stevenson podría tutearse con los dioses en posesión de otro fajín olímpico, pero Cuba no asistió a la fiesta de Los Ángeles 1984 y muchos creyeron que su carrera terminaría con esa decisión.
Pero él quería sacarse la espina del revés sufrido en el Campeonato Mundial de Múnich 1982, donde fue eliminado por el italiano Francesco Damiani, y ganó el de Reno 1986 con nocaut de despedida sobre el estadounidense Alex García.
Fue su victoria 301 en 321 combates, y entonces sí dijo adiós al deporte activo.
«Es el peleador más perfectamente balanceado que haya visto jamás», dijo el prestigioso técnico estadounidense Emmanuel Steward sobre el hombre cuyo fallecimiento (11 de junio de 2012) estremeció a millones de compatriotas que aquilataron su estatura atlética y humana.
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