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DOMINGO 5
MAYO, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
ENTREVISTA
Vladimir Quintas tensó su arco con una historia diferente

Vive enamorado de lo que hace, tanto como de la pequeña Verónica, quien llegó hace pocos años a su vida y le ilumina el rostro de solo mencionarla.


Por: Eyleen Ríos López
(eyleen.rios@inder.gob.cu)
domingo, 26 de abril de 2020 12:19 PM



Foto: Mónica Ramírez

La Habana.- CASI siempre resulta lógico transitar por la práctica de un deporte antes de convertirse en entrenador, incluso si los logros como atleta no fueron de alto rango.

Sin embargo, esa “regla” suele romperse y surgen historias como la de Vladimir Quintas, jefe de entrenadores del equipo nacional de arquería, quien nunca estuvo frente a una diana hasta el día que decidió hacer caso a quienes pensaron que podía convertirse en un buen preparador de esta compleja disciplina.

Más que suerte o buen ojo, ellos sabían de la inteligencia y empeño de este habanero formado como profesor en Camagüey, y reconocido ahora entre los mejores técnicos de su especialidad.

Vladimir, además, vive enamorado de lo que hace, tanto como de la pequeña Verónica, quien llegó hace pocos años a su vida y le ilumina el rostro de solo mencionarla.

De su pasión por la música de Silvio Rodríguez y Joaquín Sabina puede venirle esa “onda juvenil” que le aporta el pelo largo y crespo. Atento a todo en el colectivo que dirige, puede pasar horas hablando de tiro con arco, opinando sobre aspectos técnicos, recordando anécdotas de competencias, describiendo lo mejor de cada alumno o reconociendo cuánto les falta por hacer.

Algo le queda de su paso por escuelas militares, cuando soñaba además con el baloncesto y la natación. Escucharlo permite acceder a un “curso rápido” para entrenadores, un campo diverso y complejo en que cada cual tiene sus propias experiencias. Pero, sobre todo, ilustra acerca de un deporte no incluido entre los estratégicos del país, aunque en varias ocasiones ha sobresalido por sus resultados.

El quinto lugar olímpico de Juan Carlos Stevens en Beijing 2008; el título de Adrián Puentes en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007; y el bronce del equipo femenino en Guadalajara 2011 no faltaron en este diálogo con JIT.

¿Por qué entrenador y de tiro con arco?

Llegué a Camagüey en 1992, pude estudiar la Licenciatura en Deportes y me dieron la oportunidad de relacionarme con el tiro con arco. Hacía falta entrenadores y la persona al frente de esa disciplina era muy especial. El metodólogo Walter Corona Rey me dio la posibilidad.

Entré al Fajardo en el curso para trabajadores, siguiendo un camino sui géneris… Empecé como activista y a la vez, para hacerlo oficial, era operario de las instalaciones. Por la mañana chapeaba el terreno de pelota, marcaba el de fútbol o armaba un ring de boxeo, lo que hiciera falta. Por la tarde tenía un grupo de alumnos de tiro con arco.

¿Y cómo progresó?

Se abrió una plaza en la Eide Cerro Pelado y aproveché. Fue un reto tremendo, una experiencia inmensa, hasta pospuse mi boda por los Juegos Escolares Nacionales de 1993. Siempre aprecié un camino y la gente a mi lado me ayudó a vislumbrar el objetivo. Sabían que quería ser entrenador del equipo nacional.

El tránsito por Camagüey fue mi escuela laboral. Había rigor, disciplina y un ambiente deportivo excepcional. Trabajaba de lunes a lunes, mañana, tarde y noche, de ahí los resultados.

Tuvimos campeones y recordistas nacionales, medallas a todos los niveles. Casi siempre ganábamos la condición de deporte del año. Y el cierre de todo fue un récord mundial en la categoría cadete, conseguido en el 2000 por Leidier Rodríguez.

¿Ahí llegó el equipo nacional?

En 2001 comencé a trabajar con el colectivo juvenil. Entre los alumnos estaba Leidier y otro camagüeyano más. Pero la etapa era muy difícil y empezaron a desintegrar aquello. Solo estuve un año y tanto con ellos.

Luego seguí trabajando con el equipo nacional, pero como adjunto, sin pertenecer a la plantilla. Oficialmente era entrenador de La Habana y ese fue otro reto. Estaba acostumbrado a un alto nivel de disciplina y eso allí estaba un poco relajado.

Con mucho tacto me gané a las muchachitas del equipo juvenil, ubicadas entonces en el noveno lugar nacional, y al año siguiente salieron campeonas. Eso lo recuerdo con mucho agrado dentro de mi carrera. Logré que fueran competitivas y entendieran el compromiso que implica el deporte.

En 2004, tras los Juegos Olímpicos de Atenas, empecé con la selección nacional femenina.

¿Cuán difícil es ser entrenador?

Primero debes reconocer la esencia de esta labor: el entrenador trabaja para otro, para el atleta, no para sí mismo. Si pretendes protagonismo tendrás una parte del camino lleno de piedras.

Cuando estás en la base tu importancia es máxima, porque el muchacho no sabe nada y eres todo para él… Tienes que enseñarlo, llevarlo a dónde quieres, hacer que se enamore del deporte.

Pero cuando sube el nivel, el protagonista empieza a ser él y tienes que asumir el nuevo rol, quedando un poco atrás, apoyándolo en todo, pero dejándole el protagonismo. Tienes que dar lo que necesite de ti.

¿Cómo se logra una buena relación sin sobrepasar el debido límite entre profesor y alumno?

Tiene que haber respeto mutuo, llevarse todo lo bien que sea posible, pero entender que existe una línea. Siempre hay que dejar la puerta abierta para que el atleta, ante cualquier problema, venga primero a ti. Mientras no consigues eso, el trabajo está pendiente…

Por eso cuando me pusieron al frente del equipo masculino, con mucha experiencia y resultados, con Juan Carlos Stevens a la cabeza, sentí un temor tremendo. Si hablas de tiro con arco en Cuba lo primero que viene a la mente es Stevens, un hombre de resultados con entrenadores anteriores, lo cual representa un tremendo reto. Lo principal, creo, es que también tiene su toque de magia…

Ha trabajado con hombres y mujeres. ¿Con quiénes se sientes más a gusto?

Las mujeres son un gran reto, pero una experiencia muy bonita a la vez. Son difíciles para unas cosas y fáciles para otras. Por ejemplo: ganártelas es muy fácil, perder su confianza también. La mujer es celosa, te está “velando” cada detalle. Sin embargo, asimilan rápido, son fieles, deciden y llegan a admirarte con  rapidez. Eso ayuda mucho.

¿Qué no puede faltar para dedicarse al tiro con arco?

Todos los deportes tienen parámetros definidos para la selección de talentos. Van desde los antropométricos a los técnicos. En este caso, y puede incluirse al tiro deportivo, se necesitan cualidades innatas difíciles de detectar. Hay que ir tanteando para lograr resultados.

Esta especialidad exige un rigor físico diferente. Trabajas para determinadas cosas. No necesitas un maratonista, ni un pesista, sino un atleta capaz de dominar un implemento durante el tiempo de la competencia. Para eso tienes que prepararlo.

El tiro con arco varió su sistema de competencia, sobre todo para responder al espectáculo requerido en los juegos olímpicos. ¿Mejor o peor?

Son menos las medallas a repartir, ya que no se disputan las distancias. Cayó entre los deportes que desde el punto de vista del olimpismo necesitaba atraer más público, generar espectáculo y ser más televisivo.

Eso se logró, pero al costo de deprimir los resultados del atleta. Antes podías perder una medalla por un lado y conseguirla por el otro, como se mantiene, por ejemplo, en el tiro deportivo.

Lo mejor de ser entrenador…

El trabajo con los atletas. El resultado deportivo es muy bonito, pero tengo ex alumnos en muchos lugares del mundo y mantenemos una relación de amistad y cariño. Verlos realizados en sus profesiones, que sean buenas personas y tengan éxito en la vida representa para mí el mayor premio.

¿Siempre está en correspondencia un buen trabajo con el mejor resultado?

Creo que no, porque depende de muchas cosas. Por ejemplo: para obtener el bronce panamericano en Guadalajara 2011 favoreció el contexto. No siento pena al decirlo. Habían sancionado a Colombia, un “señor” equipo que de estar presente nos hubiera costado más trabajo. Igual tuvimos que ganar la medalla pasando sobre Canadá, Venezuela…

Pero me pregunto: ¿Ese es el mejor trabajo que hemos hecho? No lo creo. En otros momentos fue superior, incluso llegamos a otros niveles de rendimiento. El contexto permitió aquel resultado.

Para sobresalir… ¿Talento o constancia?

Una combinación, solo que para el talento no hay medicina. Está demostrado que eso es lo primero, y tienes que convencer a quien lo tiene de que lo explote, acompañándolo de algo que lo ayude, porque solo no crece.

He tenido atletas que a base de constancia llegaron, pero a los talentosos el camino se les acorta. Así tuve a Larissa Pagán, quien no logró más porque su vida personal no la dejó orientarse; Adrián Puentes es muyyyy talentoso y Juan Carlos tiene un componente raro que no siempre logro entender.

Se retirará, me pondré viejo y no lograré entender de dónde ha sacado talento para ser el mejor arquero de Cuba de todos los tiempos. No reúne las características que buscamos en esta especialidad, no es técnico, ni espectacularmente fuerte o resistente; no trabaja con las líneas que lleva este deporte, pero tiene algo, un secreto.

En momentos como este viene a mi mente una frase de Sabina que me encanta: Una buena canción se compone de una buena música y una buena letra y otra cosa que nadie sabe lo que es… pero es lo más importante… Eso le sucede a Juan Carlos.

¿Qué pedirías para el tiro con arco cubano?

Recursos, pero no para el equipo nacional. En la base los entrenadores que trabajan con niños son héroes. Enseñan hasta con arcos de caña brava. Lo ideal es colocar allí un poco de implementación y garantizar el fogueo competitivo.

Si eso existiera, lo demás está garantizado. El recurso humano nos ha mantenido “vivos”. Se ha ido un entrenador y otro ha llegado para hacer el trabajo. Falta lo otro y entiendo porque no lo tenemos, pero imagino una situación ideal.

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