Ciego de Ávila.- COMO peces fuera del agua pueden calificarse en estos días a los deportistas avileños, alejados, al igual que en la mayor parte del mundo, de sus quehaceres habituales por la amenaza que representa la COVID-19.
Ni entrenamientos ni competencias. Les corresponde la tranquilidad en la casa, aunque sin perder el chance de ejercitarse en la medida de las posibilidades.
Claro, esa calma no es absoluta. El movimiento deportivo local cuenta con recursos e instituciones que precisan de cuidado, de tal manera que al volver a la normalidad se facilite el rápido retorno de los atletas a sus prácticas habituales.
La experiencia del colectivo de la Academia de Natación Julio Antonio Mella abarca la orientación a los docentes para que, en sus viviendas, refuercen la planificación de las clases, combinadas con aclaraciones de dudas a los estudiantes, quienes ahora ejercitan contenidos a través de la programación televisiva dedicada a ese fin.
Fidel Tovía Banes Duany, director del plantel, dijo que el personal de oficina realiza sus labores a distancia, y además formaron grupos con otros trabajadores para reforzar las guardias docente y obrera.
Añadió el directivo que «tan pronto se detuvo el curso escolar y los alumnos retornaron a sus hogares, cumplimos la orientación de sacarle el agua a la piscina, cerramos los locales, pero junto a los citados equipos de guardia y los custodios, por el día existe la presencia en el centro de miembros del consejo de dirección y de obreros de mantenimiento, encargados de la limpieza de nuestras áreas».
Acciones similares acontecen en las áreas de hockey. Ángel Manuel Marín Hernández, comisionado provincial, siente el pesar de una pandemia que acecha vidas, de ahí su preocupación por jugadores y técnicos, entre los cuales no tienen, hasta mediados de esta semana, a nadie enfermo.
«Los jugadores que provienen de la preselección nacional están en sus casas desde hace días, en pleno descanso, y en nuestra academia, para reforzar su cuidado, preparamos un sistema de guardia con entrenadores, menores de 65 años, para apoyar a los custodios durante todo el día», explicó.
El breve diálogo parecía terminado por la premura del profesor, quien laboraba en el acondicionamiento del terreno principal. Sin embargo, hizo una pausa y dijo: «Dígale a los atletas y al pueblo que se cuiden. Esta enfermedad no tiene cara y por eso exhorto a volvernos a ver. Quedan muchos besos y abrazos por dar todavía… cuando se pueda».
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