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MAYO, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Hazañas, deudas y compromisos sobre el ring en 2019

Una cosecha de alto vuelo en los Panamericanos marcó el momento clímax, pero el Mundial fue “harina de otro costal”. Brillar en Tokio, el reto para 2020.  


Por: Roberto Ramírez
(roberto.ramirez@inder.gob.cu)
martes, 31 de diciembre de 2019 07:55 AM



Foto: Boxing2019.com

La Habana.- LA CONQUISTA de ocho títulos en los Juegos Panamericanos de Lima devino momento clímax para el boxeo cubano en un año 2019 que le dejó un sabor bien distinto en el Campeonato Mundial de Ekaterimburgo.

La cosecha de los alumnos de Rolando Acebal en la cita continental se completó con un metal de plata y uno de bronce, lo que significa que todos llegaron al podio, y se inscribió cuarta entre las conseguidas por armadas de la Isla en esas lides.

Solo las acuñadas en La Habana 1991 (11-0-0), Indianápolis 1987 (10-0-1) y Winnipeg 1999 (9-0-3) superan la festejada en la capital peruana por una escuadra que derrochó autoridad, en correspondencia con el rango que le distinguió allí.

El ligero Lázaro Álvarez y el semicompleto Julio César La Cruz completaron tres reinados de ese tipo, el welter Roniel Iglesias llegó a dos, que sumó a su plata de Toronto 2015; y el ligero welter Andy Cruz también se encumbró por segunda ocasión.

Lo mismo hicieron el mediano Arlen López y el crucero Erislandy Savón, y con estrenos de oro regresaron a casa el pluma Osvel Caballero y el jovencito superpesado Dainier Peró.

El mosca Yosbany Veitía tuvo que conformarse con su plata consecutiva número tres, y el minimosca Damián Arce tributó bronce.

Aunque la supremacía de Savón dejó cuestionamientos en torno al fallo de los jueces en su pelea final ante el colombiano Julio Castillo, el botín de Cuba fue noticia en una justa en que pasó con solidez sobre su total de cuatro años atrás (6-4-0).

Sin embargo, el panorama fue otro en el clásico universal acontecido poco después en suelo ruso.

En medio de veredictos que lo enturbiaron, solo Andy llegó a la cima, como reedición del éxito que lo catapultó en la versión precedente. Lázaro alzó plata y Julio no pudo pasar de bronce.

La armada cubana agrupó a cuatro reyes defensores y otros tres poseedores de fajas de ese rango, pero los pronósticos se deshicieron desde que Veitía cayó en su segunda salida y Arlen, Roniel y Savón desaprobaron los cuartos de final.

Veitía, campeón de Hamburgo 2017, pareció divorciado del ataque y perdió 0-5 frente al inglés Galal Yafal, tercero en los Juegos Europeos, en puja que terminó lastimado en su hombro izquierdo.

Arlen e Iglesias escucharon votaciones de 3-2 y 4-1 para los anfitriones Gleb Bakshi y Andrei Zancoboy, respectivamente, aunque en ambos casos hubo críticas para los oficiales y la primera generó sorpresas hasta en el triunfador, cuyo rostro lo “dijo” todo.

Savón, otro rey en la justa alemana, vio reaparecer la molestia que lo limitó en Lima y el búlgaro Rodaslav Pantaleev lo eliminó 5-0.

Resumen: la formación antillana rindió por debajo de lo previsto en la puja por preseas, al tiempo que Kazajistán, Uzbekistán y Rusia aseguraban seis, cinco y cuatro, en ese orden, y se proyectaban con más fuerza hacia la cúspide.

A Julio el panorama le cambió en semifinales y la aspiración de su quinta faja terminó sumergida en bronce con sabor a mal trabajo de los encargados de la justicia.

Ciertamente el zurdo kazajo Bekzad Nurdauletov se mostró preparado para penetrar el estilo del monarca olímpico, y logró golpes limpios, sobre todo en el segundo acto, cuando provocó un conteo de protección, pero el balance general no fue suyo.

Pese a eso, un cuarteto de jueces apreció lo contrario, y sus tarjetas solo se emparejaron (28-28) cuando el árbitro amonestó al kazajo por apelar a un cabezazo casi al final del choque.

Entonces, además de las cuatro igualdades, había un voto para el cubano (29-27), pero el veredicto definitivo demanda mayoría y fue necesario un juicio final, del que emergió la polémica despedida del más laureado animador de la justa.

Lázaro pasó por un calvario similar cuando parecía “tocar” su cuarta corona del planeta. Un cabezazo del uzbeko titular de los Juegos de Asia, Mikazizbek Mirzakhalilov, provocó una herida en su arco superciliar izquierdo y el pleito fue detenido, pero el árbitro lo consideró no intencional.

Se apeló a las boletas de los jueces, que daban al antillano ganador en ambos segmentos, aunque en las sumas individuales dos le tenían delante 20-18, uno asignaba igual balance a su oponente y el par restante veía empates (19-19).

Sin embargo, no había mayoría de tres y otra vez debieron votar. Los que inicialmente vieron las acciones niveladas se definieron por Mikazizbek y el ambiente volvió a teñirse de gris en un Centro Internacional de Exposiciones testigo de lo mucho que tiene por hacer la Asociación Internacional de Boxeo (Aiba).

Las deudas trascienden el enfrentamiento a injusticias originadas por incapacidad o males mayores, pues se impone clarificar los reglamentos, lastrados por “entramados” poco comprensibles hasta para los técnicos, por no hablar de la afición, a la que aleja del seguimiento lógico al espectáculo y sus resultados.

Mas no todo quedó del lado de los jueces en la justa planetaria, y de ello tomaron notas los estrategas de la Isla, cuarta tras un Uzbekistán (3-1-1) apoderado del trono, una Rusia (3-0-1) inteligentemente renovada y un Kazajistán (1-1-4) siempre difícil.

Cuba (1-1-1) rubricó su menor colección histórica (era la de Milán 2009, con 1-1-2), y pareció demandada de apelar más al espíritu “fajador” de su escuela, algo tenido en cuenta en el posterior rediseño de la preparación.

De regreso a la temporada que termina, vale recordar además que no se convocó la Serie Mundial, pero hubo otras incursiones fuera de fronteras, como los certámenes de San Petersburgo, Colonia y Usti Nad Labem, con opciones para consagrados y noveles.

El fogueo llegó también a los juveniles, aunque sin lides de primera fuerza en su calendario, y en el plano interno la Serie Nacional y el torneo Playa Girón acogieron rivalidad al tiempo que devenían “pasarelas” para talentos empeñados en crecer.

Con los Juegos Olímpico de Tokio como cita mayor, el 2020 iniciará con una estancia en la ciudad kazaja de Almaty, que recibirá en enero a los hombres con mayores opciones de pelear en el clasificatorio americano pactado para marzo en Buenos Aires.

Asegurar equipo completo para la confrontación bajo los cinco aros es el objetivo inicial, y los vaticinios apuntan al sí. Luego el reto de brillar volverá ser una máxima para el deporte que más lauros olímpicos ha aportado a Cuba.

Los tres fajines festejados en Río de Janeiro 2016 colocan alta la varilla, pero ese es el precio del estrellato y quienes viajen a la capital japonesa tendrán que pagarlo con oro.

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