Foto: Armando Hernandez
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La Habana.- CUBA y el mundo están de luto, el ballet llora por la muerte de Alicia Alonso y su partida física es lamentada por personalidades de la economía, las ciencias exactas, la política y el deporte.
Alicia Alonso es una mujer de galaxias, su cuerpo reposa para siempre y el pueblo cubano le brindó honores en el Gran Teatro de La Habana que tantas veces la vio brillar y lleva su nombre.
Entre la multitud hay otra mujer bien conocida, otra de esas grandes féminas que parió esta isla caribeña y mucha gloria escribió en nombre de su tierra: la atleta Ana Fidelia Quirós, conocida como la Tormenta del Caribe, quien ofreció su último adiós a la insigne prima ballerina assoluta.
Hay mucho de Alicia en Ana Fidelia. La primera derrochó talento sobre el escenario, y la segunda demostró sumo coraje en la pista de atletismo. Ambas son guerreras de la vida, mujeres indomables que no renunciaron cuando perseguían un sueño y quisieron atraparlo con sus propias manos.
La corredora cubana, ganadora de preseas en las carreras de 400 y 800 metros durante juegos olímpicos, campeonatos y copas del mundo, recuerda a la célebre bailarina como un ejemplo.
«La veo en mí porque también tuve que recuperarme, luego de un accidente que provocó graves quemaduras en mi cuerpo, y reponerme para competir a nivel mundial», expresó emocionada.
«Alicia sorteó situaciones adversas e incluso, después de perder su visión, continuó haciendo por la danza y el ballet clásico», afirmó Quirós.
Más que una artista, Ana Fidelia ve en Alicia una campeona, una mujer invencible que hizo historia y plantó récords que, sin duda alguna, resultan hazañas gloriosas y casi inalcanzables.
«Ella siempre estuvo activa, fueron más de 60 años dedicados a la danza y el ballet. Por eso creo que está bien difícil superar el listón que dejó», afirmó la gloria del deporte cubano con una frase típica del ámbito competitivo.
«Su cuerpo se fue, pero su legado está aquí, entre nosotros, entre las nuevas generaciones, que deben mantener bien en alto su estandarte, y la Escuela Nacional de Ballet y sus bailarines diseminados por el mundo continuarán enalteciendo el prestigio del ballet y la danza de Cuba», añadió la recordista.
Como Ana Fidelia, Cuba está triste, pero feliz por lo que representa la Alonso, la Giselle personificada.
«Me siento orgullosa al saber que fue una mujer cubana quien protagonizó no pocos logros, como la fundación de la escuela de ballet en tiempos difíciles para la nación. Estoy feliz porque fue una mujer con el temple de Mariana (Grajales), y que lo pudo realizar», concluyó la corredora cubana más destacada, también por su férrea voluntad.
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