La Habana.- EN FEBRERO pasado se cumplieron 68 años del inicio de los Juegos Panamericanos, una de las más importantes fiestas multideportivas del planeta.

El nacimiento oficial se produjo el 25 de febrero de 1951 en Buenos Aires, la capital de Argentina, cinco lustros después de que la idea comenzara a valorarse con seriedad por parte de líderes vinculados a las justas del músculo.

La ceremonia de apertura en suelo albiceleste, por tanto, significó el colofón de notables esfuerzos organizativos y de búsqueda de la unidad deportiva continental; y al mismo tiempo el “pistoletazo” de arrancada para una historia apasionante de triunfos y récords.

LA IDEA…

Varios historiadores del deporte ubican en 1926, durante la celebración en México de los I Juegos Centroamericanos, los debates fundacionales de las citas continentales.

El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) entre 1925 y 1942, el conde Henry de Baillet Latour, afirmaba entonces que mucho beneficiaría a las citas estivales la celebración de lides regionales previas.

Con ese espíritu, en Los Ángeles 1932 y Berlín 1936 los países americanos lograron realizar topes informales entre sus atletas y abordaron la idea de fundar un movimiento propio. En ese sentido trascendió, en suelo norteño, la propuesta de crear la Confederación Deportiva de América; y en tierra europea se aprobó en principio la organización de los I Juegos Panamericanos.

El encuentro de la capital alemana, según el periodista e historiador cubano Enrique Montesinos Delvaty, sirvió además para promover los Juegos de la región bolivariana, que vieron la luz en 1938, pocos meses después de que en Dallas, Estados Unidos, varios países sostuvieran competencias durante la Feria Expositiva Internacional.

Todo este ajetreo coincidió con las iniciativas del estadounidense Avery Brundage, mandamás del deporte olímpico estadounidense y luego titular del COI durante muchos años, quien estimuló la creación de las federaciones panamericanas de los distintos deportes.

En 1940, en la urbe bonaerense, aconteció el I Congreso Deportivo Panamericano, con la asistencia de delegados de 16 países. Allí se creó el Comité Deportivo Panamericano, encargado de organizar los Juegos cada cuatro años. Buenos Aires tendría el honor de ser la primera sede en 1942.

Lamentablemente, la Segunda Guerra Mundial impidió el suceso y no fue hasta 1948, en el escenario olímpico de Londres, que el II Congreso Deportivo Panamericano decidió que la arrancada se produciría en 1951.

TIEMPO DE MEDALLAS

Más de 2 mil 500 participantes de 19 países, repartidos en 20 modalidades, protagonizaron las competencias disputadas en escenarios ya existentes en la urbe sudamericana, salvo el velódromo que devino la única nueva construcción.

Dada la época y el desarrollo deportivo del continente resulta lógica la ausencia de disciplinas consideradas clásicas o vedettes en la actualidad, como el voleibol y el baloncesto; y por la sede se entiende la "extraña" presencia del polo sobre césped.

Las villas deportivas se instalaron en instituciones ocasionales y por separado para hombres y mujeres. Las medallas mostraron en su anverso una antorcha llameante sobre los colores de la bandera argentina, rodeada por una corona de laureles y los aros olímpicos.

El fuego de los Juegos fue traído desde Grecia y el pebetero encendido por un atleta heleno llamado Juan Sossidis, como símbolo de continuidad del espíritu olímpico rescatado en Atenas hacia 1896.

En términos competitivos los deportes con mayor incidencia en el medallero fueron el atletismo (33 pruebas), el tiro (16), la natación (14) y la gimnasia artística (14). Y Argentina dominó por única vez en la historia de la fiesta, con terna de 68 oros, 47 platas y 39 bronces.

La opulencia de los anfitriones se hizo visible en muchos deportes, con destaque amplio en boxeo, ciclismo, esgrima, tiro, remo, tenis, fútbol, polo acuático y sobre césped.

Según Montesinos Delvaty, la delegación estadounidense lideró la justa de campo y pista con 17 títulos, gracias a actuaciones como las de Malvin Whitfield (400 y 800 metros), James E. Fuchs (bala y disco) y Charles Curtis Stone (3000 con obstáculos y 10 mil metros), autores de admirables dobletes dorados. También sobresalieron en natación, baloncesto, pesas y lucha libre.

¿Cómo fue posible que el país líder de los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y Helsinki 1952 cediera ante Argentina?

Varios autores ofrecen respuestas, de las cuales la más sólida tiene que ver con el carácter exploratorio de su intervención, jamás con todas las “armas” que podían colocar sobre las canchas. Cuatro años después arrasaron en predios aztecas.

En cuanto a Cuba deben destacarse las 28 preseas alcanzadas (9-9-10), entre las cuales resaltan las doradas del béisbol, la gimnasia (6) y las logradas por el velocista Rafael Fortún en 100 y 200 metros lisos.

La gesta de los gimnastas incluyó triunfos individuales de Ángel Aguilar en anillas y caballo de salto, y de Rafael Lecuona en el caballo con arzones; y como equipos en barras paralelas, salto al caballo y arzones.