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Su eterno amor: el voleibol
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Uno de los entrenadores cubanos que más ha sobresalido por su aporte a varias generaciones del voleibol no solo en Cuba, también en otros países.
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La Habana (1 nov).- SU PASO por el voleibol pudo ser efímero. La baja estatura conspiró contra las ansias de brillar como jugador pese a 11 años de esfuerzos en eventos en su natal Cotorro, así como provinciales y de nivel nacional.
Impuso entonces su mejor arma, la inteligencia, y comenzó a profundizar conocimientos sobre esta disciplina, a la que hoy suma más de medio siglo de entrega.
Justo Morales González se convirtió así en un respetado entrenador que como él mismo considera se ha consagrado a la aplicación de la teoría tomando como fuente sus experiencias prácticas.
A mediados de los años 60 ya ganaba medallas con niños y adolescentes, y bastante temprano integró los colectivos técnicos nacionales, al tiempo que se graduaba en el Instituto Superior de Cultura Física Manuel Fajardo.
Entre 1973 y 1976 cursó diversos postgrados junto a otros cubanos en la Universidad de Leipzig, Alemania, y sumó diferentes acciones a su permanente deseo de superación.
Trabajó con los equipos de lujo de Argelia y Nicaragua y con todas las categorías en Cuba hasta que fue promovido a primer asistente del plantel nacional masculino en la década del 90, una de las más radiantes para ese sexo en la isla.
En ese período ganó la Liga Mundial de 1998, agregó tres medallas de plata y un bronce en tales lides, el tercer lugar en el certamen del orbe del propio 1998 y plata en la Copa del Mundo de 1999.
Participó en los Juegos Olímpicos de Atlanta’96 (sexto) y Sydney’00 (séptimo), los panamericanos de Mar del Plata’95 (bronce) y Winnipeg’99 (oro), los centroamericanos y del Caribe de 1986, 1990 y 1998 (oro) y varios torneos NORCECA (todos con podios) antes de retornar a Argelia, donde dirigió el elenco élite masculino del 2002 al 2005.
A su regreso asumió la misión de capacitación en el área centroamericana de la NORCECA, entre 2006 y 2012 aportó sus conocimientos a técnicos de Panamá, Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Belice y Trinidad y Tobago.
Ya jubilado, este hombre capaz de comunicarse en varios idiomas sostiene su amorío con el voleibol como miembro del Consejo Científico Asesor de la Federación Cubana, y aceptó compartir criterios con JIT.
¿Qué te impresionó más del trabajo en esos países?
La primera experiencia que me llevé es su conocimiento sobre voleibol por la influencia de Cuba y la FIVB, que igual imparte cursos hace muchos años, lo que ya brinda sus frutos. Por otro lado me impactó la frecuencia competitiva, la que necesitamos nosotros, inclusive en las categorías inferiores. Pero carecen de ciertas herramientas, e introducirse en el terreno de manera práctica, poner las universidades en función de las investigaciones del deporte local y saber cómo trabajar con los talentos, porque ya saben seleccionarlos.
¿Qué puedes decir de la Escuela Cubana de Voleibol?
Está establecida no por determinantes resultados sino por la unificación de enseñanzas a través de los centros formadores de maestros, de las EIDE, el Ministerio de Educación, porque hay profesores que saben enseñar, y una concepción amplia.
Existen entrenadores que han conocido el más alto nivel y están en plena capacidad, y jóvenes que tienen el nivel y el interés de entregarse a la profesión, ante todo en su función de educador y pedagogo, y pueden volver a elevar la cota que un día tuvimos.
Desde tu experiencia ¿qué propondrías?
La Federación Cubana tiene su estrategia, pero sugeriría atacar pedagógicamente a la retaguardia. ¿Cuál es? El entorno del atleta, o sea la familia, meternos dentro, no temer a que las motivaciones y los intereses de hoy son diferentes y están influenciados por ese contexto: los padres, la pareja, o esa propia cultura que genera.
¿Los entrenadores?
Pueden ser adultos o jóvenes, siempre que se integren en la dinámica actual. El 62 por ciento de los entrenadores tienen de 55 a 72 años en el mundo, no se miden por la edad sino por el nivel de creación y la capacidad de solucionar los problemas. Los jóvenes pueden ser también experimentados si son capaces de introducirse en la situación real de nuestro deporte, y Cuba tiene un potencial para levantar de nuevo.
¿Cómo ves la enseñanza en la base?
Tenemos que lograr mayor frecuencia, calidad competitiva y su control en los estudiantes de todas las categorías. Es más lento el trabajo pero al final ganamos más con el atleta, porque hoy con 19 años de edad integran equipos nacionales de todos los deportes, y para eso primero hay que lograr una experiencia competitiva, un respeto a la actividad por parte del atleta, quien tiene que saber a la perfección todas las variantes del juego cuando finaliza su etapa juvenil.
Los jóvenes están jugando en la misma forma que lo hacían hace una década atrás atletas con 25 años en equipos nacionales.
¿Es errado definir funciones tempranamente?
Recomendaría no apresurarse en asignarlas, un error que observo no solo en nuestro país. No podemos decirle a un atleta que no ha definido su carácter y personalidad, y mucho menos teniendo en cuenta su temperamento, que será colocador, líbero o atacador central.
La vivencia me ha dicho que los hemos movido a otra posición, pero contaban con una preparación integral, que en estos momentos hay que elevar en busca de que dominen todos los elementos técnicos con sus variantes antes de definir su rol.
¿Otros factores?
La calidad de las competencias en Cuba, que para mí son estériles. Recuerdo que antes las celebrábamos de las categorías menores y había que ver al público, los entrenadores, los dirigentes, todos volcados en el resultado y en la conducta competitiva de los atletas.
No se admitían indisciplinas de gravedad. Hay que rescatar esa calidad y frecuencia competitiva, pues no puede existir solo una competencia nacional en el año para las nuevas generaciones de voleibolistas.
Otro aspecto es la selección del talento. Estamos jugando con atletas de perspectivas que reúnen condiciones para el alto rendimiento. El talento surge cada cinco o 20 años, cuando se conjugan una cantidad de aspectos que no pueden lograrse así como así.
Lo que tenemos que desarrollar son los atletas de perspectivas que tienen su rango de comportamiento, que responden a las exigencias del voleibol moderno, aunque no haya tres talentos en el equipo.
¿Qué otros temas considera requeridos de prioridad?
El por ciento de acciones positivas no es lo que debe preocuparnos, pues es la menor cantidad posible de faltas en cada uno de los elementos lo que estadísticamente tenemos que reflejar. Por eso en las categorías menores hay que habituar siempre al niño a trabajar con calidad y controlados, que ellos lo sientan para que tengan el hábito de conducta dentro del terreno.
Desarrollar integralmente al alumno no es aumentar volumen de trabajo sino incluir voleibol inteligente dentro de ese volumen, lo que se logra a través del ejercicio.
Hay cosas fundamentales en la actualidad, disposición a rendir y sacrificarse, y también la capacidad rara de contagiar el rendimiento, característico de un líder funcional. El arte del entrenador está en congeniar que la mayor cantidad de intereses se identifiquen en el entrenamiento deportivo. Los jóvenes ganan juegos, pero los experimentados ganan los torneos.click here online wife cheated why women cheat in relationships click here husband cheat why women cheat in relationships click here husband cheat reasons wives cheat on their husbands click I cheated on my husband reasons married men cheat click love affairs with married men bystolic free trial coupon go bystolic coupons for free bystolic free trial coupon bystolic coupons for free bystolic discount coupon site daliresp patient assistance |
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