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Publicación del Instituto Nacional de
Deportes, Educación Física
y Recreación INDER
SÁBADO 4
MAYO, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Tomás Herrera Martínez
El “músico” del baloncesto
Derrocha vitalidad en una actividad que sabe difícil pero igualmente importante que le pone en permanente contacto con cientos de glorias dispuestas a seguir aportando.

Por: Roberto Méndez
(robemen@inder.cu)
miércoles, 2 de octubre de 2013

Trayectoria...
Integrante del equipo de baloncesto que obtuvo la medalla de bronce olímpica en Munich´72, además del segundo lugar en el Festival Mundial celebrado en Perú y el cuarto del Mundobásquet´74 en Puerto Rico.
En la actualidad...
Presidente de la Comisión Nacional de Atención a Atletas (CNAA).

La Habana (2 oct).- POR ESTOS días se conmemoraron 40 años del segundo lugar de Cuba en el Festival Mundial de baloncesto celebrado en Perú, que además logró el bronce olímpico en Munich´72 y el cuarto lugar del Mundobásquet´74 en Puerto Rico.

Uno de los jugadores de esas nóminas fue el santiaguero Tomás Herrera, conocido como “El Jabao” y ligado al INDER en general, donde ha trabajado en distintas áreas hasta su actual cargo de presidente de la Comisión Nacional de Atención a Atletas (CNAA).

De niño en su natal Ciudad Heroína se inclinó por esta y otras modalidades, como cualquier muchacho acogido a las posibilidades dadas por la Revolución, pero también le gustaba la música y comenzó a tomar clases de trompeta en el conservatorio Esteban Salas.

Un día debió decidir entre el arte y el balón. Se inclinó por el segundo porque como él mismo reconoce tenía más tiempo para dedicarle y le faltaron 120 pesos para comprar instrumento propio, pues solo practicaba con el de la escuela.

Entonces el deporte ganó un baloncestista destacado luego de dejar atrás la receptoría en el béisbol o la portería de fútbol en la escuela primara Abel Santamaría de la Ciudad Escolar 26 de Julio. Luego resultó un directivo dedicado al que JIT solicitó este intercambio.

¿Cómo recuerdas el torneo en Perú?

Fue en 1973, para ambos sexos, con todos los equipos participantes en Munich, y en el caso de Cuba casi con el mismo roster. Al final discutimos el oro con la Unión Soviética y perdimos por seis puntos. Fue un evento más difícil porque se jugó por el sistema de todos contra todos, y Cuba vivió la satisfacción de volverle a ganar a Estados Unidos, después de hacerlo por primera vez en los Juegos Panamericanos de Cali´71.

Se destacaron las figuras base como Alejandro Urgellés, Pedro Chappé y Ruperto Herrera, además de una defensa integrada por Rafael Cañizares, Miguelito Calderón, Conrado Pérez y yo. En el partido final íbamos ganando por cuatro puntos a dos minutos de concluir, y en eso Urgellés clavó una pelota y se partió el aro. En la reanudación borraron la diferencia y nos superaron.

¿Cuándo entraste al equipo grande y cuál fue la primera competencia internacional?

Llegué en 1968 después de la Olimpiada de México´68, con 18 años, y mi debut fue en una gira por Bulgaria, Checoslovaquia y la Unión Soviética, que terminó en España.

Siguió el Centrobásquet del 69 aquí en La Habana, donde perdimos con Panamá y Fidel asistió al partido final, para luego felicitar al panameño David Peralta. No contamos con Chappé y Pablo García, sancionados por indisciplina en la gira.

Con Peralta hubo un incidente en los Juegos Centroamericanos de Panamá´70. Nos estaba haciendo mucho daño con sus grandes habilidades y había que pararlo. Yo lo venía gardeando, se me escapa y entonces en la penetración al aro Pedro Domecq le da un golpe y ahí mismo se paró el juego como por 20 minutos. Aquella instalación se puso caliente, recuerdo que el partido lo presenció el general Omar Torrijos.

Así comenzó el ciclo con todos estos eventos y otros, varios de ellos múltiples en la región y panamericanos, hasta que me retiré en el año 83.

¿Te fuiste por lesión o alguna otra causa específica?

Fue por decisión propia. Venía subiendo Leonardo Pérez, que era un jugador con una característica también ofensiva. En esos momentos él iniciaba y luego entraba yo, entonces lo pasaban a la posición dos. Además ya me costaba trabajo mantener la forma deportiva, tenía 33 años y era la hora.

¿Por qué no te quedaste de entrenador?

Tuve la desventaja de no graduarme en Cultura Física, sino en Ciencias Políticas, en 1977, y me ubicaron en el Comité Nacional de la UJC, donde atendía el trabajo de formación en las EIDE y equipos nacionales en una sección que se llamaba Atención a Atletas.

El INDER me solicitó y comienzo a trabajar en la Dirección de Relaciones Internacionales en 1986, en el área de colaboración. De ahí paso al Departamento Técnico-Metodológico a atender el sistema de escuelas, y en 1990 me promueven a director de Alto Rendimiento.

Entonces te tocaron de cerca los panamericanos de 1991.

Fue una coyuntura muy buena por el carácter de sede y la preparación que hicieron todos los deportes en Europa. Al terminar los Juegos Fidel propone a la dirección del INDER que yo pasara a comisionado de baloncesto, un deporte que no había quedado tan bien esa vez.

En ese cargo me mantuve hasta 1999. Me quedaron satisfacciones como la de elevar los resultados, sobre todo a nivel centroamericano y del Caribe y que se clasificara para los panamericanos y los Juegos Olímpicos. Además se inició en lo nacional la Liga Superior, que atrajo mucho público por esas generaciones de jugadores.

Ahora que hablaste de lo nacional, viviste etapas muy florecientes en instalaciones, aros y pelotas...

Está claro que eran épocas de mucho movimiento deportivo en lo popular y las áreas de los combinados y escuelas, primero con el impulso en la décadas del 60 y 70 y más tarde por el trabajo sostenido del INDER y las provincias.

Recuerdo el Plan Malecón por ejemplo, cuando logramos llenar muchas partes de esa zona con tableros y aros, entre dos edificios, al frente del hotel Riviera y muchos otros lugares, todo como gran atractivo para la práctica del baloncesto.

En esos tiempos Fidel nos criticaba porque estaban los aros pero no tenían mallitas, que se dificultaban mucho, hasta que conseguimos una donación de 3 000 por la Federación Internacional.

Eran años de producciones de 80 000 balones por la Industria Deportiva, incluso la televisión ponía juegos de la NBA norteamericana que motivaban a intentar sus jugadas.

Hoy eso se ha deteriorado mucho.

No es secreto para nadie que la carencia actual de lugares y medios ha afectado esa otrora afluencia de niños, jóvenes y adultos a practicar.

Ahora hay ansias entre la población de tener escenarios para jugar. Ya volvimos a ver los partidos de la NBA, de gran calidad, y los lunes mucha gente me pregunta al respecto.

Por eso el baloncesto cubano tiene grandes retos.

Sí, sobre todo en la base y la participación de activistas y profesores. Recuerdo que mis profesores en la primaria y la secundaria siempre tenían un gran movimiento entre escuelas y barrios, organizaban copas, visitas a otros municipios y centros, etc.

Nosotros necesitamos que además del calendario municipal haya eventos a esas instancias, o competencias de tres contra tres, además de un esfuerzo activista-profesor-padres-jugadores para armar todo esto, incluidas iniciativas para instalar tableros y aros. Al finalizar se debe superar el facilismo de que todo sea aportado por las distintas autoridades. Eso lleva mucha motivación.

¿Nunca pensaste que existiera la CNAA?

Yo digo que la atención a atletas comenzó cuando Fidel anunció que se llevaría el deporte tan lejos cuanto fuera posible. En los primeros tiempos existía un programa para garantizar su vida deportiva, estudios, además desde el punto de vista material resolver a los más destacados algunas necesidades como viviendas y otras.

Con la creación de la CNAA comienza un sistema para todo el país, poniendo al atleta en el centro con unas normativas para mantener garantías y beneficios para su seguridad, como la estimulación monetaria para los medallistas y desde el punto de vista salarial.

Es para mí una distinción la labor al frente de la comisión desde sus inicios en el 2002, ahora con matices diferentes respecto a su fundación.

Pero es difícil asimilar todas sus necesidades.

Darles respuestas decorosas es un deber permanente, ajustadas según las posibilidades económicas. Ojalá pudieran todos los que lo merecen recibir un auto, una casa o satisfacer sus intereses, pero no es posible indudablemente. Todo se reparte de acuerdo a disponibilidades estatales y provinciales.

Eso sí, las decisiones para la entrega llevan las valoraciones pertinentes y justas por un conjunto de factores, incluidas las nuestras. Esa no es tarea mía como algunos pueden pensar.

Este Jabao carismático y jaranero, exponente de su natal reparto Sueño, derrocha vitalidad en una actividad que sabe difícil pero igualmente importante que le pone en permanente contacto con cientos de glorias dispuestas a seguir aportando.

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