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MARTES 30
ABRIL, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Norberto Téllez
«El atletismo fue mi primera novia»

Dueño aún de tres récords nacionales, fue una de las figuras de la generación dorada del campo y pista en la Isla.


Por: Eyleen Ríos López
(eyleen.rios@inder.gob.cu)
domingo, 23 de abril de 2023

Trayectoria...

Medallista olímpico de plata como parte del relevo 4x400 de Barcelona 1992 y subcampeón mundial de los 800 metros. Dueño de tres récords nacionales.

En la actualidad...

Trabaja en la atención a atletas en la Esfaar Giraldo Córdova Cardín.


NORBERTO Téllez se enamoró por primera vez cuando descubrió el atletismo. Vio a Alberto Juantorena correr en aquel famoso relevo de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de La Habana 1982 y no tardó en decidir lo que quería hacer en la vida.

Tantos años después esa imagen permanece en su memoria. Quedó prendado del paso con que aquel hombre devoraba la pista, sin saber que décadas después el público también aplaudiría sus llegadas a la meta.

«El atletismo fue mi primera novia», dice cuando mira en retrospectiva lo logrado en un deporte que le ha dado las mayores satisfacciones de su vida, aunque también malos ratos, momentos de tristeza que dejaron huellas.

De eso prefiere no hablar mucho. Para este cienfueguero de 50 años de edad pesa más lo bueno, aunque aclara que no siempre ocurrió así.

Dueño de los récords nacionales de 800 metros al aire libre (1:42.85 minutos) y bajo techo (1:46.32), así como del relevo 4x400 metros, al formar parte de la posta medallista de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 (2:59.13 minutos), Norberto volvió a vivir en el momento en que regresó al atletismo.

Dedicado a la atención de atletas en la Esfaar Giraldo Córdova Cardín, también coopera con los entrenamientos de algunos corredores del equipo nacional y asegura que por eso su sonrisa «es ahora más amplia».

En la época más dorada del atletismo en Cuba, sus éxitos alternaban con los de Javier Sotomayor, Anier García, Iván Pedroso, Ana Fidelia Quirós, Roberto Hernández, Yoelbi Quesada y tantos otros orgullo de esta pequeña Isla.

Se siente pleno por formar parte de ese grupo y lo dice con un brillo especial en la mirada. Sabe que eso nunca se lo podrán quitar, como tampoco el privilegio de haberle arrebatado el récord nacional a quien considera un paradigma en el mundo, a un Juantorena que siempre tuvo como modelo. De esa y otras confesiones estuvo marcado su diálogo con JIT.

¿Le molestan las comparaciones con Juantorena?

En ese tema hay personas equivocadas sobre mi manera de pensar. No me gustan las comparaciones, sobre todo cuando no coincidimos en época. Me siento muy contento de tener a un Alberto Juantorena en Cuba. Él sigue siendo un paradigma para muchos, entre los que me incluyo.

¿Qué significó Alberto en su carrera?

Muchas cosas importantes estuvieron marcadas por su ejemplo. Lo vi en el relevo de los Centroamericanos del 82, aquí en La Habana, y me impresionó muchísimo. Lo considero uno de los mejores corredores que ha tenido el mundo y me propuse tratar de ser como él.

Pero tuvieron estilos diferentes…

Claro que eran estilos diferentes, quizás nos parecíamos en el potencial de los pasos, pero al correr él era mucho más elegante que yo. No por gusto le catalogaron como el Elegante de las Pistas… Yo era un poco más táctico quizás, en el sentido de que preparaba más las carreras basado en mi fuerza. Distribuía la carrera para salir en el momento adecuado y rematar a los contrarios.

La táctica es un detalle clave en los 800 metros. ¿Cuántas veces le falló?

Los 800 es una carrera muy táctica y si en un momento determinado no la pensaste bien, perdiste. Eso me pasó en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. No supe distribuir bien la carrera, me dejé guiar por el americano Johnny Gray y fue un desastre, quedé cuarto.

Al ganador de esos Juegos le había derrotado en la semifinal, así que fue muy frustrante la final. El noruego Vebjorn Rodal había pasado a la discusión de medallas por repechaje y tuvo el oro con récord olímpico.

Dice que resultó frustrante ese momento. ¿Le hizo replantear el futuro?

Sí, claro, pensé mucho y me puse como meta esperar un poco más, ver qué pasaba en el siguiente año y ya todo fue diferente.

Vino la medalla de plata en el certamen mundial de Atenas 1997, uno de los mejores momentos de mi carrera deportiva. Allí convertí a Wilson Kipketer en mi guía y le demostré al mundo que en ese momento, mejor que yo, solo estaba él.

Muchos llaman a la generación de los años 90 como la dorada del atletismo en Cuba. ¿Qué se siente al formar parte de esa?

Me enorgullezco de pertenecer a la generación de Sotomayor, Iván, Ana Fildelia... Figuras importantes de la que creo fue la mejor época del atletismo en nuestro país. Años muy bonitos. Yo me vestí de gala en esos momentos y comprendí lo que realmente significaba el deporte.

Amistades que todavía perduran…

Lo que compartimos entonces nos hizo comprender lo que son la amistad y el deseo de lograr un objetivo en la vida. Recuerdo que cuando terminábamos con nuestro evento nos sentábamos en las gradas a apoyar a los que no habían competido.

Casi siempre los 800 se tiraban luego de que ellos habían competido y me decían: «nosotros ya tenemos medallas, tú no puedes estar en el cuarto». Y yo sabía que no podía decepcionar.

¿Qué más le ha dejado el atletismo?

Sensaciones muy lindas. Mi vida ha estado vinculada siempre a mi deporte. Tener compañeros y amigos como los que tuve y tengo ha sido lo mejor. También me ha dejado tragos amargos, cosas que no se olvidarán, una de esas enfrentar el retiro y cómo actuaron algunos.

Me dejó también una gran entrenadora como Amarilis Hernández, un iniciador como Leandro Civil. Le repito, amigos para toda la vida. El atletismo fue todo.

Mencionó el retiro como un momento difícil. ¿No era el momento?

Tenía 34 años de edad en 2004. Estaba entrenándome para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, pero ya venía detrás un Yerman López con talento y sabía que no estaba en condiciones de dar lo mejor. Preferí irme.

Creo que fui realista. Reconocí que no era el tiempo de Norberto Téllez y tenía que decir basta. No iba a bloquear a un atleta que venía en desarrollo por un capricho. Decidí, aunque con mucho pesar, no seguir. Me golpeó mucho, estuve más de 20 años en el atletismo y mi principal preocupación era qué iba a hacer entonces.

¿Eso fue lo más duro?

Lo más duro fue asumir el olvido de mucha gente.

¿Qué hubiera pasado en una carrera entre Norberto y Juantorena?

A Alberto... Yo le ganaba (risas). No se olvide que tengo 1:42.85.

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