La Habana.- LOURDES Esther Pérez Pérez vive para su familia y el voleibol.

Mejor árbitro internacional en el 2010 en Cuba, repitió esa condición en el 2015, cuando trabajó como principal en la discusión del título entre féminas en los Juegos Panamericanos de Toronto y sumó otros desempeños importantes.

Desde los nueve años, guiada por su padre, el también exatleta y árbitro Ernesto Pérez, ha tejido un vínculo intenso con el deporte de la malla alta.

«Mi papá ha sido mi maestro y mi mayor influencia en casi todo», dijo en su casa de San José de Las Lajas para los lectores de JIT esta ingeniera en riego y drenaje y licenciada en Cultura Física.

«Cuando cubría el segundo año del servicio social, en la empresa Cultivos Varios de Melena del Sur, decidí la Licenciatura para estar bien cerca de lo que amaba», sentenció.

Orgullosa de que sus años como atleta le permitieran enfrentar net por medio a estrellas como la multicampeona olímpica Mireya Luis, se siente afortunada por haber seguido las huellas de su progenitor, también su mayor crítico.

«Cuando tienes en casa al profesor y censor aprendes que ser profesional depende del estudio y de actualizarte, no solo sobre tu deporte, porque eso te da las herramientas necesarias para ser siempre ético y mejorarte en cada partido», indicó.

De convincente verbo, confiesa que prefiere pasar inadvertida para la prensa y “pitarle” a los hombres porque «los partidos son más dinámicos. Las jugadas tienen rápidas determinaciones».

Todavía recuerda su debut fuera de casa, en Mexicali, México, cuando ni siquiera ostentaba la categoría Nacional.

«Fue en el 2003, asistí invitada y terminé trabajando el oro como segundo árbitro (se emplea el doble arbitraje en la net, además de los jueces de línea) con el dominicano Denis Céspedes. Después volvimos a coincidir en Toronto, solo que entonces estuve como principal», narró.

«Agradezco mucho la confianza que tuvieron en mí, entre ellos el hoy presidente de la NORCECA, Cristóbal Marte, quien desde un inicio me vio potencialidades», comentó.

Aunque no recibió los cursos necesarios para ser calificada como Nacional, cuenta que participaba como oyente en todo lo que tenía que ver con impartir justicia dentro del voleibol. «Eso me dio la posibilidad de categorizarme, con exámenes por etapas, tiempo más tarde», puntualizó.

«No podría dedicarme a ser jueza de béisbol u otro deporte. Hoy, como decimos, el arbitraje en el voleibol goza de muy buena salud. Pienso que Ricardo Borroto ha dado continuidad al excelente trabajo del profesor José (Pepito) Sanler», agregó.

No computa la cantidad de partidos en que ha faenado en el patio, pues lo hace desde 1999 en las categorías inferiores y continúa haciéndolo, especialmente en los Juegos Escolares, donde se dio a conocer, primero como atleta y después en su actual función.

«No ha sido cosa de “coser y cantar”. Doy gracias a que tengo una mamá-abuela-bisabuela que es una campeonísima. Sin Ana Esther no estaríamos hablando de esto», enfatizó.

¿Amores?, preguntamos entonces. Hay un “novio” de tres años de edad, fruto de mi hija, que me tiene como loca. Ella se llama Aldara y es médico veterinario, por lo que mamá y papá están al pie del cañón. Siguen siendo atletas de alto rendimiento, sin retiro pronosticado».

SATISFACCIÓN PLENA

«Haber trabajado en los I Juegos Olímpicos de la Juventud, celebrados en Singapur, fue para mí, junto a la final femenina de los panamericanos de Toronto, la confirmación de que estaba en la cima de mi carrera, razón para procurar mantenerme.»

Seis Grand Prix, mundiales de mayores en Italia 2014 y Japón 2012 y de menores en Turquía y Argentina expresan el interés que genera en la Federación Internacional.

Recién llegada a la media centuria, la pequeña expasadora considera que el voleibol cubano ha tenido que “hacer de tripas corazón” en los últimos años pero viene con notable empuje, especialmente en el sector varonil.

«Hemos tenido muchas bajas y por eso el promedio de edad es de no más de 21 años. Eso implica que la maduración de muchos se ha acelerado y en el tabloncillo se hace evidente, sin embargo acabamos de clasificar para el torneo masculino de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, algo que nos satisface a todos.

«El año pasado trabajé en Argentina el mundial sub-19 masculino y me impresionó mucho el físico, casi todos con más de dos metros de estatura, y gran dominio de la técnica. Eso te dice que viene duro el ciclo que cierra en Río.

»Me enorgullece haber puesto mi granito de arena para el modelaje de nuestros muchachos previo a su clasificatoria. No importa que fuera en diciembre, que nos cogiera las 12 de la noche del 25 en la Ciudad Deportiva entrenando. El resultado valió el sacrificio.»

Quien se confiesa mala cocinera, buena amiga y mejor abuela espera más de la vida, pues está llena de proyectos y compromisos.

Amante del vino, poco pero bueno, y romántica con preferencia por la música de Álvaro Torres, tiene por ambición faenar en un escenario de ese rango.

«Es lo que ambiciona todo el que se dedica a esta labor. Yo he vivido dos finales o inicios de oro, los nacimientos de mi hija y mi nieto, y soy feliz, pero creo que con esa tercera me podría retirar como la más feliz de los humanos.»

La intranquila “Gallega” no quiso concluir sin un agradecimiento mayor.

«Me siento tan deportista como en mis años activos. Siento mucho por el INDER y el voleibol, pues junto a la familia son mi razón de ser. Por ello mis felicitaciones a todos y el agradecimiento siempre.»