Culiacán.- TERMINA la Serie del Caribe 2017 y la imagen proyectada por Cuba aporta razones para la satisfacción aunque sus protagonistas aún lamenten no haber alzado la corona.
El balance de tres victorias y un revés con que Alazanes de Granma llegó al duelo de vida o muerte era ya un buen motivo para destacar su quehacer, realzado incluso con el desliz de despedida.
Apenas una carrera (0-1) le separó entonces del paso disfrutado por el mismo Águilas de Mexicali (México) que fue su víctima 24 horas antes (4-0), cuando Vladimir Baños se erigió héroe desde el montículo.
En semifinales, no importa el saldo definitivo, el liderazgo de la isla llevó el nombre de Lázaro Blanco, también pilar en la sonrisa del estreno, acuñada 4-0 a costa de Tigres de Licey (República Dominicana).
Ellos y Vladimir García, sólido en el éxito ante Criollos de Caguas (6-1), integraron una tríada de abridores pasada a los libros con signos de admiración.
Solo Freddy Asiel Álvarez estuvo mal desde esa función cuando Águilas del Zulia (Venezuela) fue superior 8-3.
La porfía que costó el adiós fue toda del pitcheo local y ello terminó por inclinar la balanza para un elenco en el que militan 14 nacidos fuera de México, incluidos cubanos y estadounidenses con importantes roles.
Pero la propia afición que apoyó con pasión a los anfitriones hizo reverencias a la labor de los alumnos de Carlos Martí y al propio director, caracterizado por altas dosis de modestia, ética y poder aglutinador.
Experimentados y noveles a sus órdenes destacaron el disfrute vivido en cada salida al terreno y la confianza con que las apuntalaron en un torneo de nivel matizado por el oficio de sus animadores.
Tales ingredientes fueron claves para que, además de llevarse las palmas en el seno de la lid, sus seguidores vivieran el orgullo de saberse bien representados.
Vale recordar que la política sostenida durante más de medio siglo por Estados Unidos ha privado a los cubanos de una inserción normal en el circuito del Caribe y las Grandes Ligas de aquel país, incentivando abandonos definitivos no exigidos a otros.
De tal forma adquiere más rango la labor de quienes integraron un elenco sin importados, totalmente defendido por hombres procedentes del circuito doméstico, porque incluso Alfredo Despaigne tributó a los “caballos” tras brillar en Japón.
Los análisis técnicos aportarán otras aristas de peso de cara al futuro, que de inmediato implicará mayores exigencias en el Clásico Mundial, pero la página escrita aquí afianzó el prestigio de Cuba.
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