La Habana.- LEJOS de la tranquilidad con que pudiera asociarse el término “bye” asignado en Cuba a los años posteriores a las lides olímpicas este 2017 volverá a probar a su deporte desde un calendario marcado por el reparto de plazas para los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Ya no es noticia, pero vale reiterarlo para recordar que el cuatrienio hacia Tokio 2020 planteará exigencias desde su comienzo mismo, con la necesidad de que renovaciones lógicas para esta etapa no comprometan el propósito de retener la cima del certamen subregional.

Máxime porque este será acogido en el verano del 2018 por la ciudad de Barranquilla, en una Colombia que emitió claras señales de ascenso en la última lid del continente (lugar cinco) y en la fiesta bajo los cinco aros de Río de Janeiro (tres coronas).

Súmese que las prerrogativas de que gozan los anfitriones de esas justas les permitirán ajustar el programa competitivo en función de sus intereses, potenciando la presencia de disciplinas y pruebas llamadas a tributarles dividendos.

Téngase igualmente en cuenta que en los últimos años ese país multiplicó la erogación de recursos en instalaciones, fogueo, contratación de entrenadores y superación de estos, además de nacionalizaciones y otros pasos para apuntalar su aspiración.

«Nunca la nación andina ha estado en mejores condiciones para imponerse», proclamó hace unos meses Andrés Botero, presidente de Coldeportes, quien entonces destacó que el gobierno nacional ha aprobado presupuestos millonarios.

Quiere esto decir que tal como aconteció en la versión de Veracruz 2014 Cuba tendrá su principal escollo en la delegación local, beneficiada además por el valor agregado que emana de la afición y el ambiente mediático que suele crearse en tales escenarios.

Pero ninguna de esas tensiones son ignoradas en la isla, que pese a reconocer el alza de sus oponentes y carecer de un soporte económico a la altura de muchos de estos ya ratificó la decisión de sostenerse en la cima.

José Antonio Miranda, director de Alto Rendimiento del INDER, recién explicó que los primeros análisis sitúan en 131 el total de cetros necesarios para hacer realidad una aspiración que otra vez demandará diversidad de deportes y concursantes.

«Nuestro objetivo no es otro que ganar, y lo difícil de la misión se convierte en motivación adicional para trabajar más y mejor, porque solo el uso óptimo de los recursos, incluido el humano, lo hará posible», sentenció.

El especialista indicó que hacia ese fin están destinados los pasos resultantes de los análisis desarrollados tras la confrontación carioca, igualmente proyectados hacia la reconquista del segundo lugar en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.

SOSTENIBILIDAD

Los últimos 12 meses volvieron a poner en “jaque” la capacidad de respuesta del movimiento deportivo cubano, que más allá de justificadas insatisfacciones tiene razones para celebrar su confirmación entre las 20 potencias del planeta.

El lugar 18 conseguido en la justa olímpica de Río de Janeiro es muestra de la sostenibilidad tantas veces evocada por el presidente del INDER, Dr. C. Antonio Becali, al recordar las particularidades en que se fragua la misma.

«Pese a limitaciones económicas, robo de talentos y comercialización desmedida mostramos resultados que son incluso inalcanzables para naciones económicamente poderosas», ha indicado al ponderar la voluntad política de que es fruto el sector.

Como siempre sucede, quienes miren con pesimismo hacia lo sucedido en la Ciudad Maravillosa podrán “resaltar” que disminuyeron el total de medallas (11), no fueron superados los cinco cetros de Londres 2012 y mermó el número de deportes que los aportaron (2).

Pero también hay matices desde lo positivo, partiendo de una delegación más amplia que volvió a contar con un deporte colectivo (voleibol) y regaló buenos momentos desde otros como el voleibol de playa, la gimnasia, la arquería o el ciclismo, aun sin visitar el podio.

Al retorno del boxeo (tres fajas) a su camino de gloria y la solidez de la lucha grecorromana (dos) se añadieron pasajes como los estrenos de un badmintonista y una pesista, realidades devenidas muestras del amplio panorama reinante en la isla.

Cierto que se esperaba más del atletismo (un bronce) y el judo (una plata), y que no todos los sueños esquivos dejaron el mismo mensaje de entrega que los de un Manrique Larduet empeñado en batirse pese a su lesión o los “playeros” convertidos en héroes sin respeto al rango de sus rivales.

Como se impone insistir en que alegrías y fracasos emergieron de un colectivo totalmente autóctono, alejado de la abundancia de “nacionalizados” imperante en la mayoría de los reunidos allí, donde apenas días después Cuba fue otra vez centro de muchas miradas en una fiesta paralímpica de alto vuelo.

Ocho coronas, una medalla de plata y seis de bronce ilustraron el poderío de su delegación de apenas 22 atletas que tuvieron luz y ejemplo en esa estrella que responde al nombre de Omara Durand, la mujer más rápida entre todas las categorías no convencionales.

Dueña de tres oros y cuatro récords mundiales, la corredora fue clave en un desempeño que garantizó otro destacado escaño 18 signado por el especial interés del Estado en garantizar un deporte al alcance de todos.

COMPROMISOS DE ÉLITE

Aunque estratégicamente los clasificatorios para Barranquilla 2018 serán claves, esta no pasará a los libros como una temporada carente de citas de primer rango, incluidos los campeonatos universales de taekwondo, atletismo, lucha, judo y boxeo. 

La primera de esas disciplinas organizará su momento clímax en Surcorea, del 24 al 30 de junio, y el que ya se promociona como “mundial del adiós para Usain Bolt” tendrá por asiento a Londres, Gran Bretaña, del 4 al 13 de agosto.

El octavo mes igualmente verá disputarse los cetros entre los gladiadores, del 21 al 26 en París, Francia, y dos días después comenzará la puja de los judocas, pactada hasta el 3 de septiembre en Budapest, Hungría.

Los púgiles harán su fiesta en Hamburgo, Alemania, del 25 del propio agosto al 3 de septiembre.

Pero las emociones de ese tipo comenzarán mucho antes, porque el IV Clásico Mundial de béisbol está al doblar de la esquina, del 6 al 22 de marzo en seis escenarios, y será antecedido por la Serie del Caribe a celebrarse en la semana inicial de febrero en Culiacán, México.