La Habana.- AUNQUE no todos lo aceptaron púbicamente se sabe que la mayoría de los peloteros cubanos llegados en los últimos años a las Grandes Ligas (MLB) estadounidenses estuvieron vinculados a operaciones de tráfico de personas.

Medios de aquel propio país publicaron que un hombre de Miami recién fue acusado por supuesta participación en una conspiración para llevar de Cuba a Estados Unidos a Yasiel Puig, actual miembro de los Dodgers de Los Ángeles.

Se trata de Gilberto Suárez, de 40 años, quien en el 2012 habría pagado 250 000 dólares a traficantes relacionados con el cartel de la droga de Los Zetas para que el toletero viajara a cambio de una parte de un eventual contrato.

De acuerdo con lo relatado por el reportero Jesse Katz para Los Angeles Magazine, durante las negociaciones Puig recibió amenazas y fue retenido en un motel. La nota resalta que uno de los líderes de esa tramitación recibió 13 disparos y apareció sin vida en Cancún.

Un reportaje difundido por BBC fija en tres millones de dólares la “tajada” pactada impuesta por los traficantes del cienfueguero, de los entrevistados por agentes federales que dan seguimiento al asunto.

Documentos judiciales citados por la agencia AP mencionan al ahora integrante de los Rangers de Texas Leonys Martín entre las más de mil personas contrabandeadas por Eliezer Lazo, quien en agosto se declaró culpable de cargos de extorsión.

La misma fuente aseguró que son varias las investigaciones abiertas al respecto, aunque muchos jugadores apelan al silencio por miedo a represalias de las mafias con que contrajeron deudas.

Joe Kehoskie, un agente de peloteros que ahora trabaja como consultor, aseguró a ese medio haber conocido de cerca tal proceder, pues recibió llamadas de los propios traficantes que le ofrecieron representar a varios jugadores.

Narró que hasta los años 90 y principios de la década pasada lo común era que los deportistas cubanos desertaran cuando el equipo nacional visitaba un tercer país.

«... Era muy común que tres, cuatro, cinco agentes siguieran al equipo nacional allá donde jugaran alrededor del mundo y ahora que yo sepa ya nadie hace eso», indicó.

Desde su experiencia, las mafias se han apoderado del negocio en torno a la deserción y traspaso de jugadores a la liga estadounidense.

En marzo pasado el sitio digital www.wapa.tv dio a conocer que las autoridades dominicanas desmantelaron una banda dedicada a transportar peloteros cubanos para conectarlos con escuchas para la firma con equipos en Puerto Rico, México y otros países, con la mira puesta en las Grandes Ligas.

El propio reporte recordó que el primero de junio del 2013 la fiscalía del Distrito Nacional solicitó medidas de coerción contra acusados de formar parte de una red de tráfico y trata de peloteros cubanos hacia el país.

Según la nota, los imputados financiaban los viajes y apelaban a terceros para realizar las operaciones y capitanear las lanchas llegadas clandestinamente con los deportistas, a quienes luego les cobraban grandes sumas de dinero en ajuste a los contratos obtenidos.

El periódico El Listín Diario divulgó entonces que entre los imputados estaba Edgar Mercedes, quien recibió a Yoenis Céspedes en República Dominicana, donde jugó antes de firmar con los Atléticos de Oakland.

Como parte de tales “arreglos”, Mercedes demandó al jugador por incumplimiento de pagos convenidos.

«Edgar Mercedes le alquiló a Yoenis una casa en Santiago de los Caballeros a 1 500 dólares y corrió con sus gastos durante meses, incluyendo los trámites para la obtención de la residencia legal en República Dominicana», dijo a propósito el periodista Héctor J. Cruz.

Ejemplos hay muchos otros, pero todos llevan a concluir que son ilegítimas las reglas especiales que como consecuencia del bloqueo encuentran los cubanos interesados en mostrarse en las MLB.

Pero la esencia está en la imposibilidad de aspirar a hacerlo desde Cuba, porque la “gran carpa” solo está abierta a quienes abandonen la isla, sin que importe que sus traslados impliquen a delincuentes perseguidos por la propia justicia norteña.

Es parte del doble rasero generado por una política hostil que premia acciones donde arriesgan y hasta pierden la vida no pocas personas, y pone en serios apuros a quienes no logran brillar y quedan debiendo a gente que sabe lo que es apretar el gatillo. 

¿Fueran tan deseados los peloteros cubanos si sus llegadas no constituyeran un gran show propagandístico contra el sistema al que deben su formación?

¿Serían igual las sumas que hoy reciben?

Ojalá pudiéramos comparar desde la caída de las barreras que les incitan a abandonar a los suyos.