Astana.- AUNQUE apenas tiene 16 años la capital de Kazajstán impresiona por sus muchos atractivos y la evidente revolución constructiva que proyecta el constante crecimiento de una arquitectura contemporánea.

Incluso quienes le conocieron hace pocas temporadas reaccionan sorprendidos ante la expansión que enriquece las virtudes económica, ecológica y geográfica que avalaron su elección sobre Almaty en 1997.  

Entonces los expertos tomaron en cuenta aspectos como índices sociales, clima, paisaje, condiciones sísmicas, medio ambiente y recursos laborales, y la decisión llegó respaldada por un capital que le transforma a golpe de modernidad.

En 1998 la administración del país aprobó su actual nombre, que se traduce en “la capital”, y menos de dos décadas más tarde la realidad encontrada por el visitante constituye clara expresión de grandes erogaciones y buen gusto.

A diferencia de Almaty, situada lejos del centro de la república, Astana se levanta casi en el centro geográfico de Kazajstán y cerca de las grandes regiones administrativas.

Hoy es considerada ejemplo de progreso y provoca elogios de todo tipo por la limpieza y la decoración a base de flores naturales que embellece sus calles, al tiempo que gana prestigio por el número de instalaciones convertidas en centro de atención para los turistas.

Bastaría mencionar la mezquita Nur-Astana, la Sala de Conciertos Central, la Pirámide de la Paz (también conocida como el Palacio de la Paz y la Reconciliación), o el Centro Presidencial de la Cultura, pero el número uno en popularidad lo tiene el monumento Baiterek.

Se trata de una moderna torre de cristal y hormigón que supera los 100 metros de altura, es considerada por los especialistas como «el mejor ejemplo de la arquitectura de la urbe y símbolo de creación y prosperidad», y se ha erigido en la construcción más conocida del país.  

Con resonancias mitológicas, su nombre se deriva de la leyenda del árbol de la vida de Baiterek, según la cual un pájaro mágico llamado Samruk depositó un huevo portador de la felicidad en un álamo situado en el pico de la montaña Kok-Tobé.

De ahí la gran esfera dorada que corona la estructura que simboliza el árbol de 97 metros, altura que acoge un mirador y evoca el año en que Astana fue elegida como capital.

Restaurantes, un gran acuario y otros espacios son parte de su interior, donde destaca una impresión de la palma de la mano del presidente de la república, con una placa conmemorativa que invita al visitante a colocar encima la suya y formular un deseo.

Los estudiosos aseguran que las particulares formas de su estructura representan las ideas cosmogónicas de los antiguos nómadas, a la vez que tributan un edificio fuera de lo común que acapara las miradas de todos los que llegan aquí, incluidos los púgiles cubanos que pelearán martes y miércoles contra Astana Arlans Kazakhstan.