La Habana.- SE ADUEÑÓ de los más importantes torneos del voleibol mundial, sobre todo en la última década del pasado siglo, la más dorada para las Morenas del Caribe. Protagonista de una estatua en su honor en Montreux. Regla Torres Herrera sigue siendo recordada por su decisivo aporte al equipo de ensueño que ganó las citas olímpicas de Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000.

Casi 20 años después de su retiro se mantiene abrazada al deporte que practicó desde la niñez. Trabaja con las nuevas generaciones sin perder el optimismo y los sueños. Lucha para que el voleibol femenino cubano retome la senda victoriosa que ella transitó con impresionante talla de 1.91 metros, con la cual “danzaba” entre bloqueos y remates.

La encontramos en la Escuela Nacional de Voleibol, donde integra el colectivo técnico de la actual selección de lujo. Conseguimos uno de sus pocos ratos libres, casi siempre dedicados a leer.

«Lo hago cada vez que tengo un tiempo, cuando estoy tranquila, sola en casa o esperando en alguna gestión. Siempre ando con mi tableta. Leo dos y tres libros a la vez. Puedo dejar un texto en algún punto, leer otro más refrescante y retomar el anterior», comenta mientras observo cientos de archivos en su ordenador.

«Esa afición nació por mi papá. Viajaba mucho a Camagüey por razones de trabajo y me traía libros. Todas las noches me leía para dormir. En la escuela aprendí lo básico del inglés, pero me gustaban las canciones en ese idioma y quería saber qué decían… Me compré un diccionario y escribía las palabras que no entendía, luego aprendí los tiempos verbales. Así sucedió con el italiano.

»Solía comprar libros en los aeropuertos. En los viajes leía o escuchaba música, pero no ambas cosas a la vez», cuenta sin olvidar que otras compañeras también gustaban de la lectura, como Mireya Luis, Marta Sánchez, Magaly Carvajal y Lily Izquierdo.

«De las muchachas nuevas he visto ese interés en Ailama Cesé. Cuando trabajé con el equipo juvenil les hablábamos mucho sobre la importancia de leer. Debemos seguir insistiendo y buscar las formas de estimular a los atletas», comenta.

«No leer puede traer muchas confusiones. Si no están informados cualquiera puede engañarlos. Es cierto que entrenan y se cansan, pero hay que buscar el tiempo. Todo no puede ser internet para el entretenimiento. Se pueden descargar libros y leer los periódicos. Hay que buscar maneras para desarrollar la mente de nuestros atletas. Eso los ayudará a relacionarse con otros deportistas que sí leen y tienen mejores vocabulario y modos de expresarse y comportarse», sostiene.

Después de su retiro del deporte activo, en 2002, Regla se tomó tiempo para ella y la familia. Pasó un curso de narradores deportivos y compartió detrás de los micrófonos durante una Liga Mundial de Voleibol en La Habana.

«Nunca me desvinculé del equipo y la Escuela, incluso en 2003 algunas quisimos retornar para asistir a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004: Regla Bell, Raiza O’Farril, Idalmis Gato, Marlenis Costa y yo. Nos dijeron que las jugadoras del momento eran jóvenes, pero estaban cohesionadas. La única que se incluyó fue Ana Ibis Fernández y logró su cuarta medalla olímpica», narra.

Le ha gustado ser entrenadora, aunque nunca pensó en esa opción. Incluso comenzó a estudiar tarde la licenciatura, no se decidía…

«Ser entrenadora es más difícil, hay que tener muchas cosas en cuenta. Varias personas dependen de ti y debes tomar en cuenta sus características. Es una labor estresante en que la única gratificación es verlas superarse y moldearlas hasta llevarlas a lo máximo. Esa sensación es bien bonita», opina.

«El atleta se entrena, da lo máximo, se supone que le gusta y se entrega. Es sacrificado, tiene que dejar muchas cosas de lado si asume el deporte en serio y pensando en su país. El esfuerzo incluye alejarse de la familia y las fiestas. De todo eso podrá disfrutar después del retiro», considera.

«Cuando salimos de ese mundo enfrentamos otro distinto. No nos percatamos mientras estamos activos, es como una burbuja. En la calle hay otra vida y no sabemos nada, es como empezar de cero. Algunos “amigos” se alejan y uno llega a sentirse algo sola. Por suerte quedan aquellos que te quieren con sinceridad. Me refiero a gente cercana, pues el pueblo siempre recuerda lo que hiciste y te quiere y admira», reconoce.

Regla alerta de que algunos miran a los entrenadores como magos y encargados de todo. También le preocupa la falta de educación en algunos alumnos que promueven a los equipos nacionales. «Hay padres que traen a su hijo y no los ves más hasta que se produce una indisciplina. A veces no se tiene en cuenta el trabajo de formación que realizamos los entrenadores. De cierta forma nos convertimos hasta en padres para algunos muchachos».

A Regla le preocupa igualmente que adolescentes de gran talla sean prácticamente obligados por sus padres a jugar voleibol. «No es justo, no lo disfrutan y reciben altas cargas de entrenamiento», señala.

«El trabajo es muy duro, pero gratificante cuando los alumnos avanzan porque les gusta y se entregan. Cuando no ocurre así es decepcionante para todos. Enfrentamos muchas dificultades, nuestro elenco femenino no ha tenido grandes resultados en los últimos años, pero en la Escuela Nacional trabajamos desde la mañana hasta la noche cada día», explica.

La mejor jugadora del siglo XX entiende como injusto comparar a las Espectaculares Morenas del Caribe con las generaciones de atletas más recientes. «No tuvieron nuestras condiciones ni las posibilidades de jugar y competir», asegura.

«Cuando comencé, a los ocho años de edad, me desarrollaron habilidades con ejercicios que no parecían servir al voleibol: paradas de mano, puentes, split… Llegué con 13 “abriles” al equipo nacional con una tremenda base y lista para pulirme, como toda mi generación. Ahora las chicas llegan con vacíos técnico-tácticos muy grandes y no da tiempo a enseñar todos esos elementos».

Antes, rememora, se entrenaba mañana y tarde. La docencia se daba miércoles y sábado, por el día, así que en la noche íbamos para la cancha.

«Ahora las muchachas tienen que estudiar después del entrenamiento. Este deporte es de repeticiones, así que cuando más embullados están tienen que irse. Después vuelven a la cancha y terminan casi de noche. Entonces no hay tiempo de recuperación. Eso nos golpea tanto como la falta de un estadístico. Mientras no se resuelvan esos y otros temas no estaremos a la par de otros equipos del mundo», opina.

Regla seguirá en su país trabajando con amor por su deporte. Y su sinceridad le colocará siempre frente a los problemas que limitan el desarrollo de las jugadoras…

«Por decir las cosas sin rodeos han estigmatizado mi carácter. No me entiendo con la mentira, he sido así desde que era alumna de la Eide Mártires de Barbados. No considero tener mal carácter, todo lo contario. Soy una persona pacífica, amo el silencio y la tranquilidad. No me gusta el barullo, quien siempre bromea conmigo es mi esposo y me da el espacio. Disfruto estar rodeada de gente con buena vibra y las más cercanas saben cómo soy: llego hasta el final y no soy falsa», concluye.