Cali.- UNA CARRERA, solo una, llenó de emociones la tarde de este jueves en el Estadio Olímpico Pascual Guerrero, de esta ciudad.

La inscripción no dio para más y las atletas de 100 con vallas fueron a una final directa tan apasionante como riesgosa.

Sin haber “tocado” antes la pista, oficialmente digo, ocho chicas buscarían las medallas de los I Juegos Panamericanos Júnior en poco menos de 15 segundos. Dos cubanas estaban allí cargadas de sueños.

Sonó el disparo y rápidamente supimos que habría medalla para Cuba, salvo un accidente que por suerte no se dio. Greisys Roble se abrió paso al oro y Keily Pérez al bronce. ¡Doblete! El segundo de nuestra delegación en este deporte, tras el conseguido por las discóbolas Silinda Morales y Melany Matheus.

Roble firmó un tiempo de 13:07 segundos que ancla como lo mejor de su vida, pues antes de este reto en Cali había estampado un 13:20. Pérez detuvo el reloj en 13:33, lejos de su límite personal fijado en 13:12.

Cruzada la meta empezó el descubrimiento del éxito y las más insospechadas sensaciones para ambas. Roble pasó del estremecimiento, lágrimas de por medio, a la alegría total. Pérez sucumbió ante la promesa “incumplida” con su fallecida mamá.

Hubo que ser fuerte para soportar las escenas vividas en la zona mixta para entrevistas. Primero el abrazo de ambas, que confirma lo más importante: Cuba triunfó. Luego las incontenibles lágrimas de Keily, que por más intentos no pudieron contenerse en ese lugar.

«Vi la carrera súper fuerte, pero me sentí bien y era un resultado que estábamos esperando. Entrenamos para esto y estoy muy contenta con el título y la marca, pues bajé de 13:20 a 13:07», sostuvo la mayabequense con la bandera nacional sobre los hombros.

«Me presionaba ir directo a la final porque siempre es bueno conocer a los competidores y saber de sus capacidades. Entonces tenía que hacer mi carrera sin pensar en nada más», precisó la flamante campeona.

«Orgullosa de llevar esta medalla a Cuba, pero no era la que quería ni la que le prometí a mi madre que no está acá, está allá arriba… Pero no importa, esto no acaba aquí», dijo Keily ahogada en llanto.

La medalla de plata en esta prueba correspondió a la brasileña Katiley Batista, con tiempo de 13:27 segundos.