Tokio.- EN UNA mañana de martes con la lluvia otra vez empeñada en ser protagonista, los cubanos Cristian Nápoles y Roxana Gómez debutaron en el certamen de atletismo olímpico que se celebra en esta ciudad, y avanzaron a las siguientes etapas de sus eventos disfrutando de esta nueva experiencia.

Cristian se hizo un espacio en la final del triple salto para hombres con apenas un salto. Sin importar las condiciones imperantes tomó el impulso necesario para llegar hasta los 17.08 metros, tres centímetros más de la marca mínima exigida para estar mañana en la disputa de las medallas.

«Disfruté de mi primera experiencia olímpica, que es una de las cosas que me había propuesto. Ya estoy en la final y ahí voy a darlo todo», comentó a su paso por una de las zonas mixtas del Estadio Olímpico este saltador que parece recuperado de las lesiones que le aquejaron en temporadas recientes.

«Estoy ahora en mi mejor forma», aseguró antes de partir a preparar su siguiente presentación que será mucho más exigente.

El actual registro de Cristian clasifica como el mejor de su temporada, pero tendrá que mejorarlo y puede, pues su tope personal es de 17.29 metros.

De momento, fue la cuarta marca entre las cinco que aseguraron avances directos a la final. Lideró la ronda el cubano que representa a Portugal, Pedro Pablo Pichardo, con brinco de 17.71 metros, y otros candidatos al trono como el estadounidense Will Claye y Huge Fabrice Zango, de Burkina Faso, clasificaron sin hacer el grado.

Por Cuba también estaba inscrito en esta prueba el jovencito Andy Díaz, con quien se estuvo trabajando durante las últimas jornadas para que superara algunas molestias físicas. Al parecer, las condiciones climáticas terminaron por forzar su ausencia, para evitar una recaída en su recuperación.

Mientras, en la pista Roxana cumplió su primera meta en estos juegos al igualar su registro personal en la carrera de 400 metros. Corrió en el primer heat y cómodamente escoltó en la meta a la bahamesa Shauane Miller, marcando un crono de 50.76 segundos.

Efectuadas todas las series, llega a las semifinales con el tercer mejor tiempo de la clasificación, pero sabe que en lo adelante los retos serán mucho más difíciles.

«Me sentí muy bien. Igualé mi marca personal y voy a salir a la semifinal a correr otra vez muy fuerte. Mi sueño es estar en la final olímpica, pero sé que es muy difícil llegar», dijo satisfecha con su debut en estas lides.

«Igual para el relevo estoy bien preparada y no importa que tenga que correr varios días. Me siento fuerte», sentenció al valorar su responsabilidad como miembro de la posta femenina del 4x400 metros.

Roxana sabe que comenzó a dar los pasos para que esta sea una buena experiencia para disfrutar. «Si no llego a la final, el otro objetivo es seguir mejorando mi marca. Hay mucho calor, pero nosotros estamos acostumbrados a eso», añadió.

La nueva presentación de la cubana está pactada para mañana, que también está reservada para que Yorgelis Rodríguez inicie su camino hacia los premios en el heptatlón.

Pero nada de lo que queda por ver tendría comparación con lo sucedido durante esta jornada en la final masculina de los 400 metros con vallas y que muchos ya bautizaron como la carrera más fantástica de la historia.

Ante el asombro propio y del resto del mundo, el noruego Karsten Warholm se convirtió en el primero que quiebra la mítica barrera de los 46 segundos, y su registro de 45.94 es desde ahora el nuevo récord.

Los detalles de la carrera son de otra galaxia. El estadounidense Ray Benjamin fue segundo con crono de 46.17 segundos, 43 centésimas por debajo de la plusmarca universal que Warholm había impuesto a principios del pasado julio. El brasileño Alison dos Santos acaparó el bronce con 46.72, tiempo por debajo del hasta entonces récord olímpico.

En resumen, cuando todos los corredores entraron a la meta habían caído tres récords continentales y seis nacionales. Simplemente increíble.