Tokio.- MARINA Rodríguez, la primera pesista cubana en competir a nivel olímpico, y en repetir la experiencia, ha hecho su cruz en los Juegos de la XXXII Olimpiada, en esta capital.

Cinco años después de que obtuviera el octavo puesto en los 63 kg, en Río de Janeiro 2016, ha ratificado ese lugar en la división de los 64 kg, la última disputada este martes en el moderno, hermoso y funcional Foro Internacional de Tokio.    

Cualquiera diría que nada cambió a lo largo de un quinquenio, pero no es así. Marina acumula más experiencia, ha salido y entrado de lesiones, y sobre todo ha enfrentado la más compleja de las preparaciones que haya tenido por delante, “gracias” a la covid-19.

No figuraba entre las candidatas a medallas, es la verdad, pero pretendía llegar más lejos en el segundo día olímpico de su vida, lástima los dos ejercicios invalidados (un arranque y un envión) por errores en la ejecución.

En el primer movimiento levantó claramente los 95 kilogramos, pero luego falló con 98 en la barra debido a un desliz al cerrar el peso arriba. Volvió por ese peso y lo dominó sin dificultades.

En el siguiente ejercicio la historia fue muy parecida, pues “le dio” claramente a los 118 kg y perdió los 123 una vez antes de validarlos.

Así redondeó un biatlón de 221 kilogramos, 15 menos que la ganadora del oro olímpico, la canadiense Maude G. Charrom (236). Las preseas de plata y bronce correspondieron a la italiana Giorgia Bordignon (232) y la taipeyana Wen-Huei Chen.

Otras dos latinoamericanas intervinieron en la justa, la colombiana Mercedes Pérez y la ecuatoriana Angie Palacios.

La cafetera, cuarto lugar de los 63 kg en Río de Janeiro 2016, campeona panamericana en Lima 2019 y medallista mundial en las ediciones de 2018 y 2019, tuvo un día de “espanto” a pesar de repetir su escaño de hace cinco años.

Sépase que falló cuatro de sus seis ejecuciones (dos en cada movimiento), que le afloraron evidentes desacoples técnicos, y que acabó destruida por los sueños rotos de llegar esta vez al Olimpo.

La ecuatoriana falló dos enviones con 127 kg, peso que de hacerlo le habría reportado probablemente la medalla de bronce.

Marina intercambió con JIT concluida la competencia y se declaró contenta, aunque no satisfecha. Hay que seguir trabajando, sostuvo antes de agradecer a los aficionados que la apoyan y esperaban un mejor resultado en esta oportunidad.

«A pesar de venir de la recuperación de una lesión de rodilla, y de los obstáculos impuestos por la pandemia, se logró el objetivo que me habían planteado los entrenadores: obtener el lugar 10 o uno inferior, con marcas cercanas a mis mejores levantes», puntualizó.

De cara al futuro, Marina espera recuperarse de las lesiones que le aquejan y estar lista para los eventos fundamentales del ciclo venidero. A todas luces, su sueño olímpico no ha terminado.