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La Habana
Año 66 de la Revolución
En el 110 aniversario de Conrado Marrero...

De siempre fue una leyenda. Los récords del Guajiro son sobresalientes.


Por Norberto Codina
domingo, 25 de abril de 2021 08:19 AM



Con los Senadores de Washigton.Foto: GI

La Habana.- ESTE 25 de abril se cumplen 110 años del natalicio en la finca El Laberinto, a medio camino entre Sagua la Grande y Quemado de Güines, de Conrado Eugenio Marrero Ramos, conocido en el mundo beisbolero como El Guajiro de Laberinto, Connie Marrero o simplemente El Premier.

Para los quemadenses Pedro González Brito, maestro agrícola; Enrique Núñez Rodríguez, un imprescindible del humor y la crónica criolla; y el sagüero Enrique Sacerio Garí; profesor y escritor radicado en Filadelfia, ser conterráneo suyo devino orgullo que me compartieron en múltiples ocasiones.

Por eso, aunque los dos primeros ya fallecieron, los evoco al compartir algunas anécdotas de su paisano, quien en 2014 fuera enaltecido al Salón de la Fama del Béisbol Cubano. Ese reconocimiento se sumó a la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba y a la Orden Lázaro Peña de Primer Grado, otorgadas por sus méritos como deportista y entrenador.

Su valía como mentor de lanzadores y preparadores la refrenda muy bien José Manuel Cortina, uno de los mejores entrenadores de las últimas décadas, quien se ha declarado siempre su discípulo.

Al decir de Enrique Núñez Rodríguez, en frase memorable de la que fui testigo, el Premier era «el Lezama Lima de la pelota cubana: lo vi asombrar a los fanáticos, casi un adolescente, con su máquina de fabricar estráis». (1)

En una de varias entrevistas, Marrero comentó sobre su infancia jugando en los potreros. Recordó que su hermano mayor lo llevaba a ver partidos entre campesinos, en los que se lanzaba con cualquier tipo de esférica, aunque la preferida era la hecha rústicamente con goma de camión.

De siempre fue una leyenda. Los récords del Guajiro son sobresalientes. Con su físico, para nada el de un atleta, pues nunca perdió su acharrapada estampa de hombre de campo, tal vez sea el lanzador cubano con mayor cantidad de juegos ganados de por vida (367), frente a solo 178 reveses, más una efectividad de 2,22 en 704 partidos, según reza en la Enciclopedia biográfica del béisbol cubano. 

Se inició de forma inusual en las Grandes Ligas, siendo todo un veterano de 40 años y en los colistas Senadores de Washigton, donde pese a esa condición llegó a sobresalir. Fue el decimosexto ex grandes ligas que llegó a centenario.

Debutó en el béisbol organizado con 27 años y en su deambular por Cuba, México, Nicaragua y Estados Unidos alcanzó las mencionadas 367 victorias, 97 de esas sin permitir carrera. Obtuvo como aficionado 139 triunfos y 46 derrotas, y acumuló 228 éxitos y 132 fracasos en torneos profesionales. (2)

Llegó a cumplir más de 100 recios años con su sabiduría beisbolera intacta. El día que arribó a la provecta edad de 97 se le preguntó por el pítcher criollo de su preferencia en aquel momento, a lo que respondió: «Norge Luis Vera, porque a ese muchacho lo que le falta de brazo lo tiene de cerebro».

A Marrero le gustaba repetir que «hay que tener cabeza para lanzar». Hay una anécdota muy conocida, aunque para algunos no del todo verídica, que merece recordarse en voz del compilador Ángel Torres…

«La primera vez que Camilo Pascual se enfrentó a los Medias Rojas de Boston, le pidió a Conrado Marrero le fuera señalando las debilidades de los distintos bateadores para lanzarles en la forma correcta. Todo marchó con los tres primeros bateadores.

»Camilo miraba hacia la cueva y El Guajiro de Laberinto le señalaba curva afuera, rápida, etc. En eso vino a batear Ted Williams y Camilo interrogaba a Marrero con la mirada, pero este permanecía inmutable, sin hacer ningún movimiento.

Dos lanzamientos y Camilo volvía a mirar a Marrero, pero obtenía el silencio por respuesta. Al tercer disparo Don Teodoro disparó una pavorosa línea hacia los jardines. Cuando terminó el inning Camilo, furioso, increpó a Marrero: Oye, ¿cómo no señalaste nada cuando bateó Williams?.

»Mira Camilo, con ese no hay señas que valgan. Le tiras tu mejor lanzamiento, cierras los ojos, y que sea lo que Dios quiera», respondió. (3)

El legendario Williams, en sus visitas a Cuba, «jugó en La Tropical. Le gustaba la pesca de aguja. Posteriormente asistió a torneos Hemingway en épocas de la Revolución. Quiso saludar a Conrado Marrero, viejo ya. Este se llegó a verlo y Williams lo cargó en el lobby del Riviera, frente a la barra El Elegante». (4)

Con motivo del centenario de El Premier, llegó a La Habana una excursión de 30 norteamericanos y canadienses miembros de la Sociedad Americana de Investigadores del Béisbol, los cuales vinieron para homenajear a Marrero y uno de ellos, Kit Krieger, le trajo medio centenar de cartas de jugadores de su época que lo felicitaban.

En una entrevista publicada hace diez años en La Gaceta de Cuba, titulada Recibiéndole a Conrado Marrero, el pítcher más longevo del mundo (No. 2, marzo-abril de 2011), encuesta debida al ensayista e investigador José Antonio Michelena y fruto de mucho tiempo y un par de encuentros con casi una década de diferencia, se reivindican las esencias más amplias de la cubanía, en la apasionada cruzada para que fuera reconocido nuestro deporte nacional como Patrimonio Cultural de la Nación.

Pero esa entrevista es sobre todo una manera de hacer justicia a una leyenda viva que entonces cumplía 100 años y, más allá de la pelota y la cultura, merecía nuestro homenaje, como diría el poeta «donde quiera que estén».

El profesor y ensayista Félix Julio Alfonso López comentó  certeramente sobre la misma al corresponderle la presentación del número…

«Resulta cuanto menos asombrosa la preferencia de Marrero por jugar en el verdadero amateurismo de los años 30 y 40, y su paso a las filas profesionales motivado por sucesivos castigos y suspensiones de parte de la intransigente dirigencia de la Unión Atlética Amateur de Cuba. Memorables sus anécdotas sobre peloteros de Grandes Ligas de la talla de Ted Williams, Mickey Mantle o Joe DiMaggio.

»Una pregunta obligada a un pítcher que ganó más de 300 juegos durante más de dos décadas, y que debió haber lanzado cientos de partidos sin esperar relevo, es lo relacionado con las lesiones en su brazo de lanzar. Marrero respondió a Michelena, como si fuera algo sin importancia, que una vez tuvo una calcificación en el codo, pero que un médico de La Habana le dio tres sesiones de terapia y resolvió el problema.

»A mí, sentado hace un par de años en la sala de su casa y con el eterno tabaco entre los dedos, me contó una historia diferente, me dijo que al comienzo de su carrera, cuando lanzaba para la Casa Stany de Cienfuegos, tuvo una molestia en el brazo y alguien le dijo que si visitaba El Cobre y le rogaba a la Virgen, eso lo ayudaría. Y en un largo viaje a Santiago, el joven Marrero peregrinó hasta el sagrado santuario y realizó su petición. A su regreso a Cienfuegos estaba curado. Loada seas, Virgen de la Caridad, que le diste a Conrado Marrero un brazo de hierro». (5)

A solo horas de cumplir 103 años, y siendo el más longevo de los bigleaguer vivos, se fue a reposar al Olimpo de los grandes del béisbol. Siempre lo recordaremos con su inseparable tabaco, no importa que estuviera apagado, y con su proverbial sorna guajira, de la que dan fe sus muchas anécdotas.

En una ocasión, a propósito del juego amistoso del equipo Cuba con los Orioles de Baltimore, un periodista le preguntó a quién pondrían a lanzar y contestó como un relámpago, achicando con malicia los ojos: «A Vinent —Braudilio, ya retirado hacía años, pero el más sobresaliente de sus alumnos— o a mí…». Eso lo decía regodeándose a la sazón en sus 88 años.

Como en el conocido poema de Roberto Fernández Retamar, Pio tai, nos queda su memoria en la galería de los inmortales, así «que antes de comenzar, nuestro primer recuerdo/ Sea para Quilla Valdés, Mosquito Ordeñana, el Guajiro Marrero/»…

REFERENCIAS

(1) Enrique Núñez Rodríguez. El vecino de los bajos. Ediciones Unión, 2014, p. 52.

(2) Norberto Codina. Cuando el béisbol se parece al cine (Ediciones Icaic, 2021), p. 121.

(3) Ángel Torres. La historia del béisbol cubano 1878-1976. Edición del Autor, Los Ángeles, 1976, p. 120.

(4) Celima Bernal y Rafael García-Bango. Rafa, el desordenado. Editorial Ciencias Sociales, 2006, pp. 260-261.

(5) Norberto Codina. Ob. Cit., pp. 121-122.

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