La Habana.- EL NOMBRE de Rachel Palmero comenzó a “sonar” durante las últimas semanas en el universo del ajedrez cubano, luego de ganar la medalla de bronce en el torneo individual del Panamericano Universitario Online, y al erigirse además con el mejor aporte en el evento por equipos de esa justa.

Quienes siguieron la cita a través de las redes sociales de internet se encontraron con una Rachel algo distraída y preguntando antes de cada ronda, por ejemplo, quién era su rival. Tampoco llevaba bien la cuenta de sus partidas ganadas. Sin embargo, ya frente al tablero virtual, hacía gala de suma concentración para convertirse en una oponente casi imbatible.

«Yo existo porque Dios es grande…», expresaba en broma ante el reclamo de sus compañeros y otros seguidores de la cita, todos miembros del grupo de WhatsApp creado para la coordinación del equipo, en tiempos en que la pandemia de la COVID-19 obliga a cambiar los métodos habituales de entrenamiento y competencia.

«Soy bastante despistada, pero en la escuela o durante una partida para nada soy así. De hecho, pongo el “200 por ciento” de atención todo el tiempo que dure la clase o la partida… En la vida es otra cosa y sí soy despistadísima», añadió como parte de un intercambio con JIT, interesado en conocer un poco más de su carrera.

«He tenido más de 50 paraguas, pues siempre que salgo lo dejo tirado… Soy de las que comienza a buscar por toda la casa la llave cuando realmente la tengo en la mano. Incluso, puedes estar hablándome y no escucho nada de lo que dices. Y me justifico diciendo que mis neuronas se activan solo cuando es necesario y mientras tanto, están descansando», bromea con desenfado y revelando una personalidad extrovertida que no siempre encaja con el perfil de un ajedrecista.

Nacida en el municipio capitalino del Cotorro hace 23 años, Rachel se graduará pronto como Licenciada en Cultura Física y Deportes. Se reconoce muy competitiva para enfrentar todo lo que se ha propuesto y sueña con lograr algún día el título de Gran Maestra.

Conversadora sin límites, con premios en eventos centroamericanos por edades y ganadora del tercer lugar entre mujeres en el Campeonato Mundial Amateur de México 2019, todavía tiene grandes deudas con los resultados nacionales, pues nunca ha conseguido jugar en la final de un campeonato cubano, otra de sus metas.

Pero más allá de cumplir ese y otros sueños, Rachel encontró en el ajedrez el mejor aliado para transitar la peor prueba que la vida le planteó. Con apenas 10 años y el mundo de los trebejos recién descubierto, falleció su mamá.

«Era inexplicable el dolor, el desgane, el no entender por qué… Todo un montón de sensaciones negativas que no sabía cómo canalizar con apenas 10 años. Me volví un poco introvertida, pero la vida tenía que continuar. Retomé mis lecciones de ajedrez y mi mayor sorpresa fue que eso me sacaba del mal momento que vivía.

»Adentrarme en variantes, análisis y cálculos no dejaba espacio en mi cabeza para más nada. Ese tiempo me transportaba, por eso digo que el ajedrez me ayudó a canalizar toda esa situación y sin quererlo fue una especie de terapia», recordó con la certeza de que nada hubiera sido igual sin la cercanía del Juego Ciencia.

Rachel lleva también una artista dentro. Le gusta bailar, cantar y declamar poemas, por eso no siempre comprende cómo logra pasar tanto tiempo sentada estudiando ajedrez o jugando partidas.

Se siente más cómoda en las posiciones de cálculos complicados y prefiere entrar en situaciones a veces inciertas, aunque reconoce que para alcanzar la maestría debe dominar también las “tranquilas”, aquellas en que se impone la estrategia de ir poco a poco y no la de lanzarse al ataque.

«Mi estilo de juego es agresivo, y como mismo me ha hecho ganar partidas brillantes también he echado por la borda otras ganadas estratégicamente, por ese afán de atacar. No pienso cambiar, sino mejorar como jugadora, ser más integral y hacer las jugadas que la posición pida, sin dejarme llevar por mi estilo arriesgado», dijo.

José Raúl Capablanca es su ídolo, no solo por tratarse del único cubano campeón mundial, sino también porque se le antoja “mágica” su sencillez para resolver cada situación dentro del tablero. Sus partidas le resultan didácticas.

Disfruta jugar en equipos, como hizo en la liga femenina online y en el mencionado torneo universitario, porque significa una presión extra, aunque la interacción entre compañeros le estimula.

«Apoyarnos entre compañeros, y que mis despistes en lugar de estresar causaran risas, hicieron que la presión se liberara», aseguró sobre el segundo de esos eventos.

También agradeció el trabajo de Isbel Herrera y Rodney Pérez, «quienes entre sus actividades de organización también sacaban tiempo para seguirnos en el torneo, dándonos consejos puntuales sobre las partidas o el ritmo de juego de cada cual».

Rachel no exhibe aún, dentro del ajedrez cubano, resultados a la altura de otras figuras con el máximo título internacional. Tampoco ha integrado un equipo femenino a la olimpiada mundial, ni ganado en el campeonato nacional…

Algunas de esas cosas pudieran llegarle en los próximos años, pero mientras disfruta su “fama” en tiempos de certámenes virtuales y confirma las virtudes de un deporte que desde hace mucho forma parte de su vida. Y para bien.