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Publicación del Instituto Nacional de
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JUEVES 28
MARZO, 2024
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La Habana
Año 66 de la Revolución
Andry Laffita Hernández
El boxeo es una “enfermedad”
Nació en Baracoa, Guantánamo, el 26 de marzo de 1978, pero protagonizó el grueso de su carrera en defensa de Pinar del Río.

Por: Roberto Ramírez
(roberto.ramirez@inder.gob.cu)
lunes, 12 de diciembre de 2011

Trayectoria...
En su hoja de servicios destacan el cetro mundial juvenil en 1996 y los subtítulos universal de mayores, en el 2005, y olímpico, en el 2008.

Miembro de los equipos ganadores en las copas del Mundo del 2006 y 2008, fue de los más seguidos animadores de los certámenes de casa, donde resaltó como un guerrero a toda prueba, aunque solo ganó una faja.
En la actualidad...
Ahora trabaja como entrenador en Artemisa.


Pinar del Río.- ANDRY Laffita no coronó todos los sueños como atleta pero sabe que lo conseguido le aseguró presencia en el libro de los laureados del pugilismo amateur.

«Tíos míos, hermanos de mi mamá, boxeaban, y eso me hizo inclinarme por este deporte», dijo a JIT en el comienzo de un intercambio sostenido en la misma sala 19 de Noviembre donde peleó tantas veces.

Sus actuales 67 kilogramos le proyectan alejado de la imagen que conocimos sobre los cuadriláteros, lo que dice del esfuerzo realizado durante tanto tiempo para sostener el peso necesario.

«Ahora soy entrenador en Artemisa, provincia a la que pertenezco después de la reciente división político administrativa», explicó el hombre que representó a Pinar del Río con probada garra.

«Vine para acá en 1993, después de haber sido subcampeón por Guantánamo cuando debuté en Juegos Escolares, en la categoría 15-16 años», puntualizó, y a partir de entonces el diálogo fluyó agradable, sin interrupciones ni temas prohibidos.

¿Dónde te iniciaste?

En una secundaria básica en el campo. Fui a un campeonato provincial y me seleccionaron para la EIDE.

¿Cuándo llegas a la ESPA nacional?

Ya con Pinar del Río quedé en bronce en mis segundos Juegos Escolares y entré a la preselección nacional juvenil en el curso 1994-1995.

¿Qué recuerdas con especial significado de aquel período?

El concepto de la preparación, la filosofía de salir siempre a dar el gran combate del mundo para ganar.

¿Cómo encajó eso en tus aspiraciones?

Siempre quise ser el mejor, estar a la altura de lo que solicitaban los entrenadores, que pedían marcar seis o siete puntos en el primer asalto, multiplicar esa cifra en el segundo y estar sobrados en el tercero.

Ganas el Campeonato Mundial Juvenil de La Habana´96 y asciendes al concentrado de mayores. ¿Fue traumático el cambio?

Los nueve ganadores en ese evento fuimos llamados en ese mismo año, el de los Juegos Olímpicos de Atlanta, y resultó un tránsito difícil, porque tuvimos que ajustarnos a otros métodos de enseñanza, y no como primeros hombres de nuestras divisiones. Se sufre el cambio.

¿Qué te exigió?

Tienes que hacerlo todo por convencer, y esperar que los técnicos decidan que te ganaste determinada posición, porque hay hombres de mayor experiencia que ya acumularon resultados en eventos internacionales.

Y en tu caso, que peleabas en los 48 kilos, abundaban los establecidos.

Sí, fue una época de atletas como Maikro Romero, Yosvani Aguilera, Orlando Ascencio, Ángel Comendador. Y después llegaron otros que también lograron lugares destacados.

¿Consideras que te negaron posibilidades?

Creo que no se me dio el voto de confianza en algún momento. Porque las decisiones no solo pueden basarse en que pierdas con determinado contrario.

De seguro habría logrado más en el plano internacional, porque en definitiva fui medallista en la gran mayoría de los eventos a que asistí, y los de más nivel los enfrenté cuando ya la edad me estaba venciendo.

Sin embargo, persististe.

Siempre estuve entre los primeros, ganando y perdiendo con los mejores, y deseando obtener otros éxitos.

Incluso pasaron nueve años para que lograras la titularidad en la dotación grande, y fue en los 51 kilos.

Ya me costaba algo de trabajo mantenerme en 48, más la incertidumbre, porque no veía llegar el momento, y le pedí el cambio a mi entrenador Julio Mena, diciéndole que no quería terminar sin un gran resultado.

Se hicieron los análisis y fui a la Copa del Mundo del 2005, en Moscú, un mes después de subir de peso, y me sentí bien.

Cuba fue segunda, pero el Mundial de Mianyang, en China, posibilitó el desquite ante Rusia.

Allí tuve un sorteo bien difícil y le gané al tailandés Somjit Jongjohor, que me había vencido en Moscú.

Y al francés Jerome Thomas, el dominicano Juan Carlos Payano...

Pero no pude con el oro. Llegué cansado a la final, presionado por el deseo de lograr lo que siempre había deseado, y perdí con el surcoreano Ok Sung Lee.

¿Entonces el ascenso a los 51 terminó por marcar tu carrera?

Fue un paso muy importante, aunque viví enamorado de la división de 48 kilos, porque quería ser como Rogelio Marcelo, que fue mi ídolo.

En el 2008 accedes a tu único título nacional y el subcampeonato olímpico.

Haber logrado el oro en el Girón fue importante, por su significado para llegar a Beijing y porque no había podido conquistarlo antes pese a tantos intentos.

En los Juegos Olímpicos hice todo lo posible, pero todos saben que terminé perdiendo con Jongjohor, y me quedó un sabor muy amargo porque estaba muy entusiasmado con la idea de alegrar a Cuba y a mis seguidores.

Pero el pueblo te reconoce la entrega...

Siempre entrené duro, porque había un ambiente de orgullo deportivo. Todos “quemaban” para que nadie fuera mejor.

Me queda la satisfacción de haberlo entregado todo, no subestimar a los rivales y hacer el intento hasta el final de cada pelea.

¿Entonces boxearías en “otra” vida?

El boxeo es una “enfermedad”. Incluso el par de veces que me planteé dejarlo me hizo volver antes de que pasara un mes.

En el plano general, ¿qué te dejó?

Me enseñó a valorar a las personas, a plantearme qué hacer en cada momento, porque forma a los hombres, e incluso es capaz de reeducarlas en determinadas situaciones. Y me permitió sentirme querido y respetado, que es lo más importante.

¿Por qué el adiós?

Después de los Juegos Olímpicos me dieron un año de descanso, que terminó siendo demasiado. Perdí en el Girón pasado y la Olimpiada del Deporte Cubano, y entonces supe que todo había terminado, no por problemas físicos, pero ya no era igual.

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